La democracia ha recibido un balazo ● Juventud ARI Viedma

El lunes 19 de enero a las 15, el fiscal federal Alberto Nisman debía presentarse ante diputados opositores para ampliar la gravísima denuncia que realizara días atrás, contra la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, el canciller Héctor Timerman, entre otros funcionarios, donde se los acusó por el delito de encubrimiento, en el marco de la causa que investiga el atentado a la AMIA que sufriéramos los argentinos, hace ya más de 20 años. Nisman, de 51 años, padre de dos hijas, nunca llegó al Congreso de la Nación. En las horas previas, un balazo certero en la cabeza acabó con su vida.

 

 

Piel de gallina, algo de miedo o una angustia interna que se sentía correr por el interior de las venas, mezclado con un poco de furia y bronca, fue lo que muchos sentimos al momento de enterarnos de la triste noticia.

 

 

Con escenas llenas de morbosidad, personajes macabros y, también, con el  sello de la mafia. Hablamos de momentos previos y posteriores a la muerte del fiscal, que hacen presumir, o como mínimo sospechar, que estaba todo dado y listo para cuando esto suceda.

 

 

Lejos de tratarse de una película del género policial, el desenlace fatal  golpeó fuerte y nos trajo a la realidad en la que vivimos hoy los argentinos. Esto no era ficción, era la mismísima realidad.

 

 

Una presidenta (y  principal acusada) haciendo todo lo posible para que las dudas no recaigan directamente sobre ella; eso sí, sin dar la cara ni mirando al pueblo a los ojos. Un Aníbal Fernández que automáticamente vende asesinato por suicidio, un Berni que llega a la escena del crimen antes que nadie (para chequear qué? ), un bloque de diputados oficialistas , muy lejos de estar acongojados y conmovidos , preguntándose que llevó al fiscal a tomar esta trágica decisión”,  atribuyendo ciertas responsabilidades a “grupos mafiosos que operan en argentina hace años “. Una diputada oficialista advirtiéndole a la hija de Nisman que “todo va a estar bien, no hay de qué preocuparse”, o un reconocido fanático kirchnerista tuiteando “si la tocan a Cristina…. #telodijimos” . Tenebroso.

 

 

Acá es donde aparece otro personaje, desconocido por muchos hasta ahora. Un tal Jaime Stiusso, muy turbio el tipo, prácticamente no se le conoce el rostro ni su nombre real (Antonio Horacio Stile). Se dice que es el hombre que maneja los hilos del poder en Argentina, agente de inteligencia, espía, ex director de la SIDE, fue colocado por el propio Néstor Kirchner al lado de Nisman. Para darse una idea, en nuestro país, hablar de Stiusso es como hablar del mismísimo Voldemort (el innombrable).

 

 

Son muchísimas las dudas que hay sobre la muerte del fiscal, y también son varias las certezas que quedan. El barrido electrónico dio negativo, Nisman no se suicidó, a Nisman lo mataron. Y lo mataron por investigar. Quienes debían protegerlo, el estado, la custodia, no hicieron su tarea, a Nisman lo desprotegieron.

 

 

El fiscal federal que tras 10 años de investigación estaba a punto de revelar sus pruebas a la sociedad, que buscaba avanzar en el esclarecimiento del atentado de la AMIA, acusando a la presidenta de la Nación de encubrir a terroristas iraníes, entre otras formas a través del memorándum de entendimiento con Irán, fue víctima de la corrupción, pago con su vida.

 

 

Pero esto no es solo un asesinato, es más que eso, es un mensaje a toda la sociedad.

 

 

José Luis Cabezas, muerto por investigar; Julio López, muerto por declarar contra los genocidas, René Favaloro, prefirió evitar la corrupción y ahí nomás se suicido.

 

 

Ahora Alberto Nisman, el fiscal federal que muere por denunciar. Nuestra democracia ha sufrido varias puñaladas en su corta historia y todas tienen un común denominador, detrás de estas están los grupos mafiosos del poder. Como siempre, todo muy raro. Lo cierto es que la democracia ha recibido un balazo, la justicia, la libertad y la república están malheridas.

 

 

Tremenda encrucijada para el Gobierno. Porque la misma Cristina cambió en 48 horas el relato oficial. Será un buen ejercicio de observación ciudadana ver cómo ajustan los discursos las principales espadas del kirchnerismo y pasan sin escalas de un suicidio indiscutido a un asesinato macabro. Pero más allá de eso, resulta evidente que este caso ya ha sido juzgado y tiene condena: la de la sociedad en su inmensa mayoría. Y de ese atolladero, el del inapelable veredicto social, es muy difícil salir airoso. Creo que esto es parte de un devenir histórico y político. Es una seguidilla casi interminable de situaciones propias de este gobierno que han instalado la sospecha (cada vez más parecida a la certeza) de que existe una corrupción sin límites.

 

 

MONTECINO ODARDA JUAN FACUNDO  DNI 34.318.001

IRIBARNE JAVIER DNI 33.184.797

MONTECINO ODARDA JUAN ERNESTO  DNI 35.024.441

HIDALGO JUAN ANGEN DANIEL

CACHO MARIANO DNI 34.221.216