El palacio y la calle. ADN

justiciamaltratadaEl ataque resonó fuerte en el Palacio de Justicia. Como el fuego, comenzó silencioso, tardó en hacerse visible, pero provocó mucho daño. El domingo a la madrugada cambió la historia del Poder Judicial. Algo se rompió. Ya nada volverá a ser como era.

El hermetismo ganó las primeras horas. Solo se supo de un incendio en el despacho de un Juez. Así lo prefirió la conducción política judicial. Y así repercutió en la calle. Los primeros titulares se escribieron en consonancia con esa idea. Pero en paralelo, a medida que se removían los expedientes chamuscados y el olor a nafta invadía todo el edificio, emergía la sensación entre jueces, funcionarios y empleados de una intencionalidad superior a la de atacar la oficina de Carlos Mussi.

La diferencia entre el palacio y la calle comenzó a ser notoria. Los medios viraron su tratamiento. A última hora del domingo ya se hablaba de atentado. El lunes, fue indisimulable.

Algunos integrantes del Poder Judicial compararon el episodio con las Torres Gemelas. La analogía no tiene que ver con el daño, sino con la percepción de vulnerabilidad. Y cuando algo es violentado, las impresiones subsiguientes son inseguridad e impunidad.

El ataque puso en vilo al resto de los poderes del Estado. Y preocupó a la Policía. Los jueces del Superior Tribunal de Justicia se reunieron con el ministro de Seguridad. Se quejaron de la falta de resguardo de los edificios públicos. Una de las hipótesis es que quienes rociaron de nafta la sede judicial ingresaron por Roca, calle en la que está -entre otros edificios y casas- la Jefatura de Policía. El Subjefe había reconocido que el episodio dejaba a la fuerza en off side. Ahora, se revisan las cámaras de seguridad de la zona. Si el ingreso fue por ese sector, por cuántos lugares se accede con comodidad?. Una de las preguntas de la investigación.

No es el primer hecho de esta naturaleza. Hace pocas semanas la sede del Poder Judicial en Villa Regina también padeció un incendio. Aquel pareció un suceso aislado. Ahora, cobra otra connotación. En el palacio hay nerviosismo. Hubo una reacción tardía en la comunicación. La gravedad de lo ocurrido amerita la mayor apertura posible. Luego, se quiso dar una señal de reacción. Pero lo que comenzó como una convocatoria a un «abrazo» al Poder Judicial, terminó en un discurso de la presidenta subrogante del STJ a los trabajadores y funcionarios.

Causó buen efecto hacia adentro. Ninguno hacia afuera.

¿Por qué la calle no receptó el atentado como propio?. En definitiva se registró un ataque a una institución del Estado. Máxime, cuando los medios de comunicación de alcance nacional machacan permanentemente con la defensa ciudadana a la Justicia: marchas a favor de jueces y fiscales; expresiones públicas contrarias a las políticas del Gobierno nacional sobre la «intromisión» en el Poder Judicial; elevación al pedestal de los héroes patrios a los integrantes de la Corte Suprema. ¿Qué hubiese sucedido si el mismo hecho hubiese pasado en la sede de Tribunales en la Capital Federal?.

Quizás, los justiciables, el pueblo, la calle, sienten lejanía con ese Poder. Quizás la ciudadanía siente a diario la vulnerabilidad, la desprotección, la inseguridad y la impunidad que ahora se siente en el palacio. Solo quizás. Quizás, las puertas cerradas del palacio cuando se producen en la calle las marchas pidiendo el esclarecimiento de asesinatos aún impunes, de reclamos para que existan condenas en casos de violencia de género, incitación a la prostitución infantil o corrupción, tienen una consecuencia social. Solo quizás.

De todos modos, el episodio no deja de constituir una gravedad político-institucional. Las primeras voces en reconocerlo provinieron desde fuera del Poder Judicial. Funcionarios del Gobierno, legisladores, el Colegio de Abogados y la conducción de la Policía. Más tarde, pero contundente, llegó la palabra de la Justicia. El STJ, el propio juez Mussi y la Procuración.

A nadie escapa ya, y mucho menos quienes llevan adelante la instrucción, que el daño que se intentó hacer era superior al ocurrido. Y que lejos está el hecho de ser un ataque aislado al juez Carlos Mussi. Por eso, en el Ministerio Público Fiscal no se descarta ninguna hipótesis. Sin embargo, aparecen algunos caminos: la forma de ingreso al edificio, el día elegido, la cantidad de personas que actuaron, los litros de combustible transportados y rociados, y la ruta de acceso a la parte posterior del Palacio Judicial constituyen la centralidad de la investigación.

Hace una semana, se produjo un atentado a la Justicia. Del resultado de la investigación depende la credibilidad de ese Poder. Sin resultados rápidos, sin resolución…qué resta para los ciudadanos de a pie?. ¿Podrá la calle ir a resolver sus conflictos a un palacio que no encuentra y condena a sus atacantes?. Se abre una semana clave.