La lógica del cemento

Obras son amores. Si bien faltan cuatro meses para iniciar la nueva gestión, con sello propio, de Alberto Weretilneck podría señalarse que será la obra pública la directriz de su futuro gobierno.

La etapa oficial que ahora culmina no se sintió como propia. Fue en los meses preelectorales y una vez lanzada la organización política-administrativa de Juntos Somos Río Negro donde se visualizó una impronta de hiperactividad, fundamentalmente con el anuncio, licitación y construcción de obra pública.

Los alfiles del gobernador decían que “este no es nuestro gobierno, ya van ver cuando gane Alberto lo que se viene”. Fue premonitoria la campaña y ahora la orden es no decaer en el impacto de sumar ladrillos y metros cúbicos de cemento.

Hay un tema que no se puede soslayar en este comentario: los recursos. Los primeros años fueron de cuentas en rojo y salvo el tesoro nacional acá no había monedero o alcancía de donde sacar plata.

El efecto transformador lo produjo el petróleo. Los recursos hidrocarburíferas convierten en estadistas a los gobernantes, salen lindos en las fotos y tienen las espaldas escaldadas de las palmadas que reciben.

No fue casual que Néstor Kichner colocara en el ministerio de Infraestructura a Julio de Vido. Hoy en el río Santa Cruz, en la provincia epónima, se construyen dos represas que significan la mayor inversión China en el país y en el mundo. Una lleva el nombre del ex presidente y la otra el del ex gobernador Jorge Cepernic.

La obra pública te puede llevar al bronce. Y para no ejemplificar en mandatarios contemporáneos valga citar a los gobernadores Castello y Pagano.

Weretilneck quiere que la historia de la provincia lo reconozca como un hacedor y ahora tiene plata y cuatro años de gobierno para llevar adelante su deseo.

Sin recursos poco le importó quien conducía el estratégico ministerio de Obras Públicas. Ahora es distinto y colocó a un hombre de su confianza, el arquitecto Carlos Valeri, “el negro” como le dicen en el círculo íntimo oficialista, quien además aporta ideas nuevas al gabinete, viene de refresco y no desconoce la importancia de su cartera. Por esa esquina de 25 de mayo y Buenos Aires pasa una cuota importante del poder.

La obra pública reparte beneficios hacia todos los puntos cardinales. Diversos sectores son subsidiarios y reciben ganancias de una agresiva política en obras públicas. Los constructores contentos, los obreros de la UOCRA también –siempre que la voracidad empresarial no los deje de lado- las empresas de carpinterías, los corralones de materiales y varios otros rubros. La sociedad también siente que hay un motor impulsor de la economía.

La inversión pública suele considerarse un “motor de crecimiento”, incide muy fuerte sobre el desarrollo provincial y “derrama” sobre actores o socios secundarios de la política.

Petróleo y obra pública con hoy pilares de la gestión oficial y una invitación a diversos sectores de la economía y la política a participar en el destino de la renta del Estado.

El interés político por la permanencia y el control de la administración estatal es fuerte y no admite neutralidad. No pocos sectores entendieron el mensaje y abren expectativas mayores para después del 10 de diciembre.

Obra son amores, como los goles, permiten ganar y buenos premios. (ADN)