“Si las barbas de tu vecino ves cortar….” ADN

Si bien predecir los cambios que tiene en mente el gobernador Alberto Weretilneck es un albur, podría aventurarse que está en sus proyectos para el armado del gobierno que viene provocar cambios en los organismos control externo.

Weretilneck no es un político de adelantar las jugadas, introvertido en sus decisiones, impredecible y lejos de aceptar presiones, pero en el caso particular del Tribunal de Cuentas los mentideros políticos no descartan el alejamiento de Juan Huentelaf y Erika Acosta. No sería el caso de María Dolores Cardell, que es “propia tropa”.

Innegable que el Tribunal de Cuentas es calificado en el oficialismo como un reducto del llamado “sorismo”, hoy devaluado, pero que hizo sentir su presencia en el órgano de control desde los inicios de la gestión Weretilneck. Es el refugio que encontró Nicolás Rochas, hombre de Martín Soria, opositor declarado del gobierno y que el intendente de General Roca colgó en la lista sábana de legisladores del FpV. Es probable que recale en la Legislatura después del 10 de diciembre y forme junto con Anahí Rodríguez de Tappatá, el espacio sorista en el parlamento.

Mientras Weretilneck fue tejiendo distintos vínculos con funcionarios y dirigentes justicialistas, con mayor o menor suerte, al asumir como gobernador, luego de la muerte de Carlos Soria, las relaciones con Huentelaf y Acosta fueron distintas, gélidas, formales e incluso ambos tribunos roquenses no escatimaron en críticas hacia el Ejecutivo y en la persona el gobernador. Se recuerda incluso actitudes de Huentelaf enrostrando su rol de “hombre de confianza y custodio” del legado del extinto Soria.

Siempre se hicieron sentir las diferencias y el canal de diálogo principal con el gobierno fue Carlos Peralta. Viejos conocidos de General Roca y del staff íntimo de Carlos Soria. El fallecimiento de Peralta trajo orfandad y tras el fugaz paso de Ariel Rivero en la conducción del parlamento, llegó a la presidencia de la Legislatura Pedro Pesatti.

La asunción del dirigente viedmense hizo fruncir el ceño a la conducción del Tribunal de Cuentas, porque no lo consideran, no califica como “amigo” y además es la cabeza del Poder del cual depende el organismo.

En este contexto de relaciones indiferentes y poco amigables se sucedieron varias situaciones que tensaron aún más las relaciones. Dos de ellas se destacan: la aplicación de un sistema particular para aumentarse los suelos, por fuera de lo requerido por el gobernador y los dictámenes del organismo de control sobre la rendición de los llamados gastos reservados.

Si bien fijar sus salarios fue un desafío que generó un pedido de juicio político, el cuestionamiento en la liquidación de los gastos fue “una puñalada por la espalda” como definió un hombre del gobierno.

El Tribunal de Cuentas puso en la primera plana de los medios periodísticos a Weretilneck y Pesatti, junto a otros presidentes de bloques, con un cono de sospechas de haber cobrado abultadas sumas de dinero. Un tema sensible, exacerbado por el desconocimiento de la población de un sistema de percepción de haberes, ahora corregido, que irritó. Por otra parte provocó el enojo a todos los sectores políticos con representación parlamentaria. Fiel a un estilo, en esos momentos Huentelaf y Acosta se enfrentaron a todos y con todos al mismo tiempo.

No hay rencor, hay memoria, es el comentario a escuchar. Aquella jugada de ambos funcionarios del Tribunal cambió la calificación de adversarios por enemigos, ya que fue imposible no ver una mano negra detrás de esa jugada política.

La reacción estuvo en un pedido de juicio político que finalmente fue descartado por la intervención de Miguel Pichetto, como revelaron fuentes legislativas. Era otro contexto y otra relación de fuerzas entre gobierno y oposición, ese marco cambió diametralmente y ahora hay un camino liberado.

Pero si estas relaciones ya tensas y ásperas necesitaban más argumentos, se sucedió la agresión de Juan Huentelaf a Tania Lastra en la entrada del parlamento. La legisladora mostró en fotos y cámaras de televisión moretones en uno de sus brazos y se presentó a la Justicia para denunciar al agresor.

Hoy se espera una resolución sobre esta denuncia penal, demorada respecto de aquel contexto en que se dio el hecho, pero ahora con un gobierno fortalecido luego de la renovación de confianza expresada en las urnas.

En el Tribunal esta situación no es ajena, ambos contadores imaginan un futuro incierto. Aun cuando se menciona que las relación entre Huentelaf y Acosta, tiene cortocircuitos -a decir de fuentes fidedignas- por las reiteradas y prolongadas ausencias de Huentelaf en su despacho, que deja a Acosta en soledad para la toma de resoluciones. Cuestiones domésticas que poco pesan al momento de definir su vinculación con el gobierno y la lealtad para con el intendente de General Roca.

Hoy hay nuevo presidente en la Comisión legislativa que tiene a su cargo la rendición del desempeño del Tribunal de Cuentas. Todo está en observación, gastos, viáticos, pasajes en avión, utilización de vehículos y viajes, entre otros.

Al terminar la anterior gestión del Tribunal de Cuentas la planta de personal ascendía aproximadamente a 90 integrantes, hoy supera las 140. Con designaciones de parientes cercanos y no tan cercanos y otras con “recomendaciones”.

La situación de Marcelo Ponzone, en la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, también sería revisada. El abogado de Bariloche llegó de la mano de Carlos Soria e integró el “Steel group” con Rochás, Goinhex y Bergonzi, entre otros.

También con el fallecimiento del vicegobernador Carlos Peralta perdió anclaje en el gobierno quedó con pocos canales de interlocución. Ponzone “está en zona amarilla”.

Cambiaron los tiempos del destrato a empleados y funcionarios. Paradójicamente muchos de aquellos que sufrieron la hostilidad de estos funcionarios, se sumaron luego al armado político de Weretilneck y hoy se sienten parte del triunfo electoral.