INADI desarrolló en Bariloche el taller «Libros prohibidos, memorias recuperadas»

Bariloche.- En el marco de la III edición de la Fiesta de la Palabra, unos 40 estudiantes del CEM 46 participaron del taller «Libros prohibidos, memorias recuperadas», dictado por Adriana García Montero del Instituto de Formación Docente de Bariloche. La actividad fue organizada por la Delegación Río Negro del INADI.

Al llegar al salón, los estudiantes se encontraron con gran cantidad de obras literarias que fueron censuradas a partir del Golpe de Estado de 1976, muchas de ellas destinadas al público infantil. «Libros que hacían pensar, que cuestionaban el poder, libros de autores que denunciaban las injusticias sociales, otros prohibidos solo por haber sido escritos por afiliados al Partido Comunista y libros escolares entre otros. El objetivo del encuentro es acercar los jóvenes a ese mundo literario, mostrándoles las obras que fueron prohibidas durante la última dictadura militar», especificó Mariana Sulkes, del INADI Río Negro.

El taller comenzó con el relato de «El corazón de Celeste», de Aida Bortnik, publicado en la revista Humor en junio de 1982. «Ese cuento fue publicado en plena dictadura: ¿era solo un cuento?», cuestionó García Montero al término del relato.

Asimismo, la docente relató que a la editorial Centro Editor de América Latina, la más censurada durante la dictadura, le quemaron un millón y medio de libros en un baldío. Esos vecinos vieron arder los libros
durante más de tres días.

También comentó que los «Cuentos de Polidoro» se vendían en los kioscos y no en las librerías para que «todos pudieran acceder, sin necesidad de meterse en ese mundo intelectual. El lema era Más libros para Más». Hoy, cualquier edición de libro de cuentos tiene una impresión de 5 mil ejemplares; mientras que los «Cuentos de Polidoro» tenían una tirada de 50 mil.

A lo largo del encuentro, se leyó «La planta de Bartolo», de La Torre de Cubos, de Laura Devetach, y «La Línea», de Beatriz Dourmec y Ayax Barnes. En relación a este último, una estudiante señaló que «hablaba de la libertad de expresión», otro joven indicó que es «más un cuento para imaginar» y otra adolescente dijo que «nos podría llevar a la historia de Madres de Plaza de Mayo».

Por su parte, los estudiantes leyeron otros de los libros propuestos y se preguntaron cuál sería la razón por la que fueron prohibidos. Mientras tanto, Mónica González, del Instituto de Formación Docente, pasaba por los grupos para explicarles la cuestión gráfica y plástica de algunos libros.

En relación a La Torre de Cubos, por ejemplo, Sulkes explicó que el decreto de prohibición señalaba «simbología confusa, cuestionamientos ideológicos sociales o ilimitada fantasía». Y en el caso de Un elefante ocupa mucho espacio y El nacimiento, los niños y el amor, el decreto resalta «una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo».

En tanto, García Montero relató cómo comenzó a prohibirse la circulación de libros en las escuelas bajo la excusa de «no hacer gastar en libros a los padres trabajadores» y cómo más de uno comenzó a autocensurarse, quemando libros o rompiéndolos. «Por eso, muchos de estos libros que hoy ustedes ven acá tienen olor a humedad porque han estado guardados durante mucho tiempo», señaló la docente.

Finalmente, se les mostró a los estudiantes los decretos de prohibición de determinados libros, otros decretos con exigencias a autores para eliminar o modificar ciertos fragmentos de cuentos, «recomendaciones» de trabajo para docentes y la «Carta abierta a los padres argentinos», publicada en Revista Gente el 16 de diciembre de 1976.