El flagelo de los accidentes de tránsito y el desafío del alcohol cero

(Silvina García Larraburu*).- El alcohol es una de las principales drogas legales de nuestro país y, su consumo abusivo, se vincula directamente a la ocurrencia de accidentes de tránsito con sus terribles consecuencias.

La sociedad en su conjunto, viene sufriendo el flagelo que provoca esta sustancia y cada día se incrementa el reclamo social para establecer mayores controles y evitar siniestralidades que podrían evitarse.

El alcohol es una sustancia que produce toxicidad y disminuye la capacidad de atención y coordinación; la ley nacional de tránsito establece que “una conducción adecuada requiere lucidez y capacidad de reacción, especialmente ante las situaciones imprevistas”. Actualmente se permiten 0,5 g/l gramos de alcohol por litro de sangre, lo cual en muchas ocasiones genera confusiones y especulaciones en cuanto a la ingesta permitida antes de conducir.

Un ejemplo de esto es que el 65% de los aspirantes a sacar su licencia de conducir, considera que un sólo vaso de bebida alcohólica no afecta su capacidad de reacción y además sólo en la Ciudad de Buenos Aires existen al menos 11 casos de alcoholemia positiva por día, registrándose en los últimos seis meses 1955 infracciones por esta causa.

A raíz de la problemática descripta, presenté en septiembre de 2015 un proyecto de ley con la finalidad de disminuir a cero la tolerancia de alcohol en sangre, estupefacientes, medicamentos u otras sustancias que pongan en riesgo la aptitud para conducir –S/3273-, y este año solicité al Poder Ejecutivo Nacional informes sobre las campañas de difusión y concientización vial efectuadas, los controles de tránsito y sus resultados, el grado de implementación del Programa denominado “Conductor/a Designado/a”, la tasa oficial de siniestralidad durante este año y las áreas geográficas con mayor índice de accidentes –S/3130-.

Según la última estadística del Ministerio de Salud de la Nación, en 2014 murieron 5033 personas en incidentes de tránsito en todo el país y, además, un estudio reciente realizado en la provincia de Buenos Aires concluyó que un tercio de las internaciones y el 75% de las asistencias con ambulancias en la calle se originan en siniestros viales.

Se han registrado más de 200.000 muertes a causa de los accidentes de tránsito perpetrados por conductores alcoholizados en los últimos años, conforme estadísticas de la asociación Luchemos por la Vida.

La gravedad de estas circunstancias, nos hace replantear seriamente el fortalecimiento de acciones para proteger la vida y la salud de nuestros ciudadanos. La experiencia nos ha demostrado que circular en estado de ebriedad condena no sólo a los conductores y a las víctimas -a quienes se les arrebatan sus vidas-, sino que se extiende también, al dolor injustificado de las familias que deben conllevar nada menos que muertes sin sentido, muertes que pudieron haberse evitado.

Creo sinceramente que debemos avanzar hacia una sociedad que conduzca sin los efectos del alcohol; por ello resulta prioritario el tratamiento de esta problemática en la agenda de salubridad y seguridad vial de la Nación, ya que es sólo a partir de la responsabilidad, la concientización y el compromiso, que podremos lograr un cambio positivo.​

*Senadora nacional por Río Negro-FpV