El Gobierno en su laberinto. ADN

Un viejo proverbio dice que de todo laberinto se sale por arriba. ¿Será el caso del oficialismo rionegrino?. Alberto Weretilneck viene transitando los caminos de la ligustrina política que están plagados de obstáculos, pero que ofrecen la posibilidad de reiniciar la marcha hacia otro lado. La encerrona amerita otro tipo de resolución.

La Casa Rosada se molesta con ese andar, prefiere -como todos los gobiernos- mandatarios provinciales fiables. Los propios, y los extraños, pero que ofrezcan certezas en sus dichos y actos. Frente a la desconfianza, hay acuerdos por abajo. El macrismo pacta directamente con los municipios obras y política. Así es como se multiplican los anuncios del Ministerio del Interior.

Pero Weretilneck ganó tiempo. Recién sobre este fin de año aumentó el recelo nacional. Los vaivenes anteriores le sirvieron para acordar la devolución del 15% por la quita de ANSES, y canalizó a través del IPPV la mayoría de las obras por viviendas que continúan o se harán en ciudades de Río Negro.

A cambio, el gobernador pidió volver al mundo pagando a los Fondos Buitre. Consiguió un voto y una abstención en el Senado para su aprobación. También milita la reforma política de Macri. Pero solo con eso no alcanza.

El presidente, pese al discurso con el que llegó al Sillón de Rivadavia, no cambió ciertas reglas de juego y, por caso, mantiene el favoritismo político para destinar ayuda financiera al interior. No hubo reglas claras ni un federalismo concreto a partir de un cambio en la ley de coparticipación. Y como dicen en la calle, billetera mata galán.

Weretilneck rehuye un apoyo cerrado al macrismo. Su paragüas es el partido provincial. Nación no pide tanto, quizás sólo alcance con el ejemplo neuquino, un alineamiento en la prédica de «un país moderno, sin la agobiante presencia del Estado». Pero sin el Estado, Río Negro está en problemas. Sus ingresos dependen -en un 60%- de los fondos de Nación.

El ejemplo más palpable es el Presupuesto 2017. El monto final es una estimación sin los posibles cambios al mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. La Provincia perdió este año 1.600 millones de pesos en conceptos de coparticipación. Entonces…que hacer?

Al gobierno provincial no le quedó otra opción que criticar a la Casa Rosada por la merma de los fondos, y por todas las políticas que lo afectan: reembolso de los puertos patagónicos, apertura de la barrera sanitaria y, entre otras, el tipo de cambio que afecta a las economías regionales.

Nación respondió: primero frenó la autorización para emitir Letras, lo que pone en jaque los salarios y el aguinaldo; después con la denuncia sobre los fondos para las viviendas. El gobierno nacional sospecha que el dinero girado al IPPV, tuvo otro destino. Miran el Fondo Único que aspira todo el dinero que generan las empresas rionegrinas para respaldar los gastos del Estado. Los gremios y empresarios (por lo bajo) dicen que el gobierno «guarda la guita». En Interior no descartan -si la plata no aparece- avanzar con algún mecanismo judicial.

Y es que Weretilneck logró que la mayoría de los intendentes firmaran un convenio con el Instituto de la Vivienda, para que los fondos nacionales sean administrados por la provincia que tiene la relación con las empresas constructoras. No lo firmaron Sierra Grande ni General Roca. Hoy, el Ministerio del Interior le pide a las comunas rescindir los contratos con el sector privado y volver a empezar. Así, se agilizarían las obras.

El macrismo evalúa que en 2017 se plebiscita la gestión del Presidente. Mostrar gestión es primordial. Por eso decidió en Río Negro ir con candidatos propios y lograr un piso que le sirva de instalación política para 2019. En ese contexto tiene al Frente para la Victoria como principal adversario, pero no logra identificar donde se para Juntos Somos Río Negro, algo que, si la elección se nacionaliza, lo beneficia.

El año próximo será parecido a este, dicen en Economía. Por lo que la dependencia de Nación aumentará. El Presupuesto marca un déficit importante, un crecimiento de la deuda, pero fundamentalmente, una escasez de recursos que sólo (o casi) le permitirá al gobierno pagar salarios. El gasto corriente está pautado en 78%. O hay ajuste, o emisión de deuda. Si se define por instrumentar una suerte de bono, Weretilneck no sólo deberá contar con el respaldo de la Legislatura, sino con la aprobación de Alfonso Prat-Gay.

La Casa Rosada tiene la misma fórmula frente al esquema económico nacional. Sin lluvia de dólares, con el blanqueo muy debajo de lo esperado, y la reactivación que se va corriendo de semestre y año, tiene los caminos de la deuda o el ajuste. Hasta acá, va por el lado de la búsqueda de dinero en el exterior. ¿Hasta cuando?

José Luis Espert, uno de los economistas más liberales de Argentina con predica en la Casa Rosada viene alentando la idea de achicar el gasto público, lo que significa -según su óptica- echar a un millón de trabajadores estatales en la órbita nacional. También pide menos presión fiscal a los ciudadanos y empresas, y bajar el costo laboral. Todas medidas que impactan de lleno en las provincias, pero más aún, en las que no tienen capacidad de generación de riqueza.

La economía y la política se van juntando y provocan un cuello de botella. Los caminos del laberinto son cada vez menos pintorescos. La senda del 2016 va quedando detrás, ¿Cómo será la del 2017?. Podrá Weretilneck seguir zigzagueando los obstáculos con la fórmula «ni obsecuentes ni arrodillados»?. Encontrará en la adversidad fortaleza?.

Todas preguntas que irán develándose a medida que se transite el espinoso camino del laberinto.