Falta de gestión y equipo ● ADN
Alberto Weretilneck terminó esta semana renovando sus colaboradores en el área de Seguridad. Designó dos civiles: uno en la Secretaría y otro en la Jefatura de Policía. El primero, peronista, con experiencia en el tema. El segundo, del CC-ARI, un abogado entusiasta en esta temática y en ocupar cargos públicos, que participó en su momento en el Consejo de Seguridad local. El gobernador no tuvo prurito en examinar pedigríes y currículum, demostrando una apertura que meses atrás no podría ni soñarse, pero también apoyándose en respaldo nacional. Fue el hecho político de mayor preponderancia, además de los acostumbrados mensajes internos de los sectores en pugna en el gobierno.
Quizás en el pensamiento íntimo, el mandatario quisiera que todas las semanas fueran así. Su gabinete y funcionarios fueron elegidos a gusto y semejanza de Carlos Soria, que ya no está. Salvo algunas excepciones, éste no es el equipo de Weretilneck.
Para buscar un ejemplo futbolero, en un fin de semana a toda definición, el Gobernador es como un arquero con una mala defensa, se juega en cada pelota, le pegan en los palos y cada tanto recurre al recurso de despejar hacia el corner. Por momentos siente la necesidad de ir a cabecear al área contraria, se para casi en el medio campo empujando a un equipo que no tiene ideas, que no penetra, falto de garra, sin espíritu de cuerpo e individualista.
A Weretilneck le cuesta empujar de un carro tan pesado. Hasta el momento se han disimulado las carencias de contar con funcionarios sólidos, conocedores de la administración, con experiencia y ágiles en la gestión, pero el tiempo es un duro espejo poco tolerante con los errores que devuelve la imagen deteriorada por la opinión popular.
Hay ministerios y organismos que generan conflictos, otros que pasan inadvertidos porque poco o nada hicieron, algunos muy personalizados e individualistas que dejan siempre al descubierto al Gobernador y muy pocos saben accionar desde el Estado.
Hoy Alberto Weretilneck tiene otra actitud frente al gobierno. Ha incrementado su poder más rápido de lo pensado meses atrás y se siente en condiciones y con actitud de producir los cambios necesarios para no morir en el intento y pasar sin pena ni gloria por un gobierno que le fue ajeno en sus comienzos.
¿Cuándo se profundizará este proceso? Sólo él lo sabe. Por lo pronto se anunció la designación de Oscar Díaz al frente de Canal 10 y nada aún ha pasado; a Julián Goinhex, más afuera que adentro, todavía no le encuentran un lugar para desplazarlo. Prometió cambios en las empresas públicas que vienen demorados. Nada se sabe del contador Roberto Meschini.
Su ministro de Gobierno sólo garantiza horas de silla en su despacho, intercede con intendentes y interactúa con el justicialismo, pero como área política por excelencia, está alicaída, le falta peso específico.
No tiene Secretario General y la Secretaría Legal y Técnica es una caja de Pandora.
Las consecuencias de la mala gestión de Obras Públicas están a la vista y basta recorrer escuelas y algunas obras en la provincia; Desarrollo Social ha dejado sin contención o llegó tarde con diversos sectores de la sociedad que necesitan protección del Estado, especialmente en invierno. El ministro de Turismo de gira por Tahiti y la Polinesia en pleno comienzo de temporada en Bariloche; en Viarse hay dudas por la gestión anterior y muchas sospechas por los meses de la actual. En el resto, muchísimos anuncios y promesas que en algún momento deberán concretarse.
Le cuesta entonces al Gobernador tener una mirada piadosa hacia sus colaboradores. La crisis frutícola es un problema que Producción no logra manejar. El joven ministro está en silencio. El titular de Economía nunca está en línea con el mandatario cuando de cifras se trata. Se miente con los números, por ejemplo: ¿Cuánto cuesta el aguinaldo de los funcionarios 6 ó 2 millones? ¿Cuál es la deuda a proveedores, 640 millones ó 138 millones? ¿Cuántos funcionarios hay en el gobierno, los 147 prometidos inicialmente o los más de 300 que se cuentan en la actualidad?
Alberto Weretilneck inició su gestión, primero como vicegobernador, con un nivel de conocimiento que le marcaban las encuestas de apenas un dígito. La atención estaba de manera excluyente en Carlos Soria.
Hoy tiene otros números en la mano y como apasionado de la estadística lee que ya está en dos dígitos, aún bajo, y por eso recorre la provincia incansable. Estos guarismos que le marcan una parcial sonrisa en el rostro también le ponen el gesto adusto cuando ve la opinión de los encuestados sobre el gobierno en general.
La administración no está bien y sólo ha transitado seis meses del total de cuatro años. No hay más caminos que crecer en la consideración ciudadana y cuidar el desaliento y la desilusión. No hay empate.
Como hombre de formación municipalista, conoce de la importancia de la gestión y de la eficiencia en la administración. No hay que dilapidar capital político porque su socio, el peronismo, lo hará responsable y lo dejará solo.
Sin embargo si logra virar el rumbo y ajustar sus líneas será el único ganador. Veremos cómo termina el partido.