Listas, listas, listas…● ADN
Para algunos, aparecer en una lista es como despertarse desnudo durante un sueño ante la mirada pública. El foco del otro se magnifica como el lente de una lupa sobre el secreto mejor guardado.
Una lista actúa a veces como un amplificador de miserias públicas y privadas. Un nombre en una lista es capaz de matar la credibilidad del político más pulcro o de la institución más prestigiosa.
La difusión de listas en los últimos años ha dado mucho que hablar en Río Negro. Una de las primeras que se conoció fue la de los becados por el Ministerio de Familia. Carlos Soria especuló con publicar una los 29 de cada mes, recordando el “día del ñoqui”. Aquella nómina provocó muchas quejas contra el Justicialismo, que pagó jugosos montos a algunos medios escritos por su difusión, como parte de su estrategia para llegar al poder.
La Justicia Federal investigó y encontró nada para continuar, por lo que pasó a la órbita provincial, donde no se ha detectado mucho por objetar. Igual mucha gente salió afectada, incluso compañeros del PJ, que también cobraban.
Otra lista que causó estragos fue la que incluía a los investigados por la ex defensora Ana Piccinini. Algunos medios hablaron de espionaje. Desde la defensoría del Pueblo se buscaban “antecedentes comerciales” de una variada cantidad de rionegrinos. La diputada brindó explicaciones “en privado” a varios de los espiados, pero sin éxito, las heridas de sus “amigos” no se cerraron.
Entre los “investigados” figuraron parientes, diputados, la familia Chironi, dirigentes de DDHH y hasta un muerto.
Sobre este hecho se presentó una denuncia penal, cuya investigación quedó en manos del fiscal Marcelo Álvarez. Nada pasó con esta causa, duró lo que dura un lirio. El fiscal encontró rápidamente una escusa para mandarla al freezer y ahí esta todo a la espera de un microondas.
Otra lista que provocó fuertes cimbronazos en la sociedad rionegrina fue la de los “sobresueldos” del Ejecutivo de la gestión anterior. Su publicación actuó como uno de los tiros de gracia que utilizó el Peronismo para sacarle el poder al radicalismo después de 28 años y además desembocó en el procesamiento de los principales referentes del Saizmo y en un despertar de las instrucciones de primera instancia.
Fue una obra magistral: nació de la compra de información que realizó el dirigente Roberto Vargas, que se la pasó a Martín Soria (Pantaloncitos Cortos), quien coordinó todo con Liliana. La procuradora, que en esta oportunidad no esperó resultados de los órganos de control, inició la acción, olvidándose del sorteo de fiscal. Después la Cámara (Sala A) le declaró inconstitucional la norma invocada, pero ya era demasiado tarde, las esquirlas estaban por todos lados.
Este año, hubo una nómina que hizo recalentar a propios y a extraños: los sueldos de la Legislatura. En el interior del Parlamento chillaron por la filtración, y en el exterior, por los semejantes sueldos de algunos empleados legislativos, más que nada de unos cuantos a los que no se le conocía labor parlamentaria alguna.
Aunque no tuvo tanto impacto, la lista de los “supersueldos” o “sobresueldos blanqueados” de los funcionarios de la nueva gestión también hizo hablar a la chusma. En un contexto de declamada austeridad, la lista agitó el hervidero en la capital provincial.
Más reciente, otra de las listas tristemente célebres fue la que integraron los deudores del Banco Nación beneficiados por la Provincia. En la nómina, un productor pasaba a la historia con un perdón de cerca de 7 millones de pesos, mientras el promedio rondaba las 200 lucas.
Existió otra lista que también ocupó las portadas de los principales medios. La lista “científica” que luego de un arduo trabajo derivó en la clasificación de medios difundida por el organizador de una de las fiestas patrias más caras de la historia rionegrina. Un orgullo para la ciencia provincial.
Fue el mismo genio quien participó en el craneado de las listas negras que clasificaban a los empleados de la Secretaría General según sus pertenencias políticas.
Y hay una última lista para mencionar, una que la Justicia rionegrina tiene guardada “bajo siete llaves”. Una nómina que la sociedad, ansiosa, espera conocer: el célebre listado de los que cobran por el Método Indicador de Gestión (MIG). La esconde el STJ, pero también la Procuradora y hasta la ex defensora, que antes reclamaba acceso libre a la información.
Una lista en la que muchos y muchas quizás despierten, también, desnudos ante la mirada pública.