Valle de pasiones ● ADN
Alberto Weretilneck siente las presiones intestinas. Comienza a surgir del peronismo su peor perfil: el internismo. Percibe el gobernador que las críticas más severas no están en sus adversarios políticos, sino en sus aliados. La mitad del año marca la inflexión y nadie puede soslayar, por más benévolo y caritativo que sea en el análisis, que el sector justicialista que se autodefine como sorista, en una perpleja caracterización que evoca lo que ya no es y no le da paz al gobierno.
Una larga lista de declaraciones públicas e intencionadas jugadas con repercusión mediática, se sucedieron casi todos los días de las últimas semanas.
Este sector interno paradójicamente tiene como vocero a una radical, la legisladora Ana Piccinini, quien fue la encargada de poder blanco sobre negro la relación interna con Weretilneck. En Radio Nacional, una emisora oficialista –otra paradoja- la ex defensora del Pueblo dejó bien en claro que este gobierno y el gobernador no la representan y que nada tienen que ver con lo prometido por el fallecido Carlos Soria. Para qué más con esto alcanza y sobra.
El correlato de este pensamiento lo expuso el ex subsecretario de Obras Públicas, Marcelo Catini, el mismo que contrató obras sin licitar, quien puso un dedo en el centro de todo cuestionamiento al gobernador denunciando un pacto entre Alberto Weretilneck y el senador Miguel Pichetto que deja de lado a los amigos de Soria. Para darle más claridad a sus conceptos, presentó su renuncia al cargo ante el intendente de General Roca y vicepresidente del PJ, Martín Soria, desconociendo los títulos del gobernador y del titular del peronismo.
Por si faltara algo a este “reality” también escribió la esposa de Catini, Silvia Mattei, incorporando a la rama femenina a los planteos críticos al gobierno y se sumó a los cuestionamientos realizados por Guadalupe Del Valle, casualmente hija del ministro de Obras Públicas, César del Valle.
Nadie pone paños fríos y pareciera que existen funcionarios con derecho al cuestionamiento al Gobernador, lo que en realidad puede traducirse en una falta de reconocimiento. El intendente de Río Colorado, aquel que viene del “sector privado” y que no es político, pero si sorista, fue duro con el mandatario ante el conflicto de obreros de la Uocra de aquella localidad.
Podrían agregarse algunos hechos más que marcan un posicionamiento crítico de un sector del peronismo que se ubica territorialmente en General Roca y que se esfuerza por mantener viva la memoria de Carlos Soria, se sienten sus verdaderos herederos y le recuerdan permanentemente a Weretilneck que él no ganó las elecciones, simplemente fue un desconocido “partenaire”.
Frente a esta situación le toca jugar al gobernador, por más que sus más fieles interpretes hablen de “medir los tiempos”, la “correlación de fuerzas” y otros argumentos.
La lucha por el poder es una lucha por posicionamientos y ambiciones y muchas veces descarnada. Existen en el gobierno vidas paralelas que pretenden convivir en una misma coalición, donde poco queda de acuerdos preexistentes.
La sociedad rionegrina comienza a sentirse convidada de piedra y expectante con las peleas en el gobierno. Le cuesta entender que a pocos meses de transcurrido el gobierno se avizoran nubarrones en el horizonte.
No hay cambios y cada uno resuelve las cosas a su manera. Julián Goinhex está refugiado en Canal 10 y acuerda con la esposa de Carlos Soria (hijo) una estrategia para quedar con la emisora, mientras que el gobernador ya designó a Oscar Díaz; el ex director de Sefepa, Juan Pablo García, sigue acuartelado en la empresa a pesar de que fue expresa la orden de su renuncia; la Legislatura a instancias de los miembros del Tribunal de Cuentas, modificó el proyecto del gobernador sobre la fijación de sus propios sueldos y no pudo ser aprobado; Roberto Meschini aún no fue designado y en las empresas públicas siguen incorporando empleados y de la misma manera podrían citarse otros casos como la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, las denuncias en Turismo y la pasividad del área de Salud, frente graves situaciones que llevan varios meses sin solución.
Un párrafo aparte merece el permanente asedio a la Justicia. Piccinini presentó ante el Consejo de la Magistratura una denuncia contra el juez Guillermo Bustamante.
La locuacidad de la legisladora la embarga en una notoria parcialidad sobre las funciones del Consejo respecto al desempeño de otros magistrados “propia tropa” y aún de su propia hermana.
Todos estos hechos hablan por sí mismo. La única persona capaz de encarrilar este tren es el propio Alberto Weretilneck, gobernador constitucional de Río Negro con mandato hasta el 10 de diciembre de 2015.