Un viaje hacia las utopías revolucionarias (XLVI): Los comienzos del terror ● Manuel Justo Gaggero
Como hice en el aniversario de la muerte de Eva Perón, en esta oportunidad y, recordando los sucesos que culminaron con la Masacre de Trelew hace 40 años, que fue el comienzo del Terrorismo de Estado, es que, tomándome la licencia del relator, he decidido describir lo que pasaba en aquellos días en este camino, que estoy reconstruyendo en la búsqueda de las utopías revolucionarias.
Corría el año 1972, la Dictadura encabezada por el General Alejandro Agustín Lanusse, jaqueada por las movilizaciones populares que tuvieron su pico mas alto, a finales de la década del 60, con el “Cordobaza” y luego con el “Vivorazo” y por la actividad de las organizaciones revolucionarias, había anunciado la decisión de convocar a elecciones a llevarse a cabo en el año próximo.
Al mismo tiempo y desde el Ministerio del Interior ocupado por un radical Arturo Mor Roig, que tenía el respaldo del dirigente de ese partido Ricardo Balbín, se había lanzado el Gran Acuerdo Nacional -GAN- dirigido a lograr que los partidos políticos que participaran en la contiende electoral acordaran con los condicionamientos impuestos por el régimen militar, dirigidos, fundamentalmente, a asegurar la impunidad de los jefes militares y de las fuerzas de seguridad, por los crímenes cometidos en ese período-1966 a1973-.
La desaparición forzada de Néstor Martins, y de su cliente Nildo Zenteno, la del compañero de mi hermana, el entrañable y querido Luis Enrique Pujals, como las de los matrimonios Maestre y Verd, así como los crímenes cometidos el reprimir las puebladas populares, no debían ser investigadas por el nuevo gobierno, surgido en los comicios amañados.
Al mismo tiempo y, con diferentes argucias seudo legales, se trataba de proscribir al General Juan Domingo Perón, condicionando la participación del Movimiento a que este no integrara la fórmula presidencial.
Nosotros, en la ciudad de Paraná, nos seguíamos reivindicando como “peronistas cookistas”, participábamos de un nucleamiento clandestino con compañeros comunistas, socialistas, radicales y cristianos tercermundistas, denominado Frente Unico de Resistencia -FUR- y, al mismo tiempo, consecuentes con nuestra postura a favor de la lucha armada, insistíamos en la necesidad de la unidad de las organizaciones revolucionarias.
Mas allá de colaborar con compañeros del ERP y de Montoneros, decidimos llevar adelante algunas acciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FAR- a partir de una charla de todo el grupo con Roberto Quieto, sin perjuicio de los acuerdos con el Frente Revolucionario Peronista -FRP- que lideraba Armando Jaime y con el Frente Peronista de Liberación que dirigía Eduardo Salvide.
Mientras preparábamos la “operación Avispa” dirigida a desbaratar el avión del interventor de la provincia, un brigadier de apellido Favre, y realizábamos diversas acciones de propaganda armada denunciando las maniobras dela Dictaduraque se escondían detrás del GAN, los compañeros que venían de Buenos Aires nos hicieron saber que en agosto se preparaba una actividad importante, por lo que nos teníamos que preparar para apoyarla.
Por otro lado, los que dedicábamos parte de nuestro trabajo profesional a la defensa de los presos políticos en todo el país, realizábamos encuentros anuales para intercambiar experiencias y debatir sobre los caminos mas correctos para llevar a cabo nuestra labor en una discusión sobre si eran los juicios de ruptura, en los que cuestionábamos al sistema y a su supuesta “justicia” o los de continuidad, en los que nos valíamos de las reglas procesales de la justicia burguesa, los mas adecuados.
El Congreso de ese año, que llevaba el nombre de nuestro querido amigo, “secuestrado-desaparecido” Néstor Martins, se llevaría a cabo en Buenos Aires en la sede dela Federación GráficaBonaerense, gremio que lideraba el Secretario General dela CGTde los Argentinos Raymundo Ongaro.
La Gremialde Abogados de esa ciudad sugirió que este se realizara a mediados de agosto.
Sin duda, de que los compañeros que fijaron la fecha, tenían algún aviso de que en esos días se preparaba una actividad conjunta entre las tres organizaciones revolucionarias -FAR Montoneros y el ERP-.
Cuándo llegué a Buenos Aires me enteré de que dos listas se confrontarían para presidir el encuentro, una encabezada por Gustavo Roca, el amigo del Che, defensor de los compañeros del EGP y del grupo que había intentado el copamiento dela Caleray la otra, por Alfredo Curuchet, abogado de los sindicatos clasistas de Córdoba, con el que había compartido la cárcel en 1970.
En ambas se me postulaba como Secretario, con lo que se ratificaba la caracterización que hacía Susana, mi hermana, con mucho afecto, de mi persona, diciendo que era un “centrista coherente”.
En la votación se impuso Gustavo que, además, era un gran amigo de Alicia Eguren, y lo había sido de John William Cooke.
El segundo día de las deliberaciones, compañeros de las tres organizaciones nos hicieron saber de la fuga de presos políticos alojados en la cárcel de máxima seguridad de Rawson, que se iniciaba ese día, para que estuviéramos atentos por la posible represión que seguiría a la misma.
Así fue y ante la salida de los compañeros que lograron embarcar en el avión que los trasladó a Chile, y la detención en el aeropuerto de 19 compañeros de las tres organizaciones, se decidió, sin suspender las actividades del Congreso, que Andrés López Acotto que militaba en el socialismo, viajara a la capital chilena para entrevistarse con Salvador Allende, el presidente del hermano país para gestionar el asilo de los que habían logrado fugarse. Santucho, Vaca Narvaja y, Gorriaran, entre otros.
Al mismo tiempo Rodolfo Ortega Peña, Luis Eduardo Duhalde, Rodolfo Mattarollo, Carlos Gonzalez Gartland y Vicente Zito Lema viajarían a Trelew para garantizar la integridad física de los compañeros que se habían entregado en el aeropuerto y los que continuaban alojados en el Penal de Rawson.
Luego se sumarían otros colegas.
Al final del Congreso, en el que exigimos garantías para los detenidos políticos y la libertad de los mismos, denunciando las restricciones quela Dictaduraimponía al llamado a elecciones y la actividad dela Cámaraespecial establecida por el régimen militar para procesar y condenar a los revolucionarios, denominada el “Camarón”, Gustavo viajó a Chile para acompañar la gestión dirigida a lograr el asilo de los compañeros y su posterior viaje a Cuba.
Por su lado Alicia Eguren, que tenía una estrecha relación con el “compañero Presidente” de la hermana República, colaboraba en la solicitud.
Luego se produjo el asesinato de los compañeros, con sólo tres sobrevivientes, en la base aeronaval Almirante Zar, que se trató de presentar como un “intento de fuga”.
Sin duda que fue una decisión consensuada por el Comandante en Jefe dela Armada, Hermes Quijada con el visto bueno del Dictador Lanusse.
Este fue el punto de partida del Terrorismo de Estado, que luego se implementara para imponer un modelo económico, aún vigente, en el que se privilegia a la burguesía financiera y a los sectores agroexportadores.
Cuándo veía por televisión la conferencia de prensa del” Indio” Ruben Bonet y de Mariano Pujadas, lo recordaba al primero cuándo en los años 60 venía acompañando a Luis Enrique Pujals, a Santa Fé, para concretar acuerdos con nuestra organización -la corriente “cookista”-.
Ambos eran de Pergamino y militaban en Rosario-
Me impresionó siempre por ser un cuadro muy sólido, coherente y a la vez afectivo, al cuál Susana quería mucho.
Seguiremos en la próxima nota retomando esta zaga, pero no podía dejar de recordar aquel agosto, que nos llenó de alegría con la fuga y de tristeza conla Masacre.
Manuel Justo Gaggero es abogado, ex Director del Diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre20”.