Transferencia de poder ● ADN
El justicialismo de Río Negro ha dejado de ser monolítico y el poder está fragmentado. En el peronismo el partido es solo una “herramienta electoral” y el poder se nutre de distintos sectores que conforman un mosaico ideológico y de intereses corporativos y sociales.
Su éxito sólo está garantizado a través de una única y férrea conducción vertical. Caso contrario la historia es profusa en ejemplos de enfrentamientos, dilapidación de poder y fracasos.
Cuando Mario Franco condujo al conjunto llegó al gobierno, pero cuando se cuestionó su conducción fue derrotado. Lo mismo sucedió en épocas de Remo Costanzo, Víctor Sodero Nievas, Miguel Pichetto y del propio Carlos Soria, que pudo remontar su propia historia cuando aglutinó y convocó al conjunto, conocedor que el único estilo posible de conducción era a los gritos, duro y con mano férrea.
De esta manera llevó al justicialismo al gobierno. Su muerte no permite suposiciones para analizar si hubiera tenido éxito.
Lo cierto es que no hay una misma conducción en el gobierno y en el partido, un argumento que ayuda a entender la crisis actual y la división en el Frente para la Victoria.
Alberto Weretilneck tuvo que decidir si sujetaba su administración a los condicionamientos del presidente del PJ, Miguel Pichetto o construía su propio poder desde la tierra fértil que le ofrece el Estado.
El gobernador es quien manda. La sociedad rionegrina lo sabe y se expresa a través del gobierno y poco le preocupan las peleas internas.
Pichetto advirtió por donde deseaba caminar Weretilneck y trató de condicionarle el rumbo con argumentos como “falta de consulta”, “amigo de los radicales”, “mala administración de los recursos del Estado” y otras excusas que sólo subjetivaban la impotencia.
El panorama interno se complicó mucho más cuando la mayoría de los legisladores, intendentes y dirigentes justicialistas entendieron que la lealtad es al gobierno y fieles a la historia peronista decidieron por el jefe del Estado y no por el partido.
Así comenzó la transferencia del poder real. Sucede que muchas veces los avatares de la política se trivializan y pierden su verdadero significado detrás de las anécdotas de funcionarios, legisladores, dirigentes y las narraciones periodísticas.
Por esta razón fue difícil acercar posiciones porque no sólo se trataba de una guerra de comunicados y declaraciones. No todo era ver quien gritaba más fuerte o lograr el mejor título periodístico, la verdadera cuestión estaba en quien ejerce el poder.
Hoy el gobernador avanza en el armado de su gabinete. Tampoco hay homogeneidad al menos en los nombres que se conocieron hasta ahora, pero puede ser inicio de una etapa de transición que llegue a fin de año.
Mientras tanto la oposición interna mira con atención cada paso de Alberto Weretilneck y cuando puede critica al gobierno, desde un posicionamiento tan burdo como reiterado: “apoyaremos lo que está bien y criticaremos lo que esté mal”.
La legisladora Ana Piccinini, vocera de esta política, de voz estridente, conoció en la semana los alcances del poder real. Fue sustituida en la presidencia de la Comisión Legislativa de Asuntos Constitucionales y va camino de dejar también el Consejo de la Magistratura por la mayoría legislativa.
Pensó la diputada que su verborragia no tenía límites y con respaldo para seguir actuando como la principal opositora al gobierno. Pensó que podía hacer lo que hizo con sus correligionarios que siempre la perdonaron.
En la reunión de Weretilneck-Pichetto con Juan Manuel Abal Medina, el gobernador le había anticipado al senador que no le pidiera clemencia por la radical reginense. Nuevamente el error de subestimar.
Piccinini había agredido sin límites al ministro de Economía, Alejandro Palmieri en el plenario de comisiones legislativas en el tratamiento de la ley de emergencia. El ministro aguantó estoicamente, apoyado por el Fiscal de Estado Pablo Bergonzi.
Ahora se conoció que su hija trabaja en la UPCEFE, en Buenos Aires, cuando ella fue severamente crítica – especialmente estas semanas – de los funcionarios que tenían parientes en el gobierno.
Esta unidad ejecutora de financiamiento externo recibe en su seno a los compromisos políticos del pichetismo y la legisladora ahora quedó presa de su incontinencia verbal y afán protagónico. Entre los empleados de este organismo se suman hijos de políticos, dirigentes justicialistas no sólo de Río Negro y otros compromisos partidarios.
Esta semana será de anuncios y novedades. Llegarán nuevos funcionarios, habrá enroques, compensaciones y nadie quedará en la calle. El estado es generoso y siempre hay un lugar para no quedar fuera de la foto.
En paralelo las pequeñas batallas se darán en el ámbito legislativo. Existen denuncias cruzadas y heridas profundas y de ahora en adelante el parlamento será la caja de resonancia del debate interno del gobierno y el rol de la oposición.
El Frente para la Victoria perdió – por ahora – la mayoría absoluta que tenía en diciembre del 2011, donde además estaba a un voto de lograr los dos tercios.
Los nuevos tiempos exigirán al gobierno un nuevo relato. Aquel que le dio el triunfo hace un año quedó caduco y el electorado se desgrana en la desconfianza.
Alberto Weretilneck mantiene su optimismo que trata de contagiar a la sociedad rionegrina. Para tener éxito deberá salirse de la interna justicialista, total aún no se afilió.
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