Ante otro 17 ¿que te pasa peronismo? ● Jorge Castañeda

El peronismo  -especialmente el rionegrino- está en decadencia. Para sus dirigentes se acabaron las viejas banderas que enamoraron a varias generaciones  de argentinos y lo han convertido en un bien mostrenco o en el mejor de los casos en un partido liberal más.

Ha pasado mucha agua bajo los puentes de la historia y está olvidada en el desván de los trastos viejos aquella famosa frase ante los acontecimientos de octubre de 1945 de Raúl Scalabrini Ortiz cuando supo decir que presentía “que la historia estaba pasando junto a él y lo acariciaba suavemente como la brisa fresca del río”. Hoy en nuestra comarca provincial solo queda de aquello un vendaval de intereses, de inquinas y reyertas a pesar de haber ganado el gobierno de la provincia. Personalizaciones sin grandeza, odios madurados por lo bajo, desavenencias por cualquier motivo, rupturas y descalificaciones.

¿Acaso John William Cooke no había expresado que “cuando Perón no esté ¿qué significará ser peronista? Cada uno dará una respuesta propia y esas respuestas no nos unirán sino que nos separarán”.  ¿Sería una premonición para el peronismo rionegrino?

Hay en los dirigentes –aún en los más pequeños- un culto a la personalidad que espanta. Imponiendo nombres a calles, rutas, puentes, plazas y cuánta obra se inaugure, repitiendo hasta el hartazgo su gestión con nombre y apellido con los dineros de los contribuyentes olvidando lo que una vez el Padre Hernán Benítez, confesor de Evita le supo advertir al mismo Perón: “Vea General, cuando todo suena a Perón, el que suena es Perón”.

Se olvidan que a los tibios y a los desagradecidos los vomita Dios. Y verbigracia vale la anécdota: “Un grupo de jóvenes del Gran Buenos Aires estaba organizando el Movimiento.

Un profesional en cada oportunidad que podía no ahorraba diatribas en contra del entonces coronel Perón. En varias oportunidades los jóvenes lo imponen a Perón de tales importunaciones, pero éste les respondía “que no  podía ser”. Desalentados por la respuesta le plantean el caso al coronel Mercante y con él van a verlo a Perón.  “-Mira Juan, estos muchachos están cansados de plantearte siempre lo mismo sobre ese señor que se lo pasa hablando mal de vos y tu respuesta es de lo más desconcertante”.

“Y yo digo que no puede ser, porque a ese señor no le hice ningún favor” fue la respuesta de Perón”.

Nuestros muchachos rionegrinos al ocupar los cargos públicos se olvidan que hay que ser agradecidos por todo lo que el movimiento les dio.

Pero hay un decálogo para los malos peronistas.

 

DECALOGO DEL MAL PERONISTA

 

1)      Para el mal peronista traicionar a otros compañeros, a las bases, al electorado que los votó o a la doctrina peronista no es defecto sino una virtud.

2)      El mal peronista está siempre dispuesto a servirse impunemente del Partido y de los compañeros sin que se le mueva un pelo.

3)      Un mal peronista es aquel que se cree más de lo que es y que al decir del general Perón “conversa directamente con Dios”.

4)      El mal peronista cuando se trata de integrar las listas de candidatos “se cree mariscal sin haber hecho el servicio militar” y cuando entre a su flamante despacho “se enferma de importancia”.

5)      El mal peronista se jacta de no pensar ni capacitarse y a diferencia de Braden “no se olvidan el sombrero sino la cabeza”.

6)      El mal peronista está convencido que si  se accede al gobierno, éste debe ser una aparcería del partido político.

7)      Para el mal peronista la obsecuencia hacia los dirigentes de turno es una impronta que los califica para trepar y ganar posiciones sacrificando su forma de pensar.

8)      El mal peronista usa los medios para descalificar a los que no compartan su forma de pensar e implementa una caza de brujas si los considera sus enemigos.

9)      El mal peronista es más peronista que Perón.

10)  El mal peronista hace del culto a la personalidad una causa nacional.

 

 

Creo que todo está dicho. Cada cual tendrá que verse en el espejo. Al que le quepa el sayo que se lo ponga.

 

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta