Freydoz actuó con «emoción violenta», para el perito oficial
Roca (ADN).- En contraposición a la pericia presentada por la defensa, el perito oficial que analizó a Susana Freydoz, la viuda y única imputada por el asesinato del extinto gobernador Carlos Soria, consideró ante la Cámara Primera del Crimen de General Roca que la juzga, que la mujer podría haber actuado bajo los efectos de la «emoción violenta» cuando ultimó de un disparo en el rostro a su esposo en medio de una intensa discusión de pareja.
El perito oficial Ricardo Risso, con una trayectoria de 30 años como perito de la Corte Suprema de la Nación, hoy jubilado y 40 como psiquiatra del Borda, fue uno de los expertos que declaró en el marco de la sexta audiencia del juicio oral que se sigue contra Freydoz por homicidio calificado por el vínculo y agravado por el uso de arma de fuego, comenzó su testimonio confirmando que tras las entrevistas que pudo mantener con Freydoz se alejó de las hipótesis que hablaban de «locura» y «psicosis» en torno al hecho, y ratificó su postura inicial de que la acusada actuó en el marco de una situación de «emoción violenta».
Discrepó abiertamente con la postura de su colega, el perito de parte de la defensa Carlos Luis Miguel Cornaglia, al indicar que en su pericia sostiene que Freydoz «estaba loca, que tenía cuatro formas diferentes de locura» y consideró que de esa manera «se descontextualiza un crimen por una causa cerebral y por la ausencia de libertad y opciones».
«Mi opinión es que la señora actuó en un estado de emoción violenta, el estado de emoción violenta siempre es una respuesta psicológica a uno o a una sumatoria de acontecimientos traumáticos, siempre del entorno del que ha cometido el delito de emoción violenta, siempre provienen estímulos a los cuales la respuesta ilegal o ilícita de la persona no es nada más que un respuesta psíquica», explicó Risso.
«Los jueces siempre tienen la responsabilidad, especialmente porque la ley dice que en este caso donde esa emoción violenta aún constatada tiene que ser considerada excusable según las circunstancias y ese aspecto valorativo está reservado estrictamente a los jueces», señaló a la prensa al término de la audiencia y destacó que «si encuentro todo un síndrome compatible con la emoción violenta, pero los jueces dicen que las circunstancias en que esa emoción se desencadenó no son justificables, entonces la emoción violenta se torna superflua e irrelevante porque no incide en el resultado del cuadro».
Ratificando lo que manifestó en la audiencia, sostuvo que el hecho hubiera ocurrido de igual manera aún cuando Freydoz no hubiera consumido alcohol y pastillas. «Absolutamente, en mi opinión, no así en la del doctor Cornaglia, la dosis de alprazolam que había consumido, que es incluso subterapéutica y la concentración de alcohol que se pudo ver tenía en sangre, no son causales de un respuesta de ese tipo».
También minimizó las pruebas de alcohol en sangre que ubicaron los valores restrospectivos que registraba Freydoz entre 1,61 y 2,25 gramos de alcohol por litro de sangre, cuestionó la utilización de la fórmula de Widmark, por ser poco exacta y tener más de 80 años. Igualmente se ocupó en remarcar que no percibió en Freydoz en las tres entrevistas que le realizó, síntomas que indicaran que la mujer sufría dependencia del alcohol, ni de las benzodiazepinas, familia de fármacos entre los que está el alprazolam que consumía períodicamente la acusada.
El experto, convocado durante la instrucción por el juez subrogante Juan Pablo Chirinos, agregó que «el diagnóstico del estado de emoción violenta siempre supone la conservación de una cierta capacidad de comprender y dirigir los actos y al mismo tiempo la degradación de otras capacidades elementales. Es un estado intermedio que la ley ha hecho muy bien en instaurar … hay matices… hay personas penalmente capaces, penalmente incapaces y hay estados intermedios entre los cuales está la emoción violenta, no es el único, pero es el que nos atañe los peritos».
Consultado sobre sus dichos en la audiencia sobre que Freydoz «no estaba loca, enloqueció», agregó que «no todas las personas que enloquecen están locas, la mayoría de las personas normales puede entrar en estados de locura, de los cuales salen, los locos no salen tan fácil como salimos los normales que enloquecemos».
Sostuvo que la vida del matrimonio, en base a lo que se desprende del expediente por lo que decían los hijos y los conocidos de la pareja, «era un calvario» y se refirió puntualmente a la «dinámica del vínculo… no digo que había violencia familiar, pero que había violencia conyugal estaba todo el mundo de acuerdo».
«Con esta forma de mirar las cosas contextualizando la situación, uno humaniza los hechos, porque si no se trata de algo que mecánicamente ocurre porque alguien está loco, ebrio o intoxicado, entonces todo lo demás puede no estudiarse, no conocerse y no saberse, y entonces no vamos a entender nada, sólo podemos entender cuando contextualizamos una circunstancia», sostuvo diferenciando su pericia de la elevada por el perito convocado por la defensa.