El modelo económico y el crecimiento de la clase media ● María José Bongiorno
Cuando hablamos de las bondades de la matriz económica implantada en el año 2003 enla República Argentina, se nos suele descalificar de manera ligera. La recuperación del país ha sido notable y cientos de indicios, estadísticas y guarismos así lo indican. Empero, con simpleza, se lo niega.
La tecnocracia económica imperante durante los ´90, sólo se guiaba por dichas estadísticas. Poco parecía importar lo que sucedía con los millones de argentinos que, día a día, caminan las calles de este país, trabajan sus campos, educan sus hijos o llevan adelante emprendimientos productivos. Sólo los números, fríos y lacónicos, la guiaba. El final, lamentablemente, fue el conocido: un país económicamente desvastado y miles de argentinos excluidos y agobiados por la desocupación, la pobreza y la indigencia.
Desde el 2003 las cosas cambiaron. La redistribución de la riqueza ha sido uno de los pilares fundamentales de las políticas económicas implementadas desde el gobierno de Néstor Kirchner primero y la actual Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, después. La inclusión social fue manifiesta. Las acciones se multiplican día tras día, a pesar de que muchos se empeñan en negarlas. El beneficio para la población es claro y manifiesto. Así se expresó –contundentemente- en las urnas hace más de un año.
Sin embargo, el “ninguneo” hacia dichos beneficios crece, con la propia obcecación de quienes hacen del oponerse una especie de deporte. No sólo se niegan los impactos de las políticas desplegadas desde el Ejecutivo, sino también las mediciones oficiales. Siempre hay una excusa, y hasta estamos en ciernes de una medida de fuerza nacional contra un gobierno que, a lo largo de más de nueve años, se destacó, principalmente, por la reivindicación de los derechos de los trabajadores.
Recientes noticias emitidas desde un organismo internacional –a quien, precisamente no puede tildarse de “aliado” del gobierno- nos reflejan el real impacto del modelo económico en millones de argentinos.
El novísimo informe del Banco Mundial estableció que la clase media argentina se duplicó entre 2003 y 2009, pasando de 9.3 millones a 18.6 millones de habitantes. Ello implica, en la práctica, un 25% del total de la población que habita nuestro suelo.
Es la mejora más importante de Latinoamérica. Según indica el referido reporte, Brasil aumentó su clase media en un 22%, Uruguay en un 20% y Colombia en un 16%, en el período señalado.
El economista jefe para América Latina del Banco Mundial, Augusto dela Torre–uno de los autores del informe-, fue contundente: «Esto representa un cambio estructural histórico», afirmó el titular de la institución multilateral, quien reconoció que este resultado se debe a «las políticas implementadas por sus gobiernos» (declaraciones recogidas por Infobae.com, del 14 de noviembre de 2012).
Aquí ya no pueden quedar dudas. Aquellos que exaltan la validez de las estadísticas de los organismos internacionales deben reconocer que uno de ellos se ha expresado de manera implacable. Resalto los términos: “cambio estructural histórico”. Ello es lo que se está logrando enla Argentinadesde el 2003.
Esto es notorio. El aumento del consumo de la sociedad argentina ha sido, francamente, asombroso, si se compara con la devastación y la crisis del 2001. Los salarios han aumentado a valor real de manera constante, producto de las negociaciones paritarias libres, obra de la administración vigente desde el 2003, y ello tiene el reflejo que se comentó, entre otros tantos beneficios.
El “modelo”, pues, no es atentatorio contra la clase media, como se intenta afirmar obtusamente desde distintos sectores. Muy por el contrario, ha permitido su crecimiento y expansión. Por suerte, la mayoría de nuestros vecinos latinoamericanos se dirige en el mismo sentido.
Debemos poner las cosas en su lugar. Muchas veces es la historia quien lleva a cabo dicha tarea. Pero, por suerte, el presente lo está revelando. Prueba elocuente de que, también en ese aspecto,la Argentinaestá llevando a cabo cambios estructurales históricos que, como puede verse, se reflejan en el beneplácito de gran parte de nuestra sociedad. Porque de ello se trata la economía. Los números “fríos” de los `90, han quedado de lado. Hoy, la realidad, es diametralmente diferente. Lo que muestra que estamos en el sendero adecuado.
Dra. María José Bongiorno
Senadora Nacional