El gobernador Weretilneck, su Ministro Di Giacomo y la ¿pobreza intelectual?
Quienes en la década del 70 tuvimos que soportar las cárceles de la dictadura reivindicábamos en ese contexto que éramos presos políticos, nos negábamos enfáticamente a través del discurso y de la fuerza a ser ingresados a los pabellones de los denominados presos comunes.
Pensábamos, como consecuencia de una visión vanguardista hoy profundamente revisada, que nuestra categoría de “presos políticos” tenía una entidad superior sobre aquellos que habían sido detenidos en su gran mayoría por robo, única salida para miles de jóvenes que ante la ofensiva del neoliberalismo habían sido arrojados a la pobreza y la marginación.
Como la mayoría de las ciencias sociales lo reconocen las categorías científicas no son estáticas, sino que se ven resignificadas con el paso del tiempo y la modificación de los contextos de análisis.
Después de cuatro décadas el Gobernador de Río Negro y su Ministro de Gobierno, haciendo caso omiso de lo expuesto, intentan hacer una analogía con la década del 70 para justificar su afirmación de que los detenidos en Bariloche durante los saqueos y el posterior corte de la ruta 40 no son presos políticos, sino “comunes”
Siguiendo el razonamiento del Gobernador, que apunta a simplificar lo complejo y sostener un sentido común que se apoya históricamente en lo normado e invariable, podríamos también afirmar que los “comunes” son el pueblo, en contraposición con los Lores del Parlamente Británico.
Como se puede observar con este simple ejemplo los discursos puede ser manipulados en cualquier dirección y la historia permite transpolar hechos y categoría en función de los más dispares intereses.
Genera esta situación la duda si tales afirmaciones obedecen a una profunda pobreza intelectual o a una clara intencionalidad política que decide congraciarse con fines electoralistas con un sector bastante amplio de la población que hace suyo un discurso xenófobo y racista.
Múltiples especulaciones emanaron desde el poder frente a los hechos suscitados en nuestra localidad en diciembre. Una diversidad de relatos que involucraban a moyanistas, duhaldistas, gremios, partidos políticos mayoritarios y a una lucha de facciones dentro del equipo de gobierno.
Relatos que se fueron diluyendo, simplificando, hasta culminar tanto desde el poder como de los partidos de la autodenominada oposición en un único argumento: fueron los “comunes”, los pobres, comandados por una organización sediciosa. Siguiendo el razonamiento de Weretilneck y Di Giacomo los Lores fueron definitivamente absueltos.
Este razonamiento que sigue la linealidad del pensamiento moderno, aquél que nos hablaba del desarrollo y el progreso como algo ineluctable y culminó en el genocidio de la Segunda Guerra, es el que hoy los mencionados dirigentes aplican. Después de tres décadas de democracia sigue habiendo pobreza y marginación, las cárceles como las de Bariloche y de todo el país están atestadas de jóvenes que no superan los 25 años de edad, en un 90% condenados por robo.
Son las cárceles de la miseria, aquellas de las que nos hablan el Dr. Zaffaroni y Loic Wacquanta quienes tanto Weretilneck como Di Giacomo parecen no haber leído.
Exabruptos como el cometido por el gobernador ante el caso Paillalef cuando instó a “que se pudra en la cárcel” contrariando las constituciones nacional, provincial y pactos internacionales de derechos humanos por los cuales ha jurado revelan su verdadero pensamiento.
Un pensamiento que propicia la aplicación con el máximo rigor del código penal para los “comunes” y no para aquellos cuyos privilegios parecen eximirlos de la pena. Paradójicamente la presa común que ha permitido que Weretilneck ocupara el máximo cargo político provincial no esta detenida en una cárcel. Es una situación ampliamente conocida que ningún pedófilo, violador, estafador perteneciente a la categoría de los “lores” se halla detenido en las cárceles rionegrinas. Altos dirigentes gremiales y quien ha llegado a ejercer el cargo de intendente local , todos ellos procesados en la causa Arbos por estafa al estado nacional, siguen en libertad y con amplias posibilidades de que la causa prescriba a la brevedad.
Creo que es necesario introducir dos nuevas categorías para analizar estas situaciones y fenómenos en el marco de complejidad que tienen. Por un lado “lo político” y por otro “la política”.Ambas tienen que ver con la falsa y maliciosa contraposición preso común/ preso político.
Lo político esta estrechamente vinculado al espacio de lo público, espacio en el cual se dirimen los intereses y las reivindicaciones de los diversos sectores sociales. Un terreno de lucha y disputa en el cual la democracia fue conquistada con el terrible saldo de miles de desaparecidos, encarcelados, exiliados, torturados.
La política, no casualmente tan deslegitimada hoy, como el terreno en la cual prima la negociación, en la cual el fin justifica los medios, donde el enemigo de ayer es el aliado de hoy, que posibilita, sólo para dar un ejemplo, que el responsable de la destrucción del estado durante la década infame de los 90 sea senador y vote los proyectos del oficialismo a cambio de la prescripción de los juicios que lo involucran. Obviamente esto no sería así para quienes crean en la tan mentada e ilusoria división e independencia de los poderes.
Todo aquello que escape de la “política” así concebida, de la regulación y el orden impuesto por el estado, no es “político” . Entra según nuestros actuales y anteriores gobernantes dentro de la esfera del delito y del código penal. Más allá de lo declarado por el Ministro de Desarrollo Social quien afirmó públicamente que en Bariloche hay 40.000 pobres, o comunes como el Gobernador guste llamarles.
La lucha por el pan, por la salud, por la tierra, por la educación, por el cumplimiento de las garantías constitucionales integran el campo de lo político.
Por ende los sancionados por luchar por sus legítimos derechos son “presos políticos” señor Gobernador. O quizás mejor dicho, son presos de la “política”. Por más que le pese, que le resulte incomodo.
Angel Vainstein
DNI 8.591.160
Bariloche