La realidad marca el rumbo del gobierno ● ADN
El segundo año de la gestión Weretilneck comenzó con cambios en el gabinete. No fueron precisamente los que se pronosticaban en diciembre último ni tampoco producto de un golpe de timón en el derrotero oficial, las rotaciones y enroques fueron impuestas por la realidad, que parece ser es la única verdad que hace reflexionar al gobierno.
Al menos los cambios salvaron las barbas del ministro de Gobierno, José Luis Di Giáccomo, principal responsable del área de seguridad y hacedor de las políticas públicas en un ministerio sensible. A falta de política, de ideas claras y protagonismo, el hacinamiento y las múltiples fugas de las cárceles, la muerte de un comerciante en Cipolletti, sumados otros hechos graves de inseguridad, los saqueos en supermercados, el estado deliberativo interno en la policía y la falta de recursos fueron los factores que derivaron en los cambios recientes.
No hubo planificación, acuerdos previos, debate interno en el gobierno ni presiones políticas, sólo la realidad se encargó de llevar a su cauce lo que era un secreto a voces. Las peleas de Miguel Bermejo con el ministro, las críticas a la gestión de Ariel Galinger, las ganas de Fabián Gatti por conducir a la Policía y la presencia de Martha Arriola, quien goza de buena reputación ante el gobernador no podían terminar de otra manera. Los platos rotos los pagó Miguel Stupniki, un policía de carrera que verdaderamente conoce sobre el tema policial.
No hubo autocríticas y nadie reconoce la realidad. Sólo un cambio de nombres y roles con los mismos protagonistas – que seguirán cobrando suculentos sueldos en otros cargos – y por lo tanto nada asegura una solución a esta problemática que preocupa a la sociedad rionegrina.
Valga lo que sucedió en estos días para observar que esta situación se repite en casi todas las áreas del gobierno.
No hay previsibilidad, planificación, gestión y políticas de Estado. Sólo la realidad va obligando a diario a tomar medidas apuradas, improvisadas o paliativas y todos corren detrás de la pelota.
El ministro de Agricultura Alfredo Palmieri salió a decir que no hay motivo para el aumento del precio de la carne deshuesada en respuesta a lo que sucede en todas las carnicerías de la provincia, un tema que se debatió a partir del 28 de febrero cuando se corrió la barrera sanitaria al río Colorado.
En la oportunidad Palmieri no dijo nada y todo el gobierno no tuvo más alternativas que apoyar la resolución Yahuar-Lebed.
El aumento del precio de la carne era la primera consecuencia del apresuramiento nacional por todos conocida y ahora el ministro amenaza con la aplicación de la Ley de Desabastecimiento. ¿Qué hará si empieza el desempleo en los frigoríficos?
Habrá nuevos cambios. Es posible ante la adversidad de los hechos o cuando el juego de los alineamientos políticos internos no dejen alternativas.
Alberto Weretilneck llegó a la Casa de Gobierno sin capital político propio. Para sumar tropa propia inició una disputa interna con el senador Miguel Pichetto, que torpemente le dio argumentos al querer manejarle el gobierno. Ganó y de la nada sumó diputados, intendentes y funcionarios y buscó alianzas en el sorismo, el Movimiento Evita y la Corriente Nacional y Popular.
Hizo una profunda profesión de fe kirchnerista sabiendo que el peronismo rionegrino conducido por años por Carlos Soria y Miguel Pichetto, tiene hechura menemista-duhaldista. En el gobierno nacional entendieron la jugada y lo acompañaron.
El resultado fue este gabinete variopinto, heterogéneo, laxo y carente de identidad. Con cuatro ministros de General Roca, uno de Cipolletti, dos de Bariloche y un secretario general de Villa Regina-Sierra Grande.
¿Hasta cuando resistirá este dibujo? Los pronósticos son inciertos y están directamente vinculados al nuevo idilio que Weretilneck inició con el senador Pichetto, por cuanto de este acuerdo podrá depender el destino de los hombres del gabinete ligados a Martín Soria.
Por de pronto el intendente de General Roca está que trina con esta nueva alianza interna. Sanguíneo como su padre no disimula nada.
El gobierno fue derrotado en las elecciones municipales de Viedma, si bien puede mostrar que sumó más de 15 puntos de la última elección, que se adjudica el gobernador.
Próximamente deberá someterse a un nuevo examen en San Carlos de Bariloche y luego vendrán las elecciones nacionales.
Guarda en su interior una medida confianza directamente relacionada con la debilidad de las fuerzas políticas que se le oponen.
En la ciudad andina el radicalismo peregrina en el espanto y el justicialismo no puede mostrar un candidato que haga olvidar el papelón de Goye. El candidato que pareciera mejor plantado ante la sociedad es el arquitecto Valeri, un militante del Frente Grande que no quiere manchar su reputación sometiéndose al PJ y atesora su relación con el gobernador.
De esta manera enfrenta este año la administración Weretilneck. No hay plan de gobierno y los vientos predominantes le marcan el rumbo.
El gobernador anuncia en su discurso del 1 de marzo un superávit en la provincia y antes que finalice el mes las cuentas que muestra oficialmente el ministerio de Economía señalan lo contrario, es más dicen los que saben que el déficit mensual es de 60 millones de pesos; bastó que el gremio local de la UOCRA denunciara irregularidades en Obras Públicas para que el ministro saliera a aclarar cuál es el sistema de adjudicación de obras, hasta ahora desconocido, continúan los problemas en Horizonte.
Viarse que no termina nunca de ser Vialidad, mientras que poco y nada se sabe de la secretaría de Empresas Públicas; hay un área de planificación sin que se conozca el proyecto de provincia que propone en el mediano y largo plazo el FpV, porque si hay algo que la muerte de Soria dejó en claro es que llegó al gobierno sin saber qué hacer.
Para completar este panorama hay que señalar que el gobierno perdió la batalla mediática. Sin políticas en comunicación social, o peor aún equivocadas, con una grave discriminación con muchos medios periodísticos y paradojalmente con una gran vocación por inyectar recursos a medios hegemónicos.
Para terminar este comentario vale mencionar que es propio de muchos funcionarios culpar al periodismo de todos los males.
A quien le quepa el sayo que se lo coloque.