Día del trabajador ● Silvina García Larraburu
“Hace ya muchos años, en Chicago, en un 1° de mayo como este, eran ahorcados por una justicia de clase enceguecida, un grupo de trabajadores que sólo reclamaban más pan para sus hijos y justicia para sus hermanos. El justicialismo argentino rinde hoy homenaje a su recuerdo habiendo destruido aquí la explotación e instaurado la justicia social por la que ellos murieron.” Así, Juan Domingo Perón, comenzaba su mensaje el 1° de mayo de 1951 ante una Plaza de Mayo colmada de trabajadores. Luego, como era habitual, realizaba un repaso de las acciones de su Gobierno. Todas ellas, enmarcadas en un proyecto político que revindicó a los trabajadores/as de nuestra patria y permitieron dignificar al pueblo argentino.
El día del trabajador en nuestro país fue peronista, sin desmerecer todas las luchas sindicales previas, las cuales sin lugar a dudas conformaron las bases para lo que se gestó después; creo no equivocarme en afirmar que el 17 de octubre de 1945 fue nuestro primer día del trabajador. Fue el día en que se congregaron nuestros trabajadores, nuestros descamisados, en la Plaza de Mayo para reclamar por el único hombre que había comenzado a reconocer sus derechos. Y por el hombre, que meses después comenzaría el proceso histórico más revolucionario de nuestra historia. Durante aquella década ganada, se vivió en un eterno día del trabajador, las conquistas se reproducían de a decenas, las reivindicaciones legendarias eran saldadas, los desahuciados de siempre por primera vez eran voz y parte intrínseca del Gobierno.
La fusiladora quiso quitarnos eso, y por más que nos pese, al menos en la estructura material nos los arrebató. Pero el sentido identitario, de trabajador peronista, permaneció y gestó la resistencia. Podríamos discutir el período de tiempo que duró esta, en lo personal creo que exceptuando el corto lapso del 73 al 75, el pueblo argentino siguió resistiendo hasta el 2003, puesto que sólo se puede dejar de hacerlo cuando se consigue la victoria. Y ella llegó con Néstor no dejando sus convicciones en la puerta de entrada de la Casa Rosada.
Por primera vez, después de muchos años de sufrimiento para nuestro pueblo, la política se alejó de los lobbies internacionales como locales, y comenzó a subsanar las heridas del mercado, al tiempo que consolidaba nuevamente la justicia social como bandera inquebrantable de este tiempo.
Se redujo la desocupación a menos de un dígito por primera vez después de 13 años, retornaron las paritarias, se incrementó el salario mínimo vital y móvil en más del 1000%. Lo mismo se realizó en materia de jubilaciones y asignaciones familiares, cuestiones que permitieron reducir significativamente la pobreza y asegurar un piso de dignidad para todas las familias argentinas. Recientemente el Congreso Nacional sancionó el régimen de empleadas de casas particulares y antes lo había hecho con el estatuto del peón rural, leyes que reconocieron los derechos de los trabajadores más castigados del sistema; podríamos seguir enumerando medidas, pero tampoco se trata aquí de extendernos en demasía, sino de comprender el lugar que ocupábamos hace apenas diez años y las victorias que conseguimos en esta nueva década ganada.
Sin lugar a dudas, todavía debemos seguir profundizando un modelo político, económico y social que tiene como sustento a las grandes mayorías, aún persiste un considerable porcentaje de trabajo no registrado y es a dónde debe apuntar la sintonía fina de esta etapa.
A todos los trabajadores y a todas las trabajadoras de nuestra Argentina les deseo un muy feliz día. Juntos, unidos y comprometidos seguiremos construyendo una patria libre, justa y soberana, que los tenga como protagonistas.
Silvina García Larraburu,
Diputada Nacional.