Peligrosa obsesión ● Francisco Javier González
La tristemente ya frecuente costumbre del gobernador Alberto Weretilneck de no asumir los errores propios o de su gente y buscar culpables por fuera ya está llegando a límites preocupantes. Sin dudas nadie está exento de cometer equivocaciones en una gestión, pero el peor de los errores es no asumirlos o peor aún, culpar a los demás. No hay peor ciego que quien no quiere ver.
Las maniobras evasivas del Gobernador ya se han transformado prácticamente en una obsesión por culpar al radicalismo de todos los males que aquejan a su gestión, así como de las increíbles acciones que realizan sus increíblemente tan bien pagos funcionarios.
Ayer Weretilneck no tuvo empacho en asegurar que la victoria del SI en el referéndum que selló la destitución del ex intendente Goye había sido una derrota de la UCR, obviamente tratando así de disimular la triste maniobra que utilizaron junto a su socio Miguel Pichetto para sacarse de encima a un Jefe Comunal que les incomodaba.
A ver: si mal no recuerdo, Goye llegó a la Intendencia siendo candidato del Frente para la Victoria, ganando una interna de esa fuerza política y luego al candidato propio de la UCR. Además, si hay alguien que podría verse beneficiado con la próxima elección en Bariloche es el propio Radicalismo, que a las luces de la nefasta experiencia de la Intendencia del FpV, ve renovadas las esperanzas de volver a ser Gobierno local.
Lo de Weretilneck no hace más que demostrar cómo se pretende desviar la atención ante una realidad incontrastable: el único que perdió en todo este proceso es el pueblo de Bariloche, que creyó en un proyecto político del FpV encabezado por Goye (por si el Gobernador no lo recuerda) y se vio claramente estafado al muy poquito tiempo de su asunción.
El resultado de las urnas fue elocuente y no quedan dudas de la decisión de la sociedad, pero el camino transitado hasta llegar a este resultado nadie puede dudar que no es el mejor.
Para Weretilneck, la culpa de todo la tiene el Radicalismo. Primero, lo acusó por la “”herencia recibida”; luego, acusó a dirigentes radicales (a los que nunca señaló) de instigar a los saqueos en Bariloche; más adelante, trató de culparnos del escándalo con las becas en Desarrollo Social. Seguramente, el próximo paso es culparnos de las inundaciones en Capital Federal y La Plata; o bien del cambio climático o la guerra entre las Coreas.
Realmente, esta obsesión del Gobernador con la UCR es muy preocupante, sobre todo porque le quita al Mandatario el poder de la autocrítica, tan importante a la hora de mejorar el rumbo.