Por los que dieron su vida, seguimos reclamando la soberanía de nuestras Islas ● Silvina García Larraburu

En este 2 de abril recordamos a nuestros héroes de Malvinas, jóvenes de todo el país que sacrificaron proyectos, ilusiones, y hasta su propia vida por una causa justa como lo es el reclamo de soberanía sobre nuestras Islas. Estos miles de jóvenes, muchos de ellos prácticamente niños, eran conscientes que parte del territorio nacional estaba usurpado y debía recuperarse para constituir a la Nación como tal. Su lucha fue heroica y por eso los revindicamos.

 

Pero no por eso debemos dejar de reconocer las intenciones de la jerarquía militar en este enfrentamiento. El Gobierno del dictador Galtieri hizo de la guerra la política de Estado que le permitiría extender la permanencia del terrorismo de estado; ante un pueblo que en marzo de 1982 se había levantado para ponerle freno a la peor pesadilla de nuestra historia.

 

Esta medida desesperada traicionó nuestro histórico, diplomático, y pacífico reclamo ante la comunidad internacional. Como contracara en estos días, el Gobierno Británico está nervioso, porque estamos jugando una partida en dónde desconocen las reglas, no están habituados a la diplomacia y el diálogo. Al Gran Imperio le resulta mucho más cómodo jugar en su cancha, la de las armas. Si se hicieron grandes y dominaron las aguas del planeta, fue gracias a la gran compañía bélica que montaron hace siglos y nunca pararon de perfeccionar. Más aún si enfrente encontraban una dictadura periférica, encabezada por un General vicioso, en el marco de una región que había perdido legitimidad de palabra por dónde se lo mire.

 

Desde el 2003 el terreno en dónde se dirime la disputa, es otro. La Argentina cambió y marcó diferentes reglas de juego. Volviendo a los orígenes de su línea histórica, de encarar la lucha por la vía diplomática. Pero también intensificando su reclamo y uniendo en él a toda una región ampliamente respaldada por el voto popular. A la Europa que se cae a pedazos, y pierde la hegemonía moral y política  que alguna vez supo amalgamar, se le presenta del otro lado del mundo una Latinoamérica unida, que ya no agacha la cabeza ni se deja dominar, y que sobre todas las cosas está dispuesta a rebatir al poder colonial persistente.

 

Silvina García Larraburu,

 

Diputada Nacional.