Sobre el FER y los escritores ● Jorge Castañeda
El Fondo Editorial Rionegrino está en deuda con los escritores. Han pasado muchos años desde su creación por iniciativa del entonces legislador Guillermo Yriarte y prácticamente excepto algunas pocas ediciones con muchas falencias técnicas, con numerosas erratas en su impresión y la escasa tirada, no ha funcionado.
Aún para los casos de los libros editados se ha fallado en su promoción y distribución, pudiéndose ver muchos ejemplares abandonados en museos o bibliotecas, sin haber llegado a los lectores, que es la finalidad última de todo libro. Y paradójicamente hay algunos de ellos verdaderamente inhallables e imprescindibles para nuestra cultura como, verbigracia, “En pos del Gualicho” del Dr. Rodolfo Casamiquela que es imposible de conseguir.
No solamente se fracasó en estos aspectos, sino que jamás se complementó con charlas de los autores en los establecimientos educativos de nuestra provincia, ni en la creación de talleres literarios, ni en tener una participación más digna en las ferias de libros, ni tampoco ser convocados para dar conferencias sobre nuestra literatura en la Casa de la Provincia de Río Negro en Buenos Aires, acompañados por ejemplo de nuestros plásticos, cineastas y músicos.
Volviendo al FER, su puesta en funcionamiento ha sido un reclamo recurrente a las diferentes administraciones provinciales, pero en realidad los escritores siempre vieron frustradas sus ilusiones de ver sus libros publicados.
Ha habido experiencias muy frustrantes con los actores de la cultura rionegrina, en especial con los escritores, como por ejemplo los reiterados pedidos desde el organismo de cultura provincial solicitando un padrón o un censo de los mismos y eso en forma reiterada donde pareciera que cada administración perdiera los archivos, o la creación en época de Roberto Viñuela del Consejo de las Letras Rionegrinas que jamás se puso en funcionamiento después de haber sido conformado.
Siempre se aduce el problema de la falta de fondos, pero sin embargo los recursos para el mismo están perfectamente asignados en la Ley que fija su creación. Recursos que muy pocas veces fueron volcados para la impresión de libros.
Hay experiencias similares en varias provincias que funcionan en forma muy satisfactoria y que han trascendido a otras regiones como por ejemplo las ediciones que hace la provincia de San Luis, muy cuidadas y de una tirada respetable.
Generalmente en las pocas convocatorias que se han realizado se han dejado afuera géneros muy importantes como la crónica y otros.
Si se piensa implementar una forma de préstamo para que los escritores puedan ver sus libros impresos se caerá en otro error mayúsculo. No tiene ningún sentido contraer una responsabilidad económica para difundir nuestras letras porque el FER debe ser un organismo de fomento, no para el ego de los escritores sino porque ellos están cimentando nuestra cultura y sus obras tiene una importancia muy especial en la educación de nuestros niños y jóvenes.
De todas formas hay muchos escritores rionegrinos que editan de su propio peculio sus obras y las difunden como mejor pueden obsequiando ejemplares de gentileza a escuelas, bibliotecas y otras instituciones, entonces para que acudir al FER, si después hay que devolver el préstamo.
Pero también hay muchos otros que no tienen los recursos para poder hacerlo y no tienen el acceso a otras editoriales y destinar dinero de su bolsillo para devolver el préstamo sería oneroso cuando tantas necesidades urgentes que cubrir.
Que el Fondo Editorial Rionegrino debe ponerse en funcionamiento es una realidad que nadie discute, pero si se lo dota de una estructura burocrática con salarios y gastos en sueldos, seguramente poco quedará para su finalidad especial para la que fue creado: la publicación de libros de escritores rionegrinos.
Jorge Castañeda