Under construction ● Mariano Ferrari
El gobierno sigue en construcción.
Después del fuerte cimbronazo que provocó la muerte de Carlos Soria, el debate por la gobernabilidad y las internas en 2012, la gestión de Alberto Weretilneck aún busca hacer pie. Y todo indica que ello ocurrirá después de las elecciones nacionales de octubre.
En ese momento, donde proliferarán candidaturas a gobernador por dentro y fuera del Frente para la Victoria, se impondrá un relanzamiento del gobierno y un consecuente cambio de gabinete.
Hasta ese momento, la coyuntura del oficialismo exhibe un escenario de desconfianzas y endebles alianzas.
El intendente de Roca, Martín Soria, profundiza su distanciamiento con la Casa de Gobierno. Pierde espacios en el Ejecutivo y lanza críticas (coherentes con las denuncias que realizara cuando era legislador) contra la política de asistencialismo que antes era potestad el radicalismo y tienen continuidad –según su visión- en la administración actual.
Apunta sus cañones al ministro Paillalef, pero el destinatario final es Weretilneck. De todos modos, el desprecio político de Soria con el dirigente kirchnerista no es nuevo ni se agota allí. Tiene críticas para la legisladora Silvia Horne y minimiza el espacio del Movimiento Evita. Muchos dirigentes cercanos al Intendente que tienen oficinas en Viedma, aseguran que es demasiado premio un Ministerio para una agrupación con estructura escasa, y con poco poder de movilización y trabajo territorial.
Pero la razón más profunda del deterioro de la relación Soria-Weretilneck proviene de los acuerdos del gobernador con el senador Miguel Pichetto.
Esa renovada alianza le permitirá al cipoleño sumar integrantes en el Superior Tribunal de Justicia y avanzar en iniciativas parlamentarias que requieran de mayorías simples y especiales. En retribución, Pichetto obtiene el respaldo del gobierno provincial a su candidatura, para afrontar una elección nacional que le permita renovar su banca en el Congreso.
Con Soria anclado en Roca y vociferando críticas y Pichetto inmerso en octubre, Weretilneck gana tiempo. Además, mantiene dividido al peronismo y, en ese panorama, intentará sumar más intendentes y legisladores a su causa.
Sin embargo, a la estrategia de Weretilneck le faltan engranajes básicos: ejecutores y un rumbo definido.
La principal debilidad del gobernador es la gestión. Lo sabe. Lo asume en la intimidad de su pequeño círculo de confianza. No tiene cuadros propios, del peronismo poco puede abrevar y sus aliados radicales –por ahora- no podrían asumir funciones. Quienes hoy ocupan puestos relevantes, en su mayoría, carecen de iniciativa, compromiso y experiencia en la gestión del Estado. Otros, más audaces y experimentados, se quejan por un freno que les impondría Weretilneck.
Como fuere, por imposición ajena o cobardía propia, muchos funcionarios caminan varios metros detrás del gobernador.
El hombre actúa solo. Y sin norte ideológico.
Necesita cultivar un perfil de líder que exceda al gestor municipal. Ideas fuerza que conciten adhesión. Dotar de símbolos su gestión. Empuñar estandartes. Enarbolar causas épicas. Y fundamentalmente, decir hacia dónde va. Solo así logrará seguidores genuinos y generales para su causa.
Llama la atención que en la búsqueda de esa identidad no haya tomado los tópicos que empoderaron a Néstor Kirchner y masificaron a Cristina Fernández. El espíritu K no impregnó al Frente para la Victoria local.
La única muletilla del gobierno es el superávit fiscal. La administración Weretilneck hace gala de ello. Mientras tanto, esperan en Función Pública alrededor de 500 contratos, muchos, de trabajadores que están cumpliendo tareas. Es decir, sueldos que pagar. A ese “gasto” hay que sumarle los empleados de Acción Social que superaron (con justeza) su situación de becados y serán incorporados al Estado mediante contratos. Hay atraso en el pago a proveedores. En varios Ministerios dejaron de comprar insumos. Falta estructura carcelaria. Múltiples patrulleros y vehículos del Estado están “parados” por falta de combustible. Área donde se hurgue se encontrará una falencia. Sin embargo, la recaudación aumenta y hay superávit.
Esta dicotomía fue planteada por varios Ministros, pero chocaron con la dura estructura numérica de Economía del debe y el haber. Las discusiones subieron de tono en varias reuniones de gabinete, pero el persistente respaldo gubernamental a la tarea de Alejandro Palmieri acobardó a muchos.
Un Estado fuerte, presente y que no delegue en terceros la prestación de los servicios que le corresponde, requiere de un fuerte influjo financiero que se consigue con recaudación y coparticipación nacional, pero también con inversión en obra pública y políticas de desarrollo global y regional.
Entre tanto, el gobernador se expone a críticas innecesarias. Hubo abucheos en Viedma y se espera un clima hostil en Bariloche. La decisión de no otorgar asuetos para los días festivos de las ciudades y pueblos rionegrinos no cayó bien. La idea no está mal, pero debió haber sido acompañada por un propósito sólido, una propuesta alternativa y bien comunicada.
Hay que buscar la razón de la decisión de Weretilneck en Educación. El ministro Mango planteó que entre los feriados nacionales, los días puente y los espacios institucionales, difícilmente se lograría el objetivo de los 190 días de clases.
Quizás, si se hubiese avanzado en un esquema de medio asueto de modo que bancos, comercios e instituciones brinden servicios las primeras horas de la mañana, la medida hubiese contentado a la mayoría. Una mayoría, hay que decirlo, que jamás participa de actos institucionales.
Pese a ello el gobernador llegó hasta el monumento del fundador y escuchó quejas, respondió críticas y dijo lo suyo. Negó un ensañamiento de su gobierno con Viedma y cimentó su postura reivindicando el empleo público y los esfuerzos que por ese sector hace su gestión: pagos al día, aumento en las asignaciones familiares y reconocimiento de zona. La obra social funcionando y obra pública en marcha.
Pero quedó al descubierto la soledad del mandatario. En medio de la protesta de estudiantes, sólo el intendente José Luis Foulkes salió de su sitio y se paró al lado del gobernador demostrando respaldo institucional, lo que se transformó un fuerte gesto político.
No es la primera acción de buena convivencia del radical. Desde que asumió, Foulkes mantuvo reuniones con todo el gabinete provincial. En él, un sector de la UCR resume la renovación.
De todos modos, el debate político sigue pasando exclusivamente por el Frente para la Victoria. El radicalismo aún está acusando el golpe de haber sido desplazo del poder después de 28 años consecutivos de gobierno.
En el centenario partido en particular, y en todo el arco político en general, causó conmoción la muerte de Pablo Federico Verani. El ex ministro de Hacienda tenía un futuro político alentado por un sector que le auguraba buena senda. Era un motor de recuperación que proponía un ala del radicalismo.
De buen vínculo y diálogo con los distintos espacios de la UCR y con años de relación con Weretilneck y una buena porción del oficialismo, su figura podía emerger con fuerza.
Verani, hace algunos meses, había advertido públicamente sobre las consecuencias sociales producidas por efecto de las políticas económicas.
Muchas de ellas se materializan a diario. Viedma, Bariloche y el conglomerado del Alto Valle tienen un grado de conflictividad social y un aumento de la violencia preocupante. El consumo de alcohol, drogas y estupefacientes son un combo explosivo cuando se mezclan con falta de contención y pocas perspectivas de futuro en los sectores de la sociedad más vulnerables.
Hacia allí apunta la política de seguridad pública, que parece haber encontrado el equipo.
Los programas y acciones que despliega Martha Arriola buscan integrar a diversos organismos del Estado para erradicar flagelos y prevenir el delito. La idea de “tomar los barrios”, frase militante, resume el objetivo de ir pacificando territorios conflictivos, fuertemente estigmatizados, donde habitan miles de trabajadores que necesitan condiciones de vida acordes para desarrollarse y criar a sus hijos.
Seguridad se convirtió en un organismo con ideas y vida propia. Un caso similar al de Educación. Puntales de la construcción del gobierno.
Por ahora, junto a la tarea que se realiza en otros organismos, solo son síntomas de una gestión que está under construction.