Deterioro y tensión ● Mariano Ferrari
La política es el gran ordenador de las relaciones y tensiones del poder.
En Río Negro ello no ocurre. Quizás, porque aún en el oficialismo hay sectores en pugna y proyectos políticos encontrados. Quizás, porque el gobernador no logra imponer un liderazgo claro. Quizás, porque el gobierno nacional está hostigado como en 2008 y eso avería la brújula política, anima a extraños y desanima a propios. O quizás, sea todo junto.
Lo cierto es que ante la ausencia del gran ordenador, las relaciones se deterioran y las tensiones aumentan.
En el plano político, la cada vez más aceitada alianza entre Alberto Weretilneck y Miguel Pichetto, afianza el desplazamiento de Martín Soria del tridente cupular del Frente para la Victoria.
La estrategia es aislar al Intendente y relegarle el poder de decisión a los límites que marcan el ejido de General Roca. Con el tiempo, sus hombres de confianza irán saliendo del Ejecutivo, y no se descarta una rebelión en la Liga de Intendentes Justicialistas para desplazarlo de la presidencia. Y es que una gran parte del peronismo comienza a reclamar el sillón de Laprida y Belgrano y ven en Pichetto el sucesor natural de Weretilneck. En consecuencia, si Soria apura su postulación provincial, el partido se dividirá y allí radicará la ventaja del gobernador para lograr una reelección.
El escenario político tiene una réplica institucional.
Todo indica que el sorismo, o lo que queda de ese sector, perderá otro funcionario cuando se oficialice el desembarco de Gabriel Sánchez a Horizonte en reemplazo de Sandro Chaina. Ya perdió a Julián Gohinex, César Del Valle y Nicolás Rochás. Y en el gobierno aseguran que Alejandro Palmieri y Luis Di Giácomo han jurado lealtad wereltilckneana. Carlos Peralta no forzará una ruptura con Soria, pero ha dado muestras de autonomía.
Los reemplazos han sido promovidos por Weretilneck. Por ahora, Pichetto mantiene distancia y prefiere no sumar hombres y mujeres propias al gabinete.
Este escenario se mantendrá hasta octubre. Después de las elecciones nacionales, cambiará: o se afianza la relación y el senador incorpora cuadros propios a los ministerios, o los caminos se bifurcan definitivamente. Todo dependerá de los proyectos, ambiciones y posibilidades de gobernar la provincia en 2015. Y, fundamentalmente, del resultado de los comicios y una eventual reforma constitucional.
Pero hasta octubre también, se comparte el poder. Y en ese doble comando, está la imposibilidad de unificar personería política. En consecuencia, sigue sin aparecer el gran ordenador de las relaciones y tensiones del poder.
La foto más gráfica es la del gabinete, que sigue sin abroquelarse y ser el ejecutor de las decisiones del gobernador. Los ministerios son compartimentos estancos y faltan políticas de estado. Y hay carencia de principio de poder.
El caso más claro es el de la Policía. En diferentes medios de comunicación se pudo advertir la semana que pasó la separación entre los altos mandos y los poderes territoriales. Eso dificulta la tarea de prevención y represión del delito. Y pone en jaque los proyectos de la Secretaría de Seguridad, un organismo que, a esta altura de los acontecimientos, debería tener autonomía propia, estructura adecuada y presupuesto acorde.
Su titular, Martha Arriola, reclamó la creación de una policía de inteligencia. Hace tiempo, la Secretaría tuvo un División similar, pero fue muy cuestionada porque estaba a cargo de Carlos Lorenzatti, un hombre de la SIDE acusado de ser miembro del Batallón 601 del Ejército en la dictadura militar. Incluso, la actual legisladora Susana Diéguez (FpV) que sufrió la persecución, la cárcel y la tortura, lo sindicó como responsable de uno de los centros de detención clandestina.
Pero sin dudas la fuerza de seguridad rionegrina requiere capacitación, logística y equipamiento. Así, se podrían evitar sucesos como el que ocurrió en Viedma el domingo pasado. Un hecho inusual, y que pudo haber ocasionado una crisis política mayúscula.
Ocurrió que un empresario fue abordado para asaltarlo por cinco personas en la puerta de su casa. Se salvó de milagro. Alrededor de 8 balas impactaron en su camioneta. Una, rozó su nuca. En el hecho murió un joven de 21 años. No hubo conmoción social porque era parte de quienes perpetraron el fallido asalto. La muerte de un pibe con antecedentes policiales e inconducta social no desvela a nadie más a que su familia. Llamativo anticuerpo de una sociedad que no ve más allá de la problemática emergente. Tema para otro momento.
Lo cierto es que las armas utilizadas en este y otros sucesos violentos son las reglamentarias de la Policía. El personal que pierde su arma o se la sustraen de sus domicilios solo son sancionados administrativamente.
Es por ello que se impulsa una reforma en la ley orgánica de la Policía.
Hay otros rasgos de deterioro institucional.
No hay interlocutores con la Justicia. Se le reclama a ese Poder adaptarse a los tiempos que se viven y que supla las evidentes falencias que tiene. Pero aún restan cubrir vacantes en toda la provincia. Y los proyectos que existen para dinamizarla son inconsultos.
Los organismos de control están incompletos o sus titulares cuestionados.
La Legislatura, anarquizada. El bloque oficialista dividido (aunque en proceso de tregua) y el Presidente aferrado a sus convicciones, impermeable al Ejecutivo. Prueba de ello es que allí fracasó la idea de Weretilneck de permitir la apertura de bloques. Ello hubiese aliviado tensiones. El Eva Perón se hubiese emancipado y la bancada de la Concertación hubiera parido al menos tres bloques.
Y todo este escenario tiene como telón de fondo una batalla entre la Subsecretaría de Medios y la prensa. La tensión principal está en Viedma, pero existen focos en otros puntos de la provincia.
Hay críticas a la política de comunicación. El gobierno confunde el reclamo con ambiciones económicas. Error. Incluso la pauta publicitaria estatal es parte de la política de comunicación. Lo que plantean muchos medios y periodistas es que la ley que se creó en Río Negro es injusta y está cimentada en un concepto neoliberal, porque fomenta la concentración en detrimento de la pluralidad de voces.
En suma, es una norma (provisoria que lleva año y medio en vigencia) que rompe con el espíritu de la ley de medios, una ley que fue debatida ampliamente en el país y votada por mayoría abrumadora en el Congreso. Una ley que ataca la concentración y las corporaciones, tanto, que hace más de tres años que no se puede aplicar por las medidas cautelares que tiene impuestas por el grupo Clarín.
La norma rionegrina estable –a contramano- una distribución de pauta de acuerdo a las audiencias y no a la producción de contenidos. Pero la Subsecretaría ni siquiera respeta sus propias reglas de juego, y elimina toda pauta publicitaria de algunos medios cuando la ley garantiza –con su criterio- la recepción de fondos públicos.
Pero los medios no sólo se ven afectados por la mala o nula distribución de la pauta publicitaria oficial, sino que también se quejan por lo dificultoso que es acceder a la información. Allí también hay un trato diferenciado o un destrato.
El gobierno está retirado de la plaza mediática. Ello genera una sustitución. En comunicación, como en política, los espacios que no se ocupan no quedan libres, los ocupan otros actores.
Todo esto genera reclamos de ministros, legisladores y dirigentes del oficialismo. Incluso algunos ya trabajan en una ley nueva, mejorada, que aliente el acceso democrático a la información, promueva la pluralidad de voces, apunte a la desconcentración, atienda la diversidad de opiniones, contenga a sectores sin voz como los pueblos originarios, y aliente la creación de un sistema público de medios.
Hoy, la provincia sólo tiene Canal 10, una emisora autónoma de la Subsecretaría de Medios, anclada a los intereses de General Roca, que mantiene un vínculo comercial y artístico con ARTEAR (la productora de Canal 13-Clarín) pese a las recomendaciones del Consejo Federal de la Televisión Pública.
Es evidente que, hasta que no aparezca el gran ordenador, seguirán existiendo compartimentos estancos en el gobierno, y la tensión irá en aumento.
Por Mariano Ferrari
@tatoferrari