“Es una canallada vincular el blanqueo con lavado del narcotráfico” ● Herman Avoscan
La dirigencia opositora exhibe un curioso doble estándar al momento de calificar cualquier proyecto que provenga del oficialismo. Demuestra que más allá de la idea en debate, lo importante es rechazarlo. Aunque en el pasado hayan impulsado y defendido iniciativas similares. Claro: podrá decirse que lo que cambia es el contexto. Y es cierto: el contexto es otro. En aquel momento eran oficialistas. Hoy son oposición.
Un legislador radical lo definió hace muchos años y tan bien lo hizo que pasó a la historia por el famoso “teorema de Baglini”: cuanto más lejos del poder se está, más irresponsable se hacen las propuestas que se realizan.
Desde la irresponsabilidad de alentar una megadevaluación del 40 % a estimular la fuga de capitales por cualquier camino; desde convocar a un virtual golpe de Estado económico eludiendo obligaciones fiscales a paralizar la discusión del presupuesto; todo vale para la actual oposición. Como este intento canalla de confundir el proyecto de externalización de capitales con el lavado de dinero.
En el futuro, cualquier historiador se verá en graves problemas al tratar de analizar los hilos discursivos de la oposición actual. Porque las crisis, hecatombes y apocalipsis que anuncian en un supuesto “tiempo real” nunca ocurren. Y el motivo de esta equivocación constante es su necesidad de crearse una “para-realidad” que dé sustento a sus críticas.
Entonces, hoy atizan el fantasma de una “república bananera” donde, supuestamente, los narcos, traficantes de armas y personas, mafiosos de todo orden, vendrán al país para blanquear sus riquezas mal habidas. Sin detenerse a pensar que Argentina forma parte del GAFI, el organismo internacional que trabaja sobre estos temas; que existe legislación nacional e internacional que se debe seguir, porque siguen estando vigentes; y que este blanqueo tiene un plazo muy acotado en el tiempo: tres meses a partir de su reglamentación. Tres meses. Curiosamente, los más encarnizados críticos de esto fueron co-firmantes o defensores del blanqueo sancionado por el tándem Menem – Cavallo, que lo mantuvo durante cuatro años…
Y este proyecto tiene una finalidad específica: la reactivación de la construcción, las inversiones en infraestructura y energía. El blanqueo busca apuntalar herramientas básicas del desarrollo económico nacional a partir de repatriar ahorro argentino. YPF, por ejemplo, tiene en mente un programa de más de 30.000 millones de dólares para poner en marcha yacimientos de petróleo y gas no convencional. La medida permite fondear a la empresa con una tasa de interés muy baja, aún para los criterios internacionales (4%).
El otro sector que se reactivará es el de la construcción, que fue el que cayó más pronunciadamente durante 2012 y el que, por su derrame sobre diferentes ramas industriales, permitirá una recuperación mucho más rápida en el resto de la economía.
Se habla mucho sobre la “dolarización” de nuestra economía, el “cepo cambiario” y el supuesto “atraso cambiario”. Pero lo concreto es que el gobierno nacional, una vez más, puso en marcha una medida heterodoxa: los CEDIN para dinamizar la construcción como una constancia de dólar, que podrán circular en el resto de la economía; y los bonos BAADE para atraer esos capitales a inversiones en energía e infraestructura.
En todo caso, fondos que con diferentes maniobras especulativas se fueron del mecanismo de la economía formal que regresan a la misma orientada con fines específicos. Lo que es posible cuando tenemos un Estado fuerte, con posibilidades reales de fijar el rumbo del crecimiento económico. Porque, en definitiva, de lo que estamos hablando es de apuntalar el desarrollo con inclusión. Con más empleo, mejores condiciones laborales, mejores sueldos. Un punto que muchos prefieren no tocar.
Herman Avoscan
Diputado Nacional (FpV)