Ser canción en el viento ● Ángela Vicidomini
Nuestras palabras son resultantes de una mirada descriptiva de la realidad, desde el propio enfoque y con las particularidades de nuestro punto de vista, sin embargo en ocasiones, la costumbre de definirnos por la diferencia, ese “nos-otros” que impide integrar lo alternativo, nos resta posibilidades para evolucionar en una sociedad joven, que ha elegido la pluralidad como uno de sus principales características.Nuestra democracia aún intenta dejar atrás, el resabio autoritario de las divisiones y la fractura social que propusieron los modelos dictatoriales para enfrentarnos internamente con las minorías y externamente con nuestros otros pueblos hermanos.
Por ello, no resulta correcto ni veraz hablar de invasión o avalancha de extranjeros en nuestra despoblada Patagonia, región del país caracterizado por su apertura y heterogeneidad pacífica. El abandono de esas premisas básicas del proyecto argentino puede envenenar nuestros ánimos cotidianos y profundizar la marginación y la discriminación, en una peligrosa transición que en otros países ha llevado a afrontar las lacras del racismo e incluso la violencia xenófoba.
Utilizar terminologías peyorativas o con connotaciones alarmistas, que aluden a un posible despojo, no aporta nada positivo; enfrentamos enemigos más concretos como la miseria, el miedo, la corrupción, la indiferencia, la violencia. Las migraciones internas o externas están constituidas por personas que vienen a intercambiar su fuerza de trabajo por una contraprestación económica, a realizar los proyectos de vida que razones políticas, socioeconómicas, vocacionales, etc. le impiden concretar en su lugar de origen.
La Argentina desde sus inicios ha tenido esa actitud abierta y convocante, opuesta a la discriminación y la marginación, la que se ha visto plasmada a lo largo de la legislación nacional en sus estatutos, leyes migratorias y un número elevado de normas inclusivas que aplica el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y que ha recogido en su adhesión a diversos tratados internacionales, como el de Mercosur. No existe en la actualidad una “sociedad de acogida” y una “población inmigrante”, perfectamente distintas y disímiles, disfrutamos de un modelo de ciudadanía común basado en el respeto irrestricto de la ley y las costumbres, penalizando todo tipo de segregación racial, étnica, religiosa, política, etc.
El mismo preámbulo de nuestra constitución nacional es concluyente al respecto cuando expresa: “y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino, invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia”
Por eso el mundo nos reconoce como una República pionera en la convocatoria y la recepción de todos los inmigrantes, que al igual que los pueblos originarios son parte insustituible y constitutiva de nuestro proyecto nacional. La diversidad de los apellidos que orgullosamente llevamos, deja en evidencia que nuestra patria ha sido un crisol de razas. ¿Por qué debiera ese proceso interrumpirse o desvirtuarse ahora?
La expansión económica que hemos vivido y el desarrollo relativo de disfrutamos no hubiera sido posible sin el aporte realizado por la población inmigrante, sin mencionar en este caso particular la inestimable cooperación e intercambio de bienes y servicios que tenemos con sus países de origen. En general los extranjeros que habitan en nuestra provincia se han incorporado con entusiasmo al trabajo, ostentan menores índices delictivos que el promedio de los habitantes de nuestro suelo, educan sus hijos junto a los nuestros, conviven pacíficamente, aún en condiciones desventajosas, ¿Cómo se desenvolverían por ejemplo, los sectores frutícolas y hortícolas de Río Negro, sin el aporte del trabajo de los migrantes?
Al mismo tiempo y como contracara de la misma moneda, el ejercicio de estos derechos conlleva para los migrantes, el necesario cumplimiento de las obligaciones impuestas por el Estado a todos cuantos habitamos este suelo, seamos nativos o no. Son principios igualmente importantes el derecho a trabajar, la libertad de comercio, como el pago de las obligaciones fiscales y el cumplimiento preciso de la legislación laboral y de la seguridad social.
Es por ello, que independientemente y fuera de toda discusión, debemos aplicar las leyes con absoluta imparcialidad, para asegurar su cumplimiento equitativo e irrestricto, ya que son la base de nuestra convivencia. Los organismos de fiscalización tienen la obligación de garantizar igualdad de trato para que no exista competencia desleal, aprobamos los aportes de las Cámaras Empresariales para controlar el comercio informal y el trabajo no registrado, confiamos en que todo ciudadano que esté en conocimiento de la comisión de un delito, realice las denuncias correspondientes.
La generalización del cumplimiento puntual de la ley, de sus obligaciones emergentes, nos permitirá entre otros efectos reducir la presión impositiva, aumentar la solvencia de las cajas de la seguridad social, financiar la creciente demanda de servicios de educación, de salud, de seguridad, superando los desequilibrios que origina la difundida informalidad que afrontamos en muchos sectores.
La generalización de los prejuicios en cambio, además de desplazar la atención sobre la verdadera causa de nuestros problemas, lesiona nuestro entramado social, empeora la convivencia y promueve las prácticas corruptas asumidas como inherentes a un sector social, culpabilizado de todos los males.
Mantengamos la mano tendida hacia el inmigrante, hacia el diferente, hacia el desprotegido que viene a invertir, a buscar trabajo y progreso, conciliemos las diferencias, es el mejor homenaje que podemos hacer a nuestros padres y abuelos, a esos hombres admirables que supieron construir esta tan amada, tierra de paz y hermandad para todos, que es la República Argentina.
CPN Angela Vicidomini
Vicepresidente 1º de la Legislatura de Río Negro.