Ányela Cuellar: “Si se puede vivir del cuento”

chicaEn Viedma vive hace 19 años Ányela Cuéllar Ramón. Esta garzoneña, licenciada en Educación Preescolar, es docente del Taller Integral de Arte para niños del Centro Municipal de Cultura de esa ciudad y, además, una de las narradoras de cuentos más reconocidas de la región.

“Hubo una primera vez… en que los cuentos entraron en mi cuerpo y me transformaron”. La frase de Ányela Cuéllar Ramón describe claramente la pasión que esta garzoneña, residente en La Patagonia, descubrió hace doce años por la narración oral.

“Los primeros años de mi estadía en Viedma tuve que viajar muchas veces a Buenos Aires a tramitar mi residencia, en una de esas ocasiones fui a un espectáculo de narración oral y tuve la dicha de conocer a Ana Padovani –una de las pioneras de este género en Argentina-. Desde ese momento me contagié y los cuentos me habitan”, afirma.

Además de trabajar como docente del Taller Integral de Arte para niños del Centro Municipal de Cultura de Viedma, esta licenciada en educación preescolar, egresada de la Universidad Surcolombiana, es co-organizadora del Encuentro Internacional de Narradores “De Historias y Cuenteros”, integrante de la Red Internacional de Cuenta Cuentos y directora del grupo “Pintapalabra”.

“Cuando narro me transporto, me transformo, crezco, estoy en mi elemento. Narro cuentos para reír, para amar, para viajar, para imaginar otros mundos posibles, para compartir la palabra”, asegura con un suave, pero perceptible acento, que evidencia las casi dos décadas de residencia en Argentina, país al que llegó por amor.

Allí en esa Patagonia, “tierra de horizontes limpios”, esta mujer de 40 años ha conseguido consolidar su proyecto de vida. “Mi trabajo está dedicado a los niños. Los espectáculos que hago, en su mayoría son para ellos, aunque también tengo algunos para adultos”, menciona.

Con sus espectáculos ha recorrido jardines infantiles, escuelas, centros culturales y comunitarios. También ha compartido su trabajo en el rincón infantil de la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires y en diversos encuentros nacionales e internacionales, algunos de ellos realizados en Colombia.

Ányela Cuéllar es conocida como la colombiana que cuenta cuentos.
¿Contabilidad o teatro?

La literatura y el arte siempre estuvieron latentes en la vida de Ányela, quien desde muy joven supo que lo suyo era el teatro. Cuando cursaba el bachillerato en el Colegio Cooperativo “La Presentación” de Garzón, formó parte de un grupo juvenil que lideraba diferentes iniciativas relacionadas con la lúdica y la música. De hecho, integró el coro de dicha institución.

Posteriormente, se trasladó a Neiva para adelantar la formación universitaria. “En esa época quería estudiar teatro, pero la carrera no existía en el Huila y, además, era muy costosa”, cuenta. Como tenía que decidirse por algo, su primera y según ella, errónea opción, fue escoger contabilidad.

Pero eso no era lo suyo, por lo que se cambió a la licenciatura en educación preescolar. Aunque es hija de los docentes Berta Gilma Ramón y Gamaliel Cuéllar, tampoco quería ser maestra. “Veía que mi madre lo tenía muy difícil. La recuerdo con sus libros preparando las clases y me parecía que le tocaba bastante pesado, pues era mamá -de cinco hijos-, esposa y profesora, todo a la vez”. Sin embargo, esta segunda opción fue mejor. “La profesora de literatura nos hacía representar algunos temas de las clases y esto me gustaba mucho”.

Pero no fue en el Huila donde Ányela inició su andadura por la narración oral. Todo empezó en Viedma, donde llegó en la primavera de 1994 después de recorrer América Latina con Hernán Pose, su novio de entonces y su esposo en la actualidad, a quien conoció en Neiva.

“Un amigo suyo y él estaban recorriendo Latinoamérica. Habían pasado por San Agustín y mientras decidían el itinerario que los llevaría hasta México, nos conocimos y nos enamoramos. Me propuso que siguiera el recorrido con ellos y no me lo pensé”. Obviamente, tuvo que afrontar el rechazo de sus progenitores, especialmente el de don Ramón, pues su madre, aunque con dudas y sin conocer a Hernán, mantuvo su apoyo.

“Tiempo después, ella me contó que iba marcando en un mapa cada nuevo lugar al que llegábamos y desde el que yo la llamaba”. Los padres de Ányela tardaron un año en conocer al yerno. Lo hicieron en 1995 cuando llegaron juntos a Garzón, casados y acompañados de Lucas, su hijo mayor, quien hoy tiene 17 años.

Un lugar fascinante

Finalizada la aventura por Latinoamérica, la siguiente parada fue en Buenos Aires, donde permanecieron poco tiempo, pues un amigo de Hernán los invitó a pasar un fin de semana en Viedma y les gustó tanto que decidieron trasladarse casi inmediatamente.

“La Patagonia es un lugar fascinante y para mí ha sido una experiencia fantástica poder vivir aquí. El paisaje es bello, tranquilo, silencioso…”, afirma Ányela, quien también recuerda sonriente que la adaptación no fue sencilla. “Llegué en julio, es decir, en pleno invierno. Tuvieron que prestarme mucha ropa, muchos abrigos”.

Hoy todo es diferente, “me gusta mi vida de aquí no sólo porque en ella tengo a Hernán, a Lucas y a Mateo, mis hijos, sino también porque Viedma me ha permitido convertir mi pasión en una bella realidad”. En esta ciudad, ubicada al nororiente de La Patagonia y de poco más de 50.000 habitantes, Ányela ha conseguido un reconocimiento a su profesión.

Pero Colombia nunca ha dejado de estar muy presente. El calor de sus ciudades y pueblos; la cercanía de sus habitantes; las selvas, paisajes y personajes de los diferentes lugares del país y del Huila, conforman parte del repertorio narrativo de esta opita que afirma echar de menos a la familia, las frutas, los amigos y las fiestas.

“Colombia es un país muy alegre, bailamos mucho y eso es agradable. En Viedma, cuando me invitan a una fiesta y pregunto: ¿hay salsa?, me responden sí, para chuparse los dedos, o ¿hay merengue?, me dicen sí, para el postre”, concluye entre sonrisas.

DIANA MANRIQUE HORTA
FAUSTO MANRIQUE HORTA
Especial para el Diario del Huila