El Gattipardismo

El Gattipardismo policial rionegrino y “La república perdida” Las recientes brutales golpizas de la policía a jóvenes Barilochenses trae el recuerdo amargo de tanta violencia y crímenes que sigue produciendo la represión policial rionegrina sobre jóvenes pobres. Solamente en los últimos año los asesinatos de Bonefoi, Carrasco y Cárdenas en Bariloche, el asesinato de Atahualpa en Viedma, el asesinato de Garrido en la comisaría de El Bolsón, y el caso irresuelto de Daniel Solano-último desaparecido en democracia- larga es la lista que muestra lo peor de la historia de la impunidad policial en nuestra provincia, violando Derechos Humanos elementales.

A nivel nacional todas las organizaciones de Derechos Humanos nacionales e internacionales, destacan el avance en esta temática que se dio en la Argentina a partir del Kirchnerismo. Sin embargo, esos positivos aires de cambio no llegan aún a Río Negro, a pesar de la expectativa generada por el nuevo gobierno que cambió 28 años de UCR en la Provincia. ¿Se puede encontrar alguna razón para que se siga escribiendo la misma historia de sangre en el accionar de un sector de la policía rionegrina, repartición que debiera proteger a nuestros adolescentes y jóvenes? ¿Sirve para algo poner un “civil” al frente de esta institución, si la misma se continúa manejándo autónoma y corporativamente como si fuera un poder residual paralelo que quedó desde la última dictadura ? Quizás se encuentre alguna respuesta aduciendo que los máximos funcionarios policiales del Gobierno Provincial, están ideológicamente muy lejos del pensamiento del Gobierno Nacional Kirchnerista…

Esto escribía textualmente hace un par de años sobre el Kirchnerismo, el actual Jefe de Policía, Fabián Gatti, en un artículo periodístico titulado “La República Perdida”:

“El análisis de la situación política en la que otra vez, como espectadores de una mala comedia estamos los argentinos, nos encuentra observando con repudio el accionar del gobierno y su monárquico concepto del ejercicio del poder.

Mucho se ha dicho acerca de la personalidad ominosa del matrimonio gobernante, pero el sainete que involucra al Banco Central de la República Argentina en discusión en estos días, supera toda adjetivación. A una gran mayoría nos resulta oprobioso constatar cómo el Poder Ejecutivo arrasa con toda norma que, como molesto obstáculo se oponga a sus deseos y caprichos y cómo su furia ciega para quien se atreva a contradecirlo, le hará pagar muy caro el atrevimiento. No trepidan en utilizar ningún medio para ello: denigran, calumnian, intimidan si es necesario y por supuesto, finalmente castigan. Las resoluciones judiciales contrarias a sus designios son «payasadas» y las reacciones de la oposición «situaciones ridículas». A pesar de conocer en detalle los previsibles arranques de furia de Néstor Kirchner ante el menor atisbo de la oposición a discutir sus deseos, nos es posible percibir en cada rincón de la Argentina la sensación de alarma, amenaza, y sobre todo, profunda humillación de quienes en Junio, y a pesar de todas las trampas diseñadas jurídicamente para su triunfo, lograron ponerle límite a tanto resentimiento desatado.

Generaciones enteras han aprendido de dolorosas experiencias que la única forma de vivir en paz es en democracia. Pero para que siga existiendo es necesario que el que gobierna sea profundamente respetuoso y responsable del poder que se le ha otorgado, en especial de las reglas que desde aquél no tan lejano 83, decidimos que son las nuestras. Este gobierno atenta contra la democracia, atenta contra la existencia del Estado de Derecho al avasallar sus instituciones, se ríe de los límites, porque no los tiene.

El dolor de sentir que el poder es quien con más frecuencia y del modo más violento quiebra cada ley que no le cae en gracia, hace ya mucho tiempo que a los argentinos les provoca náuseas. Néstor Kirchner debería entender que no es El Príncipe ni nosotros sus súbditos. Porque el anhelo que se palpa cada vez más entre los argentinos es el de vivir en otro clima, en uno en el que se discutan las diferencias sin llegar a la histeria, en el que el progreso llegue a los que menos tienen y no sólo al matrimonio cada vez más millonario que nos gobierna, en el que la seguridad de todos sea preocupación del Estado, en el que finalmente entiendan que el combate a la droga y la delincuencia no es un asunto de «reaccionarios».

Pero está claro que nada de esto tolera la agenda facciosa de este gobierno. Debemos hacer lo imposible por reconstruir el federalismo saqueado a las provincias, poner de pie nuevamente a la Justicia atropellada a puro grito y amenaza, y aprovechar el Parlamento, ese espacio en el que la Constitución a depositado el poder de la gente, para hacerle tronar el escarmiento a todo aquél que pretenda enviarnos de vuelta al siglo XIX. Por ello debemos comprometer aún más nuestros esfuerzos y seguir construyendo la herramienta política para devolver a la Argentina la República, otra vez perdida.”

Dr Fabián Gustavo Gatti Pte. Bloque REDES 10 de enero del año 2010

 

 

Héctor Navarro