La Independencia de nuestros pueblos ● Silvina García Larraburu
Recordar la independencia de 1816, es el punto de partida para analizar nuestra historia contemporánea, para observar como ciertos idearios de país están presentes en la disputa política de nuestros días. Pero hablar de La Independencia, como si fuera un concepto en sí mismo abstraído de implicancias políticas y económicas, no sería otra cosa que repetir significantes vacíos por mero formalismo.
Para los libertadores del siglo XIX, la independencia trascendía la victoria territorial en nuestra América, no era cuestión de izar bandera propia en los dominios que por siglos habían estado bajo la potestad de las coronas europeas. La independencia verdadera y definitiva, solo la podían conquistar los ciudadanos en la arena política. Para ello era necesario despojarse de todos los vestigios del colonialismo depredador, repensar cual debía ser nuestra manera de generar riquezas, si continuábamos la lógica extractiva o comenzábamos a emprender una productiva. También en el plano cultural era necesario consagrar la independencia y liberación de nuestras maneras de ser y reproducir estructuras, que por muchos años parecieron categóricas.
Poder pensarnos como latinoamericanos, como hombres y mujeres con culturas y necesidades propias e intrínsecas a la realidad socio cultural de la que somos parte, nos llevó mucho tiempo. En estos 200 años de historia, encontramos avances contundentes, como trágicos retrocesos que nos permiten diferenciar aguas y posicionarnos con claridad. El aniversario del 9 de julio, nos encuentra a los argentinos y argentinas en la proximidad a elegir dos proyectos de país. O ratificamos que la hora del pueblo ha llegado para quedarse y en ese caso defendemos y profundizamos las conquistas sociales de esta década, que serían imposibles sin la independencia política y económica sentenciada por Néstor Kirchner cuando en la cara misma del imperio le dijo no al ALCA, uniendo en su declaración soberana a los países hermanos del cono sur; o volvemos a dejarnos engañar con espejitos de colores y abrimos nuevamente las puertas al FMI para que otra vez destruya la dignidad del país.
En la cumbre de Cochabamba, luego de la aberrante retención del Presidente Evo Morales, Cristina Fernández de Kirchner señaló de manera muy atinada que lo sucedido era producto del intento de someternos nuevamente a un colonialismo que parecía superado. Pero como los tiempos han cambiado, si la vieja Europa no se adapta a las normas de juego del siglo XXI, del otro lado del atlántico encontrará una América Latina unida, tal como soñaban San Martín y Bolívar hace 200 años; que todos los días consagra su independencia y soberanía.
Diputada Nacional Silvina García Larraburu