Viñetas Sanmartinianas ● Jorge Castañeda
LA PARTIDA DE NACIMIENTO DEL LIBERTADOR
En estos momentos en que ciertos historiadores han difundido distintas versiones sobre la filiación del General don José de San Martín es importante reproducir un documento inapelable publicado en el año 1921 por Fray Reginaldo de la Cruz Saldaña Retamar, S.O.P. en la revista de los domínicos de la ciudad de Buenos Aires “Ensayos y Rumbos” que textualmente dice: “En veintiséis días del mes de Febrero de mil setecientos y setenta y ocho años, yo el infrascripto, Fray Francisco de la Pera, Orden de Predicadores, cura doctrinero de Ntra. Sra. De los Reyes de Yapeyú, misiones del Uruay, bauticé, puso óleo y crisma al párvulo blanco Franco. Joseph, nacido en el día de ayer, hijo legítimo del capitán y teniente gobernador de este departamento y de su jurisdicción por S. Mag. (q.D.gda.) Don Juan de San Martín, natural de la Villa de Cervatos, en el reino de León, y de Doña Gregoria Matorras, natural de Buenos Aires (sic). Fueron sus padrinos don Cristóbal de Aguirre y doña Josefa de Matorras, a quienes advertí su cognación espiritual. Por verdad lo firmo, Fray Fco. De la Pera”.
Sobre la misma el historiador Fermín Chávez observa que el sic intercalado por el copista se explica porque Gregoria Matorras era nativa de Paredes de Navas.
UNA CARTA AMARGA
El 1º de febrero de 1834 San Martín escribió una carta a su amigo Tomás Guido desde su exilio en Francia que muestra su pensamiento sobre los problemas de la Patria en esos momentos: “Ya es tiempo de dejarnos de teorías que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades, los hombres no viven de ilusiones sino de hechos. ¿Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país de libertad, si por el contrario se me oprime? ¡Libertad! Désela a un niño de dos años para que se entretenga por vía de diversión con un estuche de navajas de afeitar, y Ud. Me contará los resultados. ¡Libertad! Para que un hombre de honor se vea atacado por una prensa licenciosa sin que haya leyes que lo protejan… ¡Libertad! Para que si me dedico a cualquier género de industria, venga una revolución que me destruya todo el trabajo de toda una vida… ¡Libertad! Para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar los inmensos gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja por vía de especulación hacer una revolución y quedar impunes. Maldita sea la tal libertad, ni será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona hasta que no vea establecido un gobierno que los demagogos llamen tirano y me proteja de los bienes que me brinda la actual libertad. Convenga Ud. Que a 53 años no puede uno admitir de buena fe el que le quieran dar gato por liebre. El hombre que establezca el orden en nuestra Patria, sean cuales sean los medios que para ello emplee, es el solo el que merecerá el noble título de su libertador”.
UNA FIESTA EN LA CASA DE LOS ESCALADA
“La fiesta tenía un contenido patriótico y se daba en casa de la familia Escalada. San Martín comprometió su presencia. Esa noche las luces de todas las arañas de la gran casona, ubicada en la calle de la Catedral, brillaban en todo su esplendor. Todos los detalles habían sido cuidados por sus dueños. Asistía la plana mayor del Regimiento de Granaderos a Caballo. San Martín, austero y callado, no tenía excusa para dejar la reunión que estaba en pleno. Llamó la atención de los asistentes, pues se lo vio atender y bailar repetidas veces con una niña que parecía una heroína salida de un cuadro griego. De bellos y profundos ojos negros que contrastaban con la transparente blancura de su tez, delgada y no tan alta. No ocultaba la fragilidad del cuerpo, bajo las profusas caídas del vestido, abultado en superposición de telas y de gasas. San Martín, que no pensaba en otra cosa que en su Regimiento, se enamora de una niña mujer, que por su edad (14 años), fortuna y rango social, se convertía en la novia ideal. El tenía 34 años de edad, entre delgado y un poco alto, de tez morena, ojos profundamente oscuros y ademanes elegantes”.
LOS MOTIVOS DEL EXILIO
Una carta del Libertador a su amigo O’Higgins pone de relieve algunos datos que explican su decisión de exiliarse en Europa.
Desencantado le escribe que “se me han es camorreado ocho cartas más que las tengo escritas desde mi salida de América; esto no me sorprende, pues me consta que en toda la administración de Rivadavia, mi correspondencia ha sufrido una revista inquisitorial la más completa. Yo he mirado esta conducta con el desprecio que merecen sus autores”. Y agrega que “confinado en mi estancia de Mendoza, y sin más relaciones que con algunos de mis vecinos que venían a visitarme, nada de esto bastó para tranquilizar la desconfiada administración de Buenos Aires; ella me cercó de espías, mi correspondencia era abierta con grosería, los papeles ministeriales –siempre Rivadavia- hablaban de un plan para formar un gobierno militar bajo la dirección de un soldado afortunado, etc., en fin, yo vi claramente me era imposible vivir tranquilo en mi Patria interin la exaltación de las pasiones no se calmase, y esta certidumbre fue la que me decidió pasar a Europa.
Quedan en el tintero muchos otros escolios relacionados con la vida y obra del general José de San Martín (la donación de su sable a Juan Manuel de Rosas, su pertenencia o no a la masonería, entre otros) pero los cuatro precedentes que sirvan a manera de homenaje ante un nuevo aniversario de su fallecimiento.
Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta