Semblanza mínima de un Bariloche que se hace escuchar
ADN / Bariloche elige 13′ |
Bariloche es la ciudad rionegrina con mayor concentración poblacional. Según el último censo en 2010, conviven en ese paisaje cordillerano 112.887 habitantes.
La foto del hotel Llao Llao no es apenas un atractivo para turistas, es también un llamador para quienes sueñan con mejores oportunidades.
La ciudad que apenas creció antes de la llegada de los aviones cargados de turistas, debió dar lugar a profesionales que buscaban un paisaje de postal y a otros que ofrecieron sus manos para edificar el albergue imprescindible para toda esta actividad.
Una economía básicamente anclada en el turismo que nunca termina de dar sustento a todos los que, necesariamente, deben vivir de ella.
Bariloche es el segundo centro argentino cuya principal actividad es el turismo después de Mar del Plata, la que sextuplica en población a la ciudad andina, mientras alterna con otras actividades como la pesquera, hortícola, construcción, metalmecánica o la textil y esta inserta en una pródiga zona agrícola ganadera que alimenta la dinámica propia de la ciudad.
Bariloche en cambio crece constreñida por una actividad principal y casi excluyente, el turismo, que está de este modo, obligado a proveer sostén a las 112.887 personas que allí viven según el censo del 2010.
En estas condiciones, la presencia del Estado es una necesidad mayúscula y es una característica de toda la Patagonia en donde junto a los Salesianos parecen haber marcado el ritmo de decenas de ciudades que al borde de las rutas se muestran como un homenaje al Fondo Nacional de Vivienda (FONAVI.
Un clima que sólo es efectivo para la foto del álbum de recuerdos, pero que termina por ser impiadoso con vastos sectores de escasos recursos que cada año deben afrontar el gasto de ropa de abrigo, calzado que resista las duras tormentas de nieve con su rastro de barro y frío.
En ese escenario, que por momentos refiere a la Europa de los Alpes, los rionegrinos demandan a la política soluciones, respuestas, salidas. Desde leña hasta una política de generación de empleo, desde viviendas hasta alternativas de diversificación económica.
El crecimiento de Bariloche superó la respuesta de un Estado cuya administración en algunos casos fue diletante y en otros improvisada o populista, lo cierto es que la ciudad es desigual para con sus habitantes.
En cada elección, los barilochenses se hacen escuchar con claridad, la mayoría de las veces, sorprendiendo a consultoras y encuestadoras, con un voto que en todo caso habla de la firmeza de la comarca andina.