Fijan dunas para apuntalar el desarrollo rural en población vulnerable
San Antonio Oeste.- Un proyecto de extensión prioriza una tarea ambiental en la costa marítima de Río Negro. La preocupación está centrada en las dunas móviles que afecta a pobladores rurales. El desplazamiento y posterior erosión eólica, entre otros factores, anula su productividad.
La Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) suma esfuerzos para mitigar el deterioro ambiental, económico y social que sufre una zona de costa marítima expuesta a un grave proceso de desertificación. Es por esto que desarrolla un programa de implantación de diversas especies arbóreas destinadas a frenar el movimiento de dunas móviles.
Los trabajos están encabezados por la Licenciatura en Ciencias del Ambiente que se dicta en la Sede Atlántica.
Las variedades utilizadas llegan a un millar entre olivillos, tamariscos, álamos y sauces. La implantación se realiza dentro de las acciones de extensión universitaria destinadas a evitar voladuras y procurando un mejor manejo de recursos naturales.
El olivillo (Hyalis argentena) es una especie nativa y adaptada a vivir en los médanos. Mide unos 60 centímetros de altura y es muy conocida en la zona en estudio. Se presenta como muy espigada y de hojas rugosas de color gris.
Convive con los tamariscos, especie que con los años también forma parte del paisaje en la costa marítima rionegrina. Esta última suele constituirse en un verdadero dique de contención de los fuertes y persistentes vientos patagónicos.
El grupo científico se decidió por las dos restantes variedades, algo menos común, pero suelen hacer su contribución en el mismo sentido.
El área de trabajo es la Comunidad Mapuche de “Las Aguadas”, en cercanías de Bahía Creek. Se muestra como un paradisíaco lugar de veraneo ubicado sobre los acantilados del litoral atlántico rionegrino, y a 100 kilómetros de la ciudad de Viedma.
Esa comunidad es habitada por unas 10 familias distribuidas en un radio de 30.000 hectáreas, y su ocupación presenta características ancestrales. Sus primeros pobladores se afincaron allí desde el siglo XIX, tras la denominada “Conquista del Desierto”.
A ese sector de la costa rionegrina se accede por la ruta provincial N° 1, que encadena una serie de balnearios, y se lo llama “Camino de la Costa”. A medida que transitan por esa traza enripiada, los visitantes suelen maravillarse con los mantos blancos que exhiben estos montículos al rayo del sol.
Los arenales penetran entre 1,5 y 30 kilómetros hacia tierra firme con desplazamiento ayudado, en su formación y orientación, por la dirección de los vientos. Estos provienen del Noroeste en otoño e invierno, y desde el Sur en primavera y verano; según las observaciones del grupo científico.
El doctor Diego Birochio, director del proyecto de extensión y coordinador de esa carrera, explica que la dinámica eólica que incide sobre las dunas vivas provoca “la pérdida de aguadas, alambrados, caminos y construcciones” entre los pobladores dedicados a la ganadería ovina.
Y, a su entender, la disminución de la productividad trae aparejado un aumento en las condiciones de pobreza, contribuyendo a la migración hacia centros urbanos. Como hecho preocupante, menciona que los pobladores de “Las Aguadas”, sólo poseen un título de tenencia precaria de la tierra.
El trabajo de extensión observa como característica sobresaliente que las dunas carecen en su mayoría de cobertura vegetal original. Su ausencia es atribuida a la combinación de tres factores: bajas precipitaciones, persistencia de vientos muy fuertes proveniente de la costa y la interferencia de las acciones humanas.
Birochio percibe que este último punto, es quizás, el de los que reviste mayor importancia como consecuencia “del impacto que su pérdida tiene sobre la calidad de vida de los pobladores locales”, asegura.
Agrega que el recurso suelo “está siendo degradado a una tasa sin precedentes y a una gran escala geográfica”. Pone como ejemplo que “Argentina tiene un elevado porcentaje de tierras que sufre este fenómeno, y en particular la Patagonia es uno de los sectores del país donde más evidente se torna”.
El equipo de trabajo está integrado por los docentes Emilio Gajey, Sandra Sharry, Patricia Boeri, Alejandro Aragón, Javier Serrano e Iris Lincovsky. Se sumaron los alumnos Pedro Inda, Marienelén Cedrés Gazo, Belén Rodríguez y Nicolas León; y Juan Carlos Baffoni por la Dirección de Bosques de la Provincia de Río Negro que cuenta con una vasta experiencia en esta materia.
Birochio pone de manifiesto que “muchas de las plantas ya han emitido brotes, lo que augura que pueden ser eficaces en la fijación”.
El objetivo final del proyecto es instalar una parcela demostrativa en una superficie de aproximadamente media hectárea dentro del establecimiento La Bisagra, propiedad de uno de los integrantes de la Comunidad Las Aguadas. Se espera que este predio sirva de ejemplo para replicar la metodología en las demás unidades productivas de la Comunidad.
Asimismo, se espera que estos árboles se constituyan, con el tiempo, en un bosque que aportaría leña para calefacción en los duros inviernos que se presentan en ese sector.
Las conclusiones del equipo señalan que este procedimiento para la fijación de dunas aparece como el más económico, y el que mejor se adapta al poder adquisitivo y a la idiosincrasia de los lugareños.
Dentro de estas acciones se ofrecieron talleres comunitarios a los pobladores a fin de que los resultados operen como una puerta de acceso para incrementar el conocimiento sobre su problemática socio-económica, y que se constituya en una herramienta para el análisis del uso actual de los recursos naturales.