Falta mucho por democratizar ● Roberto Vargas
Conjuntamente con los festejos por los treinta años de democracia, las fuerzas de seguridad en varias provincias, a falta de un sindicato que los nuclee y estructure su reclamo dentro de las formalidades de la ley, se vieron forzados a recurrir a las vías de hecho, por no tener otra habilitada a tales fines, como son las paritarias.
Es cierto que la sindicalización policial, es para algunos un tema oscuro y a muchos les atemoriza la idea que la policía reclame por sus derechos. Mientras ello no ocurría, era una buena excusa para no hablar del tema. Pero lo que tanto atemorizaba ya ocurrió en una escala inimaginable. Por tanto, el problema es cómo abordar tamaño hecho. La solución democrática no nos da otra opción que incluirlos en una mesa de diálogo democrático, a través de la sindicalización. Pero esto, es solo la cara externa de un sindicato. Hasta aquí solo se ha contemplado la relación de reclamo hacia el Estado empleador. Se pasa por alto otras bondades de la institución sindical, cual es propender a un mejor bienestar mejorando las relaciones internas policiales. Por ejemplo interviniendo como mediador en la solución de conflictos internos.
Algunos analistas reducen tales reclamos a una mera suma dineraria (cuestión salarial), ignorando una realidad mucho más amplia y compleja que se vincula con un problema de fondo mayor, cual es la afectación de la dignidad de un trabajador. No se trata solo de un salario mejor o de chalecos antibalas que los protejan de la muerte cuando se interponen entre los criminales para proteger a los inocentes o, de una cuestión técnica de modernización de equipo, sino de dejar de ser tratado como un insumo descartable del cual se puede prescindir. El trabajador de la fuerza no puede ser vulnerado en sus derechos constitucionales y reducido a un empleado y ciudadano de segunda. Así, Para muchos la causa-fuente por estos días, gira en torno a hipótesis simplistas como; que se trata de un efecto “contagio” de los sucesos en Córdoba; o de reclamos pendientes; o falta de una correcta lectura para adelantarse a este porvenir, etc. Pero por mas hipótesis que puedan elaborarse, lo cierto es que no puede pasarse por alto el hecho en si mismo; esto es,que varias policías provinciales salieron a manifestarse a las calles y, en algunos casos dejaron de brindar la seguridad publica que se esperaba por la función encomendada.
En la dimensión histórica de estos últimos tiempos, los reclamos de los trabajadores públicos (entre ellos la cuestión salarial), a través de los sindicatos y en el término de un año, tienen su espacio y temporalidad más o menos definido. Ocurren a principio de año (Febrero/Marzo) y a veces a mitad del año (antes de las vacaciones de invierno). Pero debe señalarse que las fuerzas de seguridad se encuentran excluidas en todo ello, ya que, se supone que la estructura vertical de carácter formal, sobre la base de un paradigma sistémico, es óbice a ello. Sin embargo, debe recordarse que una de las criticas a la teoría sistémica, sostiene olvida los “intereses intraburocraticos”, esto es, las relaciones propias de un ser humano dentro de una organización.
En tal marco, es prácticamente imposible sostener que el trabajador policial es impermeable al contexto democrático que lo rodea y por tanto, no le corresponde la sindicalización y por ende, manifestar sus inquietudes laborales. Históricamente la sociedad en su conjunto se ha referido a las fuerzas policiales como “los Milicos”, en lo que subyace una identificación de los mismos, con las fuerzas militares. Ello es erróneo. La policía es una fuerza civil, armada, y no una fuerza militar. Treinta años de democracia deberían animarnos a profundizarla, modificando el marco conceptual subyacente en el espíritu de las leyes para captar este latente, ahora manifiesto, sentir de un sector del empleo publico. De otro modo, si la democracia se construye con el de dialogo y alcanza a todos, pero menos a algunos, es probable que estos marginales de la democracia se expresen de un modo poco feliz.
Los sindicatos son la representación natural de una forma de expresión unificada de los trabajadores de determinados sectores del proceso productivo, que procesan pretensiones internas y las transforman en demandas para proponerlas en una mesa de dialogo. Los sindicatos son como el dialogo, parte de la democracia.
La ausencia de una institución sindical, obstaculiza el encausamiento legítimo de los justos reclamos de los trabajadores que prestan servicios en la fuerza policial. Siendo natural que el conjunto de personas segregadas y discriminadas, privadas de su legítima herramienta para la resolución del conflicto por medio del dialogo, recurra a medios irregulares ante la inacción del estado.
La idea de sindicalización policial debe dejarse de ser oscuro a la agenda pública, siendo que en definitiva se esta hablando de trabajadores. La única cuestión que debe quedar clara desde el principio, es que atento a la naturaleza de la labor, debe determinarse la modalidad de procesamiento de pretensiones y expresión de la demanda y los actos lícitos en torno a ello, eliminando el riesgo de afectar la seguridad. En este sentido el columnista Aleardo Laría ha opinado que “la autorización para la constitución de sindicatos policiales, a efectos de establecer canales institucionales de comunicación, no es una mala iniciativa si va acompañada de la prohibición de ejercer el derecho de huelga” tal como ha ocurrido en el derecho comparado.
Título original: 30 años de democracia nos enseñan que todavía falta mucho por democratizar, 1° parte