Un Papá Noel con la bolsa vacía ● ADN
Sólo un escuálido arbolito de navidad puede mostrar el gobierno al concluir su segundo año de gestión. Todo lo hecho pareciera que de nada sirvió y poco se recuerda frente a un fin de año que llega con bombos, redoblantes y petardos que simbolizan el descontento de un sector de la población que se siente acompañado en silencio por miles de rionegrinos. También se perdió el miedo.
Esta es la foto de los días finales de un almanaque agotado.
Ni el funcionario más pesimista hubiera imaginado el ocaso del 2013 con masivas movilizaciones de los estatales. Al peronismo le duele que le ganen la calle, porque siente que le pertenece, nació en la movilización y entonces el reclamo del trabajador lo desconcierta, lo altera y le genera contradicciones.
El gobierno finaliza su segundo año de gestión y empieza el tiempo de descuento. Se acabó la bonanza, la especulación de poner la culpa en el pasado y se agota el crédito.
Lo que se construya o se deje de hacer de ahora en más tendrá incidencia directa en el 2015. Esto vale no sólo para el gobierno sino también para los partidos de la oposición si pretenden lograr una performance sino ganadora al menos digna dentro de dos años.
Alberto Weretilneck fue claro al señalar que “no es tiempo de discusión salarial”. El gobernador desea postergar todo para febrero o marzo y tener alguna tranquilidad en el primer mes del 2014.
Lograr que fin de año lo encuentre más relajado y pensando en unos días de vacaciones, quizás como el verano pasado, en la paz del bosque marítimo del litoral bonaerense.
En verdad los funcionarios de este gobierno poco y nada han hecho para que esto no sucede y ahora se encuentran como Papá Noel que tiene la bolsa vacía ante tantos pedidos de nochebuena.
También dijo el gobernador que son tiempos difíciles por las presiones de los reclamos salariales, pero en realidad la principal dificultad está en la economía, donde la gestión de Weretilneck nunca pudo hacer pié. Anunció a poco de instalarse en la Casa de Gobierno que se había superado el déficit dejado por el radicalismo y que se contaba con 200 millones de pesos “en la caja”.
Nada fue cierto. Los reclamos de aumentos de sueldos encuentran al gobierno con los bolsillos flacos y en una situación preocupante. Nadie desmintió las afirmaciones del titular del bloque UCR, Bautista Mendioroz, cuando señaló que el déficit provincial se cuadruplicó en estos dos años. Mutis del ministro Palmieri.
Los ministros no ayudan a Weretilneck. A la falta de una política de comunicación del gobierno que proponga la agenda diaria y estructure el relato oficial, se suceden declaraciones que sólo suman leña al fuego.
El psiquiatra Luis Di Giácomo, quien calificó de “histórico” el acuerdo con la policía logrado por la “extorsión” de la fuerza, justificó el aumento salarial a los uniformados porque son “quienes más horas trabajan”.
Las declaraciones fueron hechas con los estatales en las calles y no es difícil imaginar el malestar en el resto de los empleados.
Todo se presta a un juego de confusión. Funcionarios que hacen promesas que luego el gobernador desestima, contradicciones en el gabinete y anuncios que luego no se concretan o fracasan.
No hay un buen clima en el gobierno.
En la semana se sucedieron una serie de hechos que llamaron la atención. Miguel Pichetto, principal socio del gobernador, señaló que los funcionarios dejan solo al mandatario, que no hay compromiso y que en lugar de adularlo hay que decirle la verdad. Contundente.
En el gabinete no hay coherencia, sólo compartimentos estancos y actitudes individualistas. Los ministros no hacen política ni defienden a su gobierno quizás por miedo a perder el cargo con su mega sueldo; por comodidad, ya que la exigencia es mínimo o por inexperiencia. Falta espíritu de cuerpo, convencimiento, trabajo y adhesión con un proyecto y a muchos les sobra tiempo para la conspiración.
La falta de compromiso se comprobó cuando los policías ocuparon la Casa de Gobierno, el domingo último de la protesta. Sólo estaban en el edificio de Belgrano y Laprida, Matías Rulli, Ariel Galinger y los legisladores Susana Dieguez, Pedro Pesatti y Facundo López.
Se demostró que es muy fácil tomar la sede del Ejecutivo o algún ministerio los fines de semana, porque los funcionarios de los megasueldos dejan Viedma los jueves y regresan los martes.
Por otra parte hay ministros y funcionarios que llegaron para trabajar con Carlos Soria, con todo lo que ello implica en cuanto a personalidad, estilo de conducción, formas de gobernar, etc y hoy no saben a quien responden, sobre todo cuando escuchan a Martín Soria en contra de su propio gobierno.
No se pueden soslayar las diferencias en el Gabinete. La semana se inició con una versión que indicaba que Ernesto Paillalef dejaba el ministerio de Desarrollo Social, a poco de rodar el rumor el entorno del dirigente del Movimiento Evita adjudicaba la especie a una operación de otro ministro.
Fernando Vaca Narvaja no disimila su malestar con el ministro de Economía, Alejandro Palmieri, por la asignación de fondos para la obra pública. No se pagaron las deudas anteriores pero tampoco se pagan las contraídas por este gobierno.
Así es como se movilizó la UOCRA, quien además no deja de criticar la incorporación de cooperativas “flojitas de papeles” en las licitaciones públicas.
En este contexto se suspenden los viajes en tren a Bariloche porque según Vaca Narvaja nunca se dispusieron los fondos necesarios para reparación y mantenimientos de locomotores y material rodante.
Se para el tren en plena temporada estival y la empresa tiene que devolver los pasajes que horas antes había anunciado que se agotaron. Ni siquiera se arregla con alambre.
De esta manera grandes anuncios y logros caen en el descrédito.
Si algo faltaba para completar este panorama se conocieron los megasueldos de algunos de los funcionarios que perciben ingresos superiores a los del propio gobernador, montos a los que deben sumarse alquileres, teléfonos y bonificaciones. Cantidad de plata que no se enteiende mucho se computa, si en algunos casos se tiene tan poca antiguedad.
Por otra parte la manera que se negoció el levantamiento de las medidas de fuerza de la policía aún hoy tiene remezones en el interior el gobierno. Algunos funcionarios propusieron que se hiciera una denuncia formal ante la Unidad Fiscal contra los policías sublevados ya sea por el uso de patrulleros, motos y motobombas durante las marchas de protesta, como también por el toma de la Casa de Gobierno. Se trataba de dar una señal de autoridad.
Si bien trascendió que la denuncia fue formulada en forma extraoficial por un miembro del gabinete, se supo también que a pedido del ministro de Gobierno -temeroso de represalias- se informó oficialmente que se actuó de oficio.
Magro gesto de poder político y también en esta instancia al gobernador lo dejaron solo, salvo un par de funcionarios y el acompañamiento del bloque de legisladores, no hubo declaraciones del resto que al parecer toda su obligación se reduce a la labor burocrática.
Otro revés podría presentarse para el gobierno, posiblemente al terminar la feria judicial, cuando se emita una resolución respecto de la constitucionalidad de la designación de Haroldo Lebed, como ministro de Agricultura. Quienes han estudiado el tema aseguran un fallo judicial adverso frente a la falta de residencia establecida por la Constitución de Río Negro.
Este cuadro de situación es conocido dentro del gobierno ¿Habrá una reacción y cambios o al menos el intento?
Hay necesidad de liderazo. Alberto Weretilneck debe dar señalas claras hacia adentro y fuera del gobierno, por ejemplo, respecto de las conductas del intendente de General Roca, y de los soristas que disfrutan de las mieles del poder.
Martín Soria volvió a la carga. En cada declaración pública recuerda lo que hubiera hecho su padre si estaría gobernando, una manera de hacerle sentir a Weretilneck que tiene el gobierno prestado.
Se instala como el verdadero sucesor y censor del gobierno. Recientemente dijo que será gobernador de Río Negro para seguir con la gestión de su padre Carlos Soria.
Un estigma para el justicialismo. Es más dicen, a modo de broma, que Martín no descarta dejarse los bigotes.