Por una despedida definitiva a la miseria planificada ● Silvina García Larraburru
Hoy nos encontramos nuevamente recordando el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en conmemoración de todas las víctimas de la última dictadura militar que se inició un 24 de marzo de 1976 y por las que, aún en la actualidad, seguimos dando batalla desarraigando aquellos vestigios que dejaron los genocidas y el proyecto estratégico financiero global para imponer un modelo neoliberal de capitalismo salvaje.
No debemos olvidar, que la autodenominada “Junta Militar” vino a desarrollar un plan estratégico, tal como dijo el periodista y militante Rodolfo Walsh: “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada». El Golpe de Estado iniciado hace 38 años buscó destruir al aparato productivo y a la organización popular, que venían reconstruyéndose desde el 73 para que nuestro pueblo conquistara la Justicia Social, la Soberanía Política y la Independencia Económica, y que asimismo venía gestándose en toda la Patria Grande para lograr un proceso de liberación nacional.
Nada de esto le interesaba a los grandes poderes internacionales, ni a su gran aliado local, la oligarquía. Con este “proceso”, impusieron una nueva ley de Entidades Financieras que eliminó la posibilidad de que las finanzas y el ahorro nacional sea para los argentinos; crearon una ley de Radiodifusión a favor de los monopolios; generaron el endeudamiento atroz que todavía estamos pagando; desindustrializaron al país, dando aperturas comerciales exclusivas para la importación; hicieron que el 7% de pobreza que existía antes de la dictadura –y que venía en baja- comenzara a crecer en escala, hasta llegar al 60% en 2001, lo que trajo aparejado que pasáramos del pleno empleo a un 18% de desocupación, sumado a problemas laborales para la mitad de la población. Esta es la miseria planificada, que tuvo su profundización en los 90 y su explosión en el la crisis de principios del 2000.
El plan destructivo del país, además, pretendió liquidar a todos los que daban la vida por crear un futuro mejor. No pasa un día, una semana o un año en que no recordemos que en la dictadura que se inició hace 38 años, desaparecieron 30 mil compañeros nuestros, que merecen verdad y justicia. Por la privación ilegitima de la libertad que sufrieron, por las torturas que padecieron y porque son nuestro ejemplo de lucha para lograr el país que anhelamos. Cabe mencionar que el 60% de los desaparecidos eran trabajadores organizados, el otro gran porcentaje eran jóvenes que se sensibilizaron con la causa del pueblo y también dieron la vida por ella. Se trató de una causa orientada a exigir los derechos sociales, económicos y políticos que correspondían, la unidad y la búsqueda de la felicidad de todos los argentinos y argentinas.
Estos hechos intentaron opacarse por muchos años, en dictadura y en democracia, afortunadamente hubo una resistencia firme que no olvidó a nuestros 30 mil compañeros y que no dejó de ver y padecer las consecuencias post neoliberales. Sin embargo, nos avecinaba un horizonte esperanzador en el año 2003, donde llegó un hombre que tomó la firme decisión de visibilizar lo que realmente había sido la dictadura, eligió que el Estado Nacional se hiciera cargo de los atropellos que los militares habían realizado hacia su pueblo y optó por el camino de la verdad y la justicia, derogando las leyes de obediencia debida y punto final; y dando apertura a los juicios por delitos de lesa humanidad.
Es este el gobierno, que pelea día a día contra la pobreza que creó esa miseria planificada y todos los vestigios de la dictadura. Se recuperaron las paritarias; crecieron los puestos de trabajo; se creó una nueva ley de medios; comenzó a reconstruirse la industria; la inversión y la producción nacional; se reformó la Carta Orgánica del Banco Central, transformándolo en un instrumento para el desarrollo; se apostó y se sigue apostando por la Asignación Universal por Hijo, por el Procrear, por el Progresar; por la Ciencia y la Tecnología; por la búsqueda del autoabastecimiento energético y mucho más.
Sin dudas queda mucho por recorrer, pero la dirección que busca este proyecto, es fuerte e indeclinable, por ello considero que debemos transitar sin miedos, el camino a la liberación y purificación de nuestra historia.