Crimen de “Cacha Pelada”. Expediente judicial revela “mundo” de droga y alcohol
Allen (ADN).- El expediente judicial por el cual fueron absueltos -el 12 de este mes- de culpa y cargo Cristian Espinoza y Nicolás Agustín Leal, inicialmente sospechados por la muerte de Luis Miguel “Cacha Pelada” Ayala, narcotraficante de Allen, refleja distintas situaciones vinculadas con el consumo de drogas y alcohol, pero también otros pormenores de una llamativa realidad. A la víctima -el 25 de octubre de 2011- le efectuaron siete tiros con una pistola de 9 mm. Leal protagonizó una fuga a través de un tunel de la Cárcel de Roca.
La medida judicial de absolución para ambos imputados, difundida oficialmente el martes pasado, resumió «la imposibilidad de desechar el error en la identificación del tirador y de quien lo acompañaba» y «la inexistencia de prueba circunstancial que permita acreditar la identificación de ambos imputados».
El 21 de mayo de 2013, la Cámara Primera en lo Criminal de General Roca condenó a Leal y a Espinoza a 11 años de prisión, por ser coautores de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Ahora, fueron absueltos.
Según consta en el expediente, el abogado José Gabriel Pérez, defensor particular de Espinoza, sostuvo que Ayala “no solo vendía drogas, sino que también las consumía”.
En el juicio, una testigo dijo: “Esa noche habían tenido una reunión con varias personas. Ella llegó a la casa y ya había gente; siempre iban muchas personas y tomaban bebidas alcohólicas; al rato se fueron y ella se acostó en el dormitorio, recostada en la cama y con los auriculares puestos, escuchando música. Mientras Ayala estaba en el comedor, ella escuchó tres disparos, y vio que él entró a la habitación, cerró la puerta y se agarró el estómago diciendo: ‘Me pegaron un tiro’… Ayala le dijo ‘Me pegó un tiro, el Nico y el Perrín’”.
Otra testigo, quien estaba conviviendo con la víctima y fue quien recibió sus dichos indicando los sobrenombres de los imputados- dijo que “esa noche habían tenido una reunión con varias personas. Ella llegó a la casa y ya había gente… tomaban bebidas alcohólicas; al rato se fueron”.
También, se señaló que “la joven reconoce que esa noche ella estaba drogada; había fumado un ‘faso’ (marihuana), y había tomado aproximadeamente 1 litro o 1 ½ litro de cerveza. Ella acostumbraba consumir ‘merca’ (cocaína) y ‘faso’; Ayala (la víctima) le daba. Él, por su parte, acostumbraba consumir ‘merca’, pero no la noche que lo balearon”.
“La determinación del estado de la víctima antes de recibir los disparos, en lo que a consumo de alcohol o estupefacientes se refiere y a los fines de poder arrimar convicción relativa a su capacidad plena de percepción, debió obtenerse de prueba científica”, se agregó en la reciente resolución del Superior Tribunal de Justicia.
“Consecuentemente, la simple afirmación de Sandoval respecto del no consumo por parte de Ayala durante esa velada, teniendo en consideración que la propia testigo asumió, en primer término, que no permaneció todo el tiempo con Ayala y que ella misma estaba bajo los efectos del alcohol y la marihuana, entregada al descanso, cuando en la habitación irrumpió la víctima, luego de haber escuchado solo tres disparos (la evidencia material indicó siete), ponen en clara evidencia que la afirmación de la testigo no resulta suficiente para tener certeramente acreditado que su concubino se encontraba en condiciones físicas normales que le permitiesen percibir con corrección lo vivenciado”.
“Entonces –por razones de lógica- no puede descartarse que el consumo de alcohol y drogas en la reunión social previa a los hechos incluyera a la víctima y de ahí la alteración o disminución -también posible- en su capacidad de visualización, temática que no puedo ser dilucidada científica y objetivamente. Tampoco puede asumirse que su concubina, habiendo consumido alcohol y estupefacientes, pueda afirmar y aportar un dato categórico que arrime certeza a la hora de discernir la capacidad de percepción de la víctima”. (ADN)