Discúlpenme, compañeros ● Roberto Díaz
Advierto que no voy a ser prolijo ni indulgente para hablar del llamativo silencio de todo el Frente para la Victoria, incluido aquellos compañeros que, se supone, nacieron al calor de estos 11 años de proyecto político.
Discúlpenme, compañeros, pero creo que es hora de poner blanco sobre negro. Aquí, está en juego el destino de la Patria, la calidad de vida de millones de argentinos y argentinas, y la continuidad de un modelo económico, social y cultural que no sólo quedará en la historia por sus logros, sino también por poner la palabra política en boca de millones de jóvenes, a los que no nos da lo mismo. Digo, básicamente, que nos sinceremos, que dejemos la especulación, que seamos valientes, y que empecemos a actuar en política tal y como nos enseñaron Néstor y Cristina: con convicción.
La foto de Daniel Scioli, días pasados, no debe pasar inadvertida de los ciudadanos rionegrinos, y mucho menos para aquellos militantes y dirigentes que aseguran ser parte de este proyecto político, que sin dudas encabeza Cristina Fernández de Kirchner; figura a la que todos apelan (incluido Scioli) para referenciar los logros de este Gobierno Nacional, y la referencia inexcusable a la que se emula para hacer política de cara a la sociedad.
Discúlpenme, compañeros y compañeras, pero creo que todos deberíamos repudiar con energía mayúscula esa foto. Sin medir las consecuencias, y sin especulaciones, y con un fuerte sentido democrático y patriótico. Esa foto, nos muestra lo peor de las actitudes que la política puede tolerar: la falta de convicción y lealtad a una figura que murió, y a una que día a día nos muestra que lo único importante, es trabajar y militar para transformar la vida de los habitantes de nuestros trabajadores, jubilados, jóvenes y niños. La política no nació para otra cosa.
Disculpenme, compañeros y compañeras, pero no nos debe dar lo mismo mirar apaciblemente como un potencial candidato a presidente de este proyecto, vaya a discutir el futuro de la Argentina con el símbolo de las corporaciones, que en el pasado y presente mancillaron, vendieron, y corrompieron los valores democráticos, y hundieron a favor de los poderes concentrados internacionales y locales toda nuestra industria nacional, con consecuencias sociales nunca vistas en la historia de nuestro país. ¿Cómo discutir el futuro con los hombres del pasado?
Disculpenme, compañeros y compañeras, pero no debemos ser parte de una estrategia política que claramente mira ese pasado, ese pasado que Néstor y Cristina, y miles de argentinos y argentinas, combatieron y dieron su vida. Esa Argentina a la que nadie quiere volver. ¿Alguien tiene duda sobre el significado político de esa foto? ¿Alguien tiene duda que no es un candidato que represente este proyecto político?
En Río Negro hubo pintadas que lo postulaban como presidente. Y todavía perduran. ¿Ninguno de los referentes de esta provincia se va a pronunciar sobre el posicionamiento de Daniel Scioli al lado de quien fue el adversario número uno de este proyecto, tratando de detener un modelo de producción, inclusión y desarrollo? ¿A acaso les da lo mismo? Quiero suponer que no, que es simple distracción. Y perdonen el modo, quizás encendido, de mis palabras. Pero lo hago desde una profunda convicción, y necesidad de sinceramiento de lo que estamos “construyendo”.
Cada vez que inauguramos una obra, cada vez que abrimos una escuela, una universidad, o que avanzamos en el reconocimiento de derechos, los dirigentes políticos de cada rincón del país –y eso incluye a Río Negro – nombran a Cristina Fernández de Kirchner, y a Néstor, como las personas a las que le debemos la posibilidad de “gestionar” y realizar mejoras para los ciudadanos. Pero, pareciera que ante la coyuntura, en donde todo parece estar poco claro, nadie se la juega por los referentes a los que tanto nombran en sus discursos.
Nadie quiere decir lo que todos sabemos, por las dudas. Y eso es sencillamente: algunos dirigentes no representan ni les interesa este proyecto político. Y, en caso que Scioli sea presidente, es preferible mirar a un costado, y no decir nada sobre esa amigable reunión entre varios dirigentes con el hombre que cercenó la democracia, que jugó para el poder económico, que estuvo involucrado en delitos de lesa humanidad, que puso sus medios de comunicación en contra de los intereses del pueblo.
La sociedad espera de los dirigentes se la jueguen, que los defienda, sin especulaciones y con un fuerte sentido transformador. Espero que los hombres y mujeres que componen este proyecto político estén a la altura de las circunstancias, y demuestren que el pueblo los eligió bien. Que ya no habrá traiciones a su voto, que no especularemos con la posibilidad de conservar un cargo. Y que lo que hemos dicho durante estos once años no sólo es cierto, sino que lo llevamos en la sangre, bajo el cuero, y con la responsabilidad que se espera en los momentos difíciles.
Discúlpenme, compañeros y compañeras, pero en estos once años no me han enseñado a sentir las cosas de otra manera.
Roberto Díaz
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