Ganado perdido ● Javier García Guerrero
Según la ONCAA en 2009 se faenaba un promedio de apenas 53 vacunos/día en cada matadero registrado de Río Negro, unos 8.000 kg de carne limpia que corresponden a un consumo de menos de 4,5 kg/hab/año o 375 gramos mensuales.
Con menos de la mitad de cabezas bovinas faenadas, la provincia de Neuquén, declara que el 23 % de la mismas se efectúa en sus Mataderos Municipales ese porcentaje es del 0,008% del total en Río Negro. Sorprende que las autoridades fiscalizadoras aún no hayan publicitado un plan denominado “Faena clandestina para todos y todas”. Prácticas corruptas que de ninguna manera ha reducido los precios ni favorecido los consumos populares. Las inspecciones de Salud Pública en los establecimientos minoristas observan similar frecuencia y rigor. En nuestro país la informalidad de la comercialización ganadera no sólo favorece la elusión y evasión fiscal por más de u$s 1.100 millones anuales, las pérdidas de fletes (u$s 1.400 millones) de subproductos (u$s 900 millones), de procesos industriales (u$s 1.200 millones), también compromete seriamente la calidad bromatológica, fomenta el cuatrerismo con sus coimas y constituye un enorme riesgo para la salud poblacional por la transmisión de enfermedades tan graves como la tuberculosis, las tenias, la brucelosis, las salmonelosis, etc. En la creciente producción de porcinos la situación es aún más informal y peligrosa como reflejan los repetidos casos de triquinosis que se difunde periódicamente.
Relativizados los valores absolutos por las inconsistencias estadísticas, la observación de las tendencias en las series temporales caracteriza escenarios igualmente desfavorables: la disponibilidad de carne para cada habitante patagónico desciende a razón de 15 kg por habitante y por año promedio entre 2003 y 2013, si consideramos los animales producidos y faenados en la región. La provincia de Río Negro tiene un déficit de producción vacuna estimado en más de 50.000 cabezas anuales. El ineficiente sistema de abastecimientos vigente no resulta compatible con la expansión que se pretende generar sobre la demanda agregada por el consumo turístico y vernáculo de alto poder adquisitivo, ni con las necesarias mejoras de la calidad nutricional a precios accesibles del tercio de la población que afronta dificultades nutricionales.
El consumo de carne vacuna cae de modo tan drástico como sostenido desde un máximo de 112 kg/hab/año hasta los exiguos 50 kg/hab/año actuales. La exportación en lugar de ampliar reduce su participación en la demanda comercializando los mínimos volúmenes históricos perdiendo mercados e ingresos por más de u$s 10.000 millones anuales, cediendo espacios a nuestros competidores latinoamericanos pese a la menor productividad de sus rodeos. La crisis ganadera argentina ha supuesto la desaparición de más de 20.000 puestos de trabajo, de los 500 frigoríficos habilitados para tránsito federal en Argentina entre 2005 y 2007; en el 2012 quedaban 189 de los cuales sólo 58 funcionan con normalidad. Durante 2014 se han acelerado los cierres y la concentración de los mismos que no exceden actualmente las 40 plantas. La desaparición de 60.000 productores ganaderos, el cierre de 7.000 tambos y la caída de las existencia vacunas en más de 10 millones de cabezas, son los resultados de la demagogia oficial. Río Negro tenía todas las condiciones para captar el desplazamiento de la ganadería desde las zonas núcleo y mixtas de la Pampa Húmeda, el abrupto desplazamiento de la barrera sanitaria ha venido a estorbar y desnaturalizar esa tendencia.
El Ministerio de Agricultura de la Nación recientemente informó:”en términos relativos, Río Negro concentró el mayor incremento de cabezas bovinas entre los 2013 y 2014”. Resulta sugestivo que el incremento de 43.424 cabezas (9%) reportado, no llega a representar el 86% del número de cabezas en que se redujo el stock ganadero de la Provincia de la Pampa y de los Vecinos Partidos de Villarino y Patagones que perdieron en igual lapso 49.730 cabezas vacunas. Se pretende festejar la mudanza de bovinos a través de la vulnerable barrera sanitaria, como un logro derivado de su sorpresivo corrimiento. La atención oficial se vincula con la necesidad de justificar una fuente de corrupción e ingresos ilegítimos para conocidos personajes que con “información privilegiada” efectivizaron grandes diferencias económicas y siguen lucrando con la crisis.
En 2008 Rio Negro albergaba la mitad de las existencias de toda la Patagonia con 750.000 vacunos casi un 50% más que los festejados 504.197 cabezas que se anuncian para 2014. Previamente en sólo los cinco años que median entre 2003 y 2008 las existencias de ganado bovino se habían reducido el 50% y las de Ovinos en un 40%. Las existencias de ganado ovino por el efecto agregado de las cenizas volcánicas pasaron de 1,8 millones de cabezas en 2011 a 1,3 millones de cabezas en 2013, determinando que el 94% de los productores tenga menos de 1.500 lanares. El desolador panorama afecta irreversiblemente a la vida social y económica en el medio rural en los pequeños pueblos, a los crianceros de la meseta obligados a emigrar a los centros poblados, disgregando sus familias y perdiendo sus acervos. Entre 1991 y 2010 previo a la erupción del Volcán Puyehue en 2011, Río Negro ya había perdido el 30% de la población rural, resulta evidente la profundización del proceso.
Como indicador del estadio tecnológico alcanzado pese al promocionado reparto de subsidios, terneras y aportes no reintegrables de retención de vientres a empresas amigas la relación Terneros/Vaca de Río Negro, evolucionó del 0,46 en 2008 al 0,51% en 2013 siempre por debajo del promedio patagónico (0,53%) y del promedio nacional (0,58%), pese a disponer de las mejores condiciones ambientales para el desarrollo ganadero de toda la región austral Tampoco se han mejorado la eficiencia aumentando los pesos de faena, ni logrado una terminación adecuada y continua a lo largo del año. Los beneficios derivados de las posibles mejoras inmediatas de estas ineficiencias con una política ganadera adecuada ha sido estimadas en un 28% (IPCVA). Resulta difícil defender las políticas sectoriales en marcha que simultáneamente y sin ruborizarse, otorgan un subsidio de $500.000 a una Sociedad Rural rionegrina para la construcción de un Salón de Usos Múltiples, mientras en el IDEVI sólo ofrece una limitada cantidad de líneas de créditos para producción con un monto máximo de $ 20.000 (si veinte mil pesos) por productor a devolver en un año.
El consecuente perjuicio de esta crisis ganadera se trasladó de lleno a la incipiente Industria Frigorífica Patagónica, determinando que su inactividad creciera del elevado 55 % del 2011 al 70% actual. En una industria de elevados costos fijos, sometida al impacto de deseconomías de escala, de un creciente grado de obsolescencia y enfrentadas a un uso deficiente de la energía (desperdicios estimados en el 30% por el INTI), es previsible que las suspensiones y los despidos se multipliquen.
Aunque el asilvestrado ministro Lebed declare con su habitual sutileza que “hay que ser idiota para no apreciar los beneficios de la medida” desde el corrimiento de la barrera sanitaria los promedios de faena se han reducido a menos de la mitad, la “importación” de pulpas norteñas, el “contrabando” a través de la barrera y los precios han subido en una proporción similar sin que puedan captarse los beneficios de exportar desde esta zona definida como libre de aftosa. La falta de infraestructuras frigoríficas (sólo un frigorífico patagónico está habilitado para la exportación, el Fridevi), de animales del tamaño requerido, de acceso en los Puertos privatizados como el de San Antonio Oeste, de actualización cambiaria y de certidumbres sobre la tasa de devaluación y más recientemente por la prohibición total de exportación de la carnes vacunas dispuesta por del Gobierno Nacional, han clausurado totalmente el acceso a los eventuales beneficios aludidos. Un reciente estudio de la provincia de Chubut muestra que por cada kilo que salió de la provincia, ingresaron 100.000 kg “sin hueso”. Los definidos como “idiotas” por el polifacético Ministro Lebed ahora pagan el kilo de carne más caro que en Madrid, New York, San Pablo o Bogotá y no son capaces de agradecer a los “avivados” autoproclamados benefactores que defienden “la mesa de los argentinos”.
Es necesario recuperar la iniciativa debatiendo políticas agropecuarias integrales de desarrollo real, con nuevos actores idóneos y creíbles para revertir la crítica situación que ha generado una década de desatinos. Las atractivas convocatorias a “industrializar la ruralidad” del Plan Estratégico Alimentario languidecen entre promesas anualmente renovadas de generar industrias agroalimentarias locales como el Frigorífico para el IDEVI, que ahora será “móvil” y para pequeños animales. Si pasa un año mas del «vamos viendo», tal vez se transforme en un serrucho y dos heladeras. No se puede persistir en limitar el horizonte a promesas de planes de “agricultura familiar” de subsistencia, sin valor agregado y sin canales de comercialización consolidados. Estas concepciones funcionales a la concentración terminan multiplicando el número de patos para las mismas escopetas de siempre, como ya ocurrió en el sector frutícola.
Los Entes Provinciales de Desarrollo no han planificado una propuesta regional seria de Desarrollo Ganadero, a pesar de gastar la casi totalidad de sus presupuestos en sostener una burocracia clientelar. Se limitan a intermediar la aplicación de programas nacionales desarticulados e infructuosos, con múltiples actividades promocionadas y sin ningún impacto relevante.
Existen amplios márgenes por recorrer, diferentes estudios muestran que la eficiencia medida en kg/cabeza es en USA dos veces y media superior en relación a la Argentina. El incentivo a superar esa brecha es que se podría generar un ingreso adicional superior a u$s 25.000 millones anuales (INTA) y u$s 6.284 millones por sobre la alternativa de asignar esas tierras al cultivo de la soja.
Desafortunadamente el conjunto de transformaciones descriptas, no modificó aún el sistema de representación de los intereses ganaderos, sus vínculos con el estado, las prácticas de extensión tecnológica, etc. La situación abre nuevos interrogantes y desafíos que el próximo gobierno deberá afrontar. Resulta impostergable iniciar una amplia discusión sobre la ganadería patagónica que facilite la realización de nuevos acuerdos básicos entre actores que deje atrás el dualismo productivo, que aproveche las sinergias coordinando las distintas etapas de la cadena cárnica, reduciendo ineficiencias y riesgos. Otro sistema tributario que reduzca la competencia desleal fundada en la evasión del IVA y las cargas sociales que brinde estímulos a quienes implanten nuevos técnicas y métodos para mejorar la calidad y la eficiencia. Que promueva la Integración de consorcios de producción y comercialización para la modernización tecnológica. Que facilite la redefinición del entramado de plantas frigoríficas modernas y cercanas a los centros de producción y desposte, con una logística eficaz para transportar reses o cortes en lugar de agua en animales vivos, aprovechando integralmente los subproductos. Plantas alimentadas con bioenergía proveniente del aprovechamiento de efluentes transformándolos en abonos orgánicos para la forestación o la olivicultura, que superen las restricciones de abastecimiento energético con energías renovables. Mejorar la cadena de frío y brindar garantía de inocuidad alimentaria de forma consistente con la amplia geografía patagónica y trabajar para un futuro sustentable, exportador de todo tipo de carnes fundado en sus calidades y en el trabajo de los rionegrinos que podemos y necesitamos un desarrollo agroalimentario conforme a nuestras posibilidades porque como dijo Manuel Belgrano “los frutos de la tierra sin la industria no tendrán valor”.
Lic. Javier García Guerrero
Ex Profesor Titular Ordinario de Política y Desarrollo Agroindustrial de la Universidad Nacional de San Martín