La UNTER “Aplica los métodos del stalinismo y de la Triple A” ● Herman Avoscan
La decisión de la UNTER de expulsar al ministro Marcelo Mango de la organización sindical le hace un pobre favor a sus demandas de mejorar la educación pública y, a partir de una ideología que oculta las diferencias, convierte a la intolerancia en la bandera más visible del sindicato.
A Mango le podrán anular su ficha de afiliación sindical; lo que nunca le podrán robar es su historia como militante sindical y político, convencido de que las transformaciones educativas que necesita la sociedad rionegrina no pasan solamente por el accionar gremial. Porque para cambiar una política educativa que no funcionaba, había que modificar el tablero. Algo que los expulsores de hoy cuestionan con voz indignada.
Si la Unter fuese sincera en su disputa con el gobierno, debería reconocer que sus afiliados están cobrando los mejores salarios de los últimos 30 años; con la mejor calidad laboral; en los primeros días del mes y sin atrasos. Que con aciertos y tal vez errores, el objetivo central es dar la misma calidad educativa a todos los sectores sociales. Pero este sindicato docente hace la política del tero: pega el grito en un lado y esconde los huevos en otro. Agita la reapertura de una paritaria docente porque no quiere reconocer que en realidad está disputando un proyecto político.
Recurre al fantasma del retraso salarial, inflaciones calculadas con estándares no reconocidos y descuentos, pero esconde lo que realmente le preocupa: que un sistema educativo con más horas cátedras, con más recursos educativos, con posibilidades concretas para mayor cantidad de alumnos, con menos deserción, es un sistema educativo que le sirve a la sociedad.
No son los descuentos ni la paritaria los motivos reales de la expulsión de Mango. La verdadera razón es la intolerancia de la UNTER hacia una política educativa que está comenzando a dar resultados a pesar de sus desesperados intentos de boicot. Frente a lo que no puede entender, frente a las diferencias, la Unter aplica los métodos del estalinismo o de la Triple A: la expulsión de quien opina diferente.
En vez de expulsar afiliados (curioso parecido con la organización que fue el eje de la democratización e inclusión social y hoy recurre a la expulsión como forma de disciplinamiento partidario) el sindicato debería sincerarse, reconocer que su lucha es por una propuesta política y buscar en la sociedad rionegrina los respaldos necesarios para llevarla adelante.
Pero es mucho más cómodo expulsar a los que piensan distinto.
Por Herman Avoscan