Lo que el INDEC oculta: la pobreza alcanza al 40,6 % de la población ● Rodolfo Aguiar
Lejos de dimensionar a la pobreza para enfrentarla, el Gobierno ha persistido en el ocultamiento de los verdaderos índices que miden el crecimiento de ese sector social. Para ello no dudó en intervenir el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y desplazar a todos sus técnicos.
La política para éste área del Estado resulta ejemplificadora en cuanto a las verdaderas intenciones de la actual administración en relación a la distribución de la riqueza: no se trata de terminar con la pobreza, solo domesticarla.
Se ha llevado adelante un ataque mayúsculo a las estadísticas públicas bajo diversas formas. Hubo manipulación de los resultados y se los cambió a conveniencia, como en el caso del índice de precios al consumidor (IPC); hubo manipulación por «contagio» cómo en el caso de la pobreza e indigencia que utiliza para su cálculo el IPC, la hubo en la no realización en tiempo y forma de importantes operativos estadísticos, como las Encuestas y el Censo Agropecuario y otros operativos que se realizaron en condiciones técnicas deplorables, como es el caso del Censo Nacional de Población.
En un segundo orden, podríamos hablar de una manipulación menos visible y que es el desmantelamiento institucional. Se instalaron, en el referido organismo, equipos enteros de personas en puestos de responsabilidad, que resultan completamente ajenas al quehacer estadístico y carentes de toda formación específica.
En este contexto todos los argentinos asistimos a una información oficial que nos habla de «un drástico descenso de la pobreza e indigencia» en virtud de las políticas sociales implementadas desde el Gobierno. El verdadero ocultamiento se basa en el hecho que, desde hace mucho tiempo, el INDEC dejó de publicar la información regular que se proveía antes de la Intervención, sobre los hogares que recibían ayuda institucional y no institucional, los hogares alcanzados por planes sociales y/o de empleo y la asignación universal por hijo; que aunque ésta última se mide de manera permanente, nunca se publican los resultados. Si conociéramos entonces estos datos ocultados por la Intervención, sería más fácil convencernos sobre el descenso de la pobreza e indigencia.
Pero por suerte, siempre existieron en nuestro país, organizaciones, hombres y mujeres que aún en las épocas nefastas y dictatoriales donde se ponía en juego la vida, tuvieron el coraje de trabajar para dar a conocer aquellos hechos que los gobiernos quisieron esconder. Si los hubo en aquellos tiempos, con más razón los hay ahora. Y es por ello, que existen numerosas organizaciones no gubernamentales y hasta los propios trabajadores del INDEC, a través de su comisión técnica, que están en condiciones de aportar los datos de pobreza e indigencia que la Intervención del organismo se niega a proveer.
Es así que, si se calculan los referidos indicadores con las canastas ya publicadas por el Gobierno (que se popularizaron cómo la de los $6 diarios) la pobreza de la Intervención daría 3,6% y la indigencia 1,2%. Estas cifras fueron oportunamente ocultadas. Pero la anterior entrega oficial del Gobierno, que data del primer semestre de 2013, habla del 4,7% de pobreza y 1,4% de indigencia. Aquí observamos que es la manipulación del IPC la que da lugar a esas canastas irrisorias.
Pero, aún sin conocer la incidencia de los efectos de la manipulación sobre los ingresos de la población, con los cuales se confrontan las necesidades definidas en las canastas, si se comparan los ingresos oficialmente provistos por la Encuesta Permanente de Hogares con canastas con precios corregidos para cada hogar, se obtienen valores muy distintos a los oficiales.
Sí mantenemos la metodología histórica que se venía utilizando en el INDEC y solo corregimos los precios manipulados o si utilizamos una metodología renovada, con canastas más amplias y actualizadas, incorporando también la corrección de los precios manipulados, descubrimos los datos que pretenden escondernos y es que la Pobreza asciende al 40,6% y la Indigencia lo hace al 10% de la población. Estamos hablando de más de 15.000.000 de personas pobres.
Los trabajadores tenemos la responsabilidad de desnudar este fraude y las condiciones que fueron necesarias para imponerlo. También, la de anticipar que la presente etapa, y ante estos niveles de pobreza e indigencia, se perfila como de profundización de la conflictividad social.
De esta manera, nos seguimos oponiendo decididamente a la Intervención del INDEC y reclamamos un Estado que garantice el derecho del pueblo argentino a disponer de estadísticas públicas serias y transparentes, que nos permitan, en base a ellas, alcanzar una justa distribución de la riqueza.
A esta altura, si algo está claro es que «el ocultamiento es inocultable».
Rodolfo Aguiar
Secretario General ATE RÍO NEGRO