Destacan capacidad científica tecnológica instalada en Bariloche
Bariloche.- La presidenta Cristina Fernández de Kirchner destacó el año pasado que en el país hay tres investigadores por cada 1.000 habitantes, índice que estaba en 1,9 en 2004, según un relevamiento de la doctora Sandra Miguel, de la Universidad de Granada.
El crecimiento del sector en el país en la última década tuvo un impacto fuerte en Bariloche, en particular en la vinculación del conocimiento con la industria y la producción, pero tiene una génesis que se remonta a la década del 50 y una fortaleza que incluso le permitió sortear los momentos de ajuste, en particular el del menemismo en los 90.
“Siempre el sector científico y tecnológico creció en Bariloche, aún cuando Cavallo nos mandó a lavar los platos y dispuso un fuerte ajuste en nuestro ámbito y en las universidades. Siguieron egresando camadas de profesionales y continuaron radicándose científicos, atraídos por el polo de desarrollo que había en la ciudad”, señaló a Télam el director del Centro Científico Tecnológico Conicet Patagonia Norte, el investigador Víctor Cussac.
Incluso el índice de 14 investigadores por cada 1.000 habitantes fue difundido en 2004 por los investigadores Gustavo y Manuel Lugones, y desde entonces no fue actualizado, por lo que en el ámbito presumen que aún puede ser mayor.
Un trabajo del investigador Gustavo Wiman aportó que en ese momento Bariloche tenía apenas el 0,3 por ciento de la población nacional, pero aportaba al país el 5 por ciento de las publicaciones científicas, el 17 por ciento de los investigadores en Física, el 13 por ciento de los investigadores en Ingenierías y el 4 por ciento de los investigadores en Biología. Cifras que crecieron exponencialmente.
El origen del sector fue contradictorio, porque nació de la experiencia fallida del científico austríaco Ronald Richter, contratado por el gobierno nacional en 1948 para desarrollar un proyecto de fusión nuclear en la isla Huemul en el lago Nahuel Huapi, frente a Playa Bonita.
El proyecto comenzó a ser cuestionado por físicos e ingenieros nacionales hasta que el mismo gobierno de Juan D. Perón resolvió constituir una comisión investigadora, encabezada por José Antonio Balseiro, que demostró su falsedad.
Pero esos mismos científicos aprovecharon la inversión y el desarrollo y no permitieron que el entusiasmo decaiga, y fueron generando las condiciones para la creación del Centro Atómico Bariloche (CAB) y la Comisión Nacional de Energía Atómica en 1952 (CNEA) y del Instituto de Física de Bariloche en 1955 (luego Instituto Balseiro), que se emplazaron justo frente a la isla Huemul.
En el mismo predio del CAB nació en 1976 el centro de Investigaciones Aplicadas, que luego se convirtió en la empresa estatal Invap, reorientada al desarrollo tecnológico y la producción, venta y exportación de centrales nucleares, satélites, radares, equipos de medicina nuclear y otras facilidades.
Antes, en 1963 nació la legendaria Fundación Bariloche, que además de concentrar científicos y tecnólogos, brilló a nivel internacional con investigaciones de energía y economía, entre otras materias. Y en 1972, fue creado el Centro Regional Universitario Bariloche, de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), orientado originalmente a la Biología, Ecología y Pisciultura y luego diversificado.
La última década también fue prolífica para las academias: se instaló en Bariloche la Universidad Tecnológica Nacional y en 2006 fue creada la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), con ingenierías en Medio Ambiente y Telecomunicaciones, entre otras carreras científicas y tecnológicas.
Además, el Conicet creó con la UNCo el Instituto de Investigación y Desarrollo en Medio Ambiente (INIBIOMA) y con la UNRN el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (IIDyPCa).
Un aporte importante a la población científica y tecnológica de Bariloche también es mérito de las delegaciones locales de INTA e INTI, además de la presencia de la Agencia de Desarrollo Económico CREAR de Río Negro, la Asociación Argentina de Hidrógeno, y la Incubadora de Empresas de Base Tecnológica de la Municipalidad, recientemente impulsada por la intendenta María Eugenia Martini.
A la vez toda esta realidad y potencialidad dio origen al Cluster Tecnológico Bariloche, con la asociación de una veintena de empresas de base tecnológica, y el anhelado proyecto de Parque Industrial Tecnológico local, que será emplazado en tierras expropiadas por la provincia en el este de la ciudad.
La legisladora Arabela Carreras, coordinadora de la ejecución del parque, destacó a Télam que la “capacidad científica tecnológica instalada en Bariloche es fundamental para este proyecto y la atracción de empresas de otras partes del país”.
“Por eso imaginamos un parque industrial que contenga un área dedicada a estimular la investigación tecnológica, que funcione como incubadora de empresas”, señaló Carreras.
La intendenta Martini también expresa regularmente la importancia para el sector para el desarrollo de la comunidad y la generación de empleo, destacando que “la ciencia y la tecnología ocupan un 11 por ciento del PBI de la ciudad, en segundo lugar luego del turismo, que tiene el 80 por ciento”.
“Sólo la empresa Invap tiene un plantel de 1.200 empleados, cuando en 2003 tenía apenas 300. Este es el salto que pegó el país con las políticas de Estado de Néstor y Cristina, que como es previsible tuvieron un impacto muy fuerte en Bariloche”, afirmó en diálogo con Télam.