La insoportable levedad del ser ● ADN
El título corresponde a una obra literaria del escritor checo, Milán Kundera, que trata básicamente sobre las contradicciones del ser humano y la relación con su existencia.
Es oportuna la mención para hacer referencia a las actitudes a la que nos tiene acostumbrado a los rionegrinos el gobernador Alberto Weretilneck, que cierra una semana de sorpresas con la información que busca entrevistarse con Mauricio Macri.
Weretilneck viene de señalar que la nueva ley nacional de hidrocarburos contempla los intereses de la provincia cuando meses anteriores en defensa de su acuerdo petrolero con Petrobras, criticaba la iniciativa kirchnerista, del mismo modo y tras reiterados apoyos a la candidatura presidencial de Sergio Massa, que hizo implosiones en el justicialismo de Río Negro, declaró que nunca habló de afiliarse al massismo, alentando dudas, y como si esto fuera poco para generar nuevas sorpresas, el encuestador Raúl Aragón, que habló en radio Noticias, de Viedma, dijo que «parece que el gobernador rionegrino no está tan seguro” (de su alianza con Massa).
Y agregó más datos indicando que «del círculo de Macri, me cuentan mis amigos dentro del PRO que ha solicitado, dos veces o tres, una reunión con Mauricio». A su vez, ADN consultó a fuentes del PRO, quienes confirmaron que el gobernador rionegrino busca lazos de comunicación con el Jefe de la Ciudad de Buenos Aires.
Si el propósito de su estrategia comunicacional es no pasar desapercibido, logra sus objetivos, pero a costa de peligrosas confusiones y contradicciones.
La semana comenzó con la publicación en el diario Río Negro, de un supuesto mail enviado a más de 30 funcionarios, donde Weretilneck pide “perdón por las barbaridades que hago”, en una muestra de sinceridad que no le quita responsabilidad a su investidura como gobernador y que genera incertidumbre sobre las conductas políticas del mandatario.
En ese correo pone al descubierto el acuerdo con radicales y confirma los comentarios periodísticos publicados sobre esta connivencia, a pesar que algunos de estos radicales W -ante semejante evidencia delatada- niegan veracidad al contenido del mail, mientras que el gobernador no desmintió la información y por lo tanto confirma la especie, dejando en posición incómoda a media docena de legisladores de la UCR y algunos otros dirigentes boinas blancas.
Tal fue la repercusión sobre sus aliados en la “Nueva Mayoría” que también Daniel Pardo, del PRO de Río Negro, tuvo que aclarar que no hay acuerdo con Weretilneck -a pedido de la dirigencia nacional macrista- y se sumó Pedro Casariego, con fuertes críticas al gobierno rionegrino.
Ante tanta conducta cambiante, algún sociólogo podría analizar que Weretilneck representa al “argentino mismo” que llenó la plaza de Mayo en apoyo al general Fortunato Galtieri, por la toma de las Islas Malvinas, luego recitó el Preámbulo de la Constitución, con Raúl Alfonsín, avaló la fiesta menemista, dio su voto a la Alianza de De la Rúa, aplaudió a Adolfo Rodríguez Saa por el no pago de la deuda externa, creyó en el gobierno de la “Concertación Nacional” de Eduardo Duhalde y se sumó al kirchnerismo y dio el 52% de los votos a Cristina Fernández.
Tanta disparidad es entendida y comprendida en “el soberano”, pero no cuando se trata de un dirigente político, que conduce una provincia y mide su conducta en el espejo de sus habitantes. No se puede ser de San Lorenzo y Huracán a la vez.
Pareciera que el gobernador practica un desprecio por la política y en esa actitud busca la adhesión popular, crítica de los políticos. En aquel inefable mail le pide a sus funcionarios menos política y más gestión, un error conceptual del consejo, ya que toda gestión conlleva una definición política.
Ejemplo: asignar recursos a la salud pública es una definición política; recuperar la potestad sobre el puerto de San Antonio, operado por los grupos concentrados de la economía del Alto Valle es gestión política, dotar al hospital de Viedma de un tomógrafo y equilibrar ganancias con la medicina privada, también requiere de una decisión política y definir un alineamiento con Massa o Macri, también es una definición política que hace a la gestión de gobierno.
Las distintas facetas que a diario expresa Weretilneck se supone que poco le agradarán a Sergio Massa y además la intención de acercarse a Mauricio Macri crea escozor en los justicialistas que lo acompañan, como Pedro Pesatti, Matías Rulli, Daniel Arroyo, Haroldo Lebed y militantes de bombos y marcha peronista, que seguramente han leído a Perón, quien definió alguna vez que “hay hombres que toda su vida han hecho política, pero nunca la han comprendido”.
Todo está permitido por la vía de los hechos o el silencio. Nadie desmintió el inédito mail ni al encuestador Aragón y ante las dudas, el contador Juan José Deco, recomendado de Claudio Lueiro y hombre del PRO, fue designado Delegado del Ministerio de Desarrollo Social en Bariloche. Insólito con sólo recordar que ese ministerio fue conducido por decisión del gobernador por Ernesto Paillalef, del Movimiento Evita, a las antípodas del macrismo.
Esta situación tiene su correlato interno en el gobierno, que del mismo modo define acciones que luego se contradicen o no se pueden llevar a cabo por falta de consenso político.
Weretilneck definió avanzar en el juicio político contra Erika Acosta y Juan Huentelaf, vocales de Tribunal de Cuentas y utilizó a un ex legislador amigo, de Bariloche, para concretar la denuncia por mal desempeño e incumplimiento de deberes. Se argumenta incorrecta liquidación de sueldos, pago de gastos de combustibles y viáticos cuando los tribunos cobran “desarraigo”, la improcedencia de seguir afiliados al PJ y otros cargos.
El Tribunal de Cuentas, al que le fueron rebajados sus sueldos por iniciativa del Ejecutivo, pegó duro contra la Legislatura al no aprobar las rendiciones de cuentas de los gastos reservados, consciente del impacto en la política, y abrió decenas de juicios de cuentas, incluido el gobernador Alberto Weretilneck, como un hecho simbólico de demostración de hasta adonde puede llegar la interna peronista en el Frente para la Victoria.
Ahora el gobernador contraatacó y cualquier espectador desprevenido podría suponer que el gobierno tiene los votos en el parlamento para sostener esta avanzada. De nuevo la sorpresa y la improvisación, porque el oficialismo no cuenta con los votos necesarios en la sala juzgadora de la Legislatura.
¿Qué sucederá? Se estima que como el albertismo controla la sala acusadora con radicales W, se llevaría adelante el proceso acusatorio hasta la suspensión de Acosta y Huentelaf, que tendrá en el medio el receso legislativo, hasta marzo del 2015. De todos modos en la sala juzgadora le faltarían pocos votos que no serían difíciles de conseguir.
En caso de no prosperar el enjuiciamiento a los vocales en los próximos meses los tribunos serían restituidos en sus cargos, luego de la suspensión, y entonces no es difícil imaginar un escenario de contraofensiva y revancha, que pondría a todos los funcionarios del gobierno a merced de investigaciones del Tribunal de Cuentas, teñidas de internismo político.
Weretilneck retrotrae, de esta manera, la interna del gobierno a los meses previos a la votación del contrato petrolero con Petrobras y abre heridas en el pichettismo y el sorismo. Mientras Martín Soria no defiende públicamente a Erika Acosta y Juan Huentelaf, a pesar de haber pertenecido al círculo íntimo de su padre Carlos Soria, el senador Miguel Pichetto repudió el pedido de juicio político.
Queda pendiente en el gobierno la actitud a asumir con el Fiscal de Estado, Pablo Bergonzi, con funcionamiento propio y antagónico con el gobernador de quien –por el contrario- tendría que ser su principal espada en el terreno jurídico.
El Fiscal sabe que pronto podría estar en una situación similar en que se encuentran Acosta y Huentelaf, con un pedido de juicio político y también espera protección del peronismo anti albertista.
Queda claro que el gobernador no puede resolver la“quinta columna” sorista en su gobierno. En su momento no usó el poder que otorga la firma del decreto y dejó hacer. Acumularon poder, cajas en el Estado y un discreto grupo mantuvo lealtad a Martín Soria, mientras Weretilneck les permitió ese espacio. Hoy ya es tarde para reclamos.