Los políticos sin atributos ● Jorge Castañeda
La provincia de Río Negro y en especial el Justicialismo no se merece la dirigencia que tiene. Estamos en vísperas de un año electoral y hay una ausencia de proyectos y de ideas que asombra. Solo prevalece el espectáculo simple y ramplón de las declaraciones de coyuntura,
el ludibrio de los pleitos personales, las declaraciones insultantes donde no faltan los peores calificativos despectivos hacia personas u organizaciones, el descargo fácil amedrentando a la prensa, un culto a la personalidad nunca antes visto, la soberbia de arrogarse que la única cabeza pensante es la de ellos, el encaramamiento a proyectos nacionales ya desmerecidos y el acatamiento a ultranza del relato vigente y ajeno de la ortodoxia de turno.
Es el tiempo de los políticos sin atributos. Pequeños enanitos que atan al gigante porque no ceden ni un metro en sus ambiciones de perpetuarse para siempre en la buena pitanza de los cargos públicos. Adocenados, banales en sus expresiones y vacíos de toda idea de grandeza para el desarrollo de la provincia y el bienestar de todos sus ciudadanos pierden el tiempo en sus rencillas de cotillón. Como buenos populistas politizaron los organismos del Estado Nacional como la Anses y otros para hacer política barata, partidaria y asistencialista. Y descaradamente a eso le dicen justicia social. ¡Qué diferencia con el pensamiento del general Perón! Pero así están, ausentes y lejos de los pueblos, cerrados a todo debate y ausentes a cualquier autocrítica. Cuando se juntan es para denigrar a sus propios compañeros y al gobierno de Weretilnek, haciéndose los desentendidos como si no fueran ellos los que armaron hace tres años el Frente para la Victoria. Y se juntan en acuerdos de cúpulas, pero nunca con la gente. ¡Así les va!!
Hablan como si fueran los dueños de los votos pero no de las ideas, como si fueran los dueños del aparato pero no de la gente, como si fueran los dueños del relato pero no de la razón.
Se alinean donde mejor les conviene, o van por la reelección, se disputan los primeros cargos al circuito, y si no hay arreglo siempre queda la sábana, tan denigrada pero siempre presente.
Hablan de democracia hasta por los codos pero se olvidaron de lo que significa una actitud republicana de vida: respeto a las instituciones, pluralidad de opiniones, proyectos sustentables surgidos de un acuerdo de partidos, conductas éticas, porque como decía Perón “la ética culmina en la política”, pero recordarles frases como esa es al decir del evangelio “tirar las perlas a los puercos”.
Lo que sucede sencillamente es que quieren tomar a todos los rionegrinos por “estúpidos”, repitiendo hasta el hartazgo sus letanías simplistas, dando discursos para la gilada, ninguneando a los que pueden aportar con sus conocimientos a la solución de los diferentes perfiles rionegrinos, relegando a los jóvenes que cada día se dan más cuenta de sus palabras mendaces e interesadas. Deberían saber que no todos son iguales a ellos. Y que como dice Héctor Tizón ante sus dichos y actitudes desafortunadas hay gente que sabe que ya “no es posible callar, y lo manifiestan en notas de opinión y en especial en las cartas de lectores de los diarios.
Por sus actitudes mezquinas hasta la misma Legislatura está semiparalizada, los Entes de Desarrollo casi una aparcería de sus peleas de cotillón. Desinteligencias entre intendentes y concejales del mismo signo peronista o frentista. Por suerte con la gestión en la presidencia de Javier Giménez al Frente del Ente para el Desarrollo de la Región Sur nuevamente se está retomando el camino del diálogo y de los grandes temas como el del Corredor Bioceánico Norpatagónico y otros. ¡En buena hora!
Cada pequeño dirigente-funcionario se cree más de lo que debe ser al contrario de lo que enseñan las verdades doctrinarias del Justicialismo y se arroga el derecho de mandar, imponer y hasta digitar los cargos en las cuatro paredes de su despacho. ¡Pobrecitos! Como decía Ezequiel Martínez Estrada.
Tal vez este sea el tiempo de los políticos sin atributos y no se le puede pedir peras al olmo. Es la realidad lamentable y la causa principal de nuestra decadencia. Porque se ha perdido una idea superior de la política, se la deshumanizado, y donde el ciudadano es un convidado de piedra solamente impulsado a votar en una elección cada cuatro años y nada más.
Hay que hacer algo para que esto cambie. Para que no nos quiten la dignidad y la esperanza en un destino mejor que es el único bien que nos queda. Hay que hacer algo para que no piensen que todos somos como ellos. Que la gente no es rebaño de nadie y que un montón de votos no los legitima para creerse los únicos iluminados.
Algo tendrá que cambiar y el cambio debe ser espiritual. Un regreso a los viejos y mejores valores del hombre: del respeto, de la solidaridad, del bien común que es el objetivo mayor de todas políticas. Lo otro no sirve. Son chicanas, baratijas sin importancia.
Tal vez las generaciones que vienen les enseñen que no han estado a la altura de las circunstancias y los señalen como los únicos responsables de tanta postración.
Nada estará perdido, porque el pueblo sabrá recoger al decir de Marechal “todas las botellitas echadas al mar con señales de naufragio”. No nos demos por vencidos. Todavía no.
Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta