Bariloche en movimiento
Bariloche.- Con sólo 23 años, Francisco Pascasio Moreno –el Perito Moreno– fue en 1876 el primer hombre blanco en llegar al lago Nahuel Huapi partiendo desde el Atlántico. El joven expedicionario se sentía atraído por la geología y la historia de la región, donde algunos territorios todavía estaban en disputa entre los gobiernos de Argentina y Chile.
Lo movían la misma curiosidad y espíritu audaz que convocaron a unas 7000 personas en la sexta edición de la Semana de la Aventura organizada a fines de noviembre por la Asociación de Turismo Activo de la Patagonia (ATAP) en el Complejo Los Baqueanos. Este evento es la punta del iceberg de actividades que derivaron, en 2012, en el nombramiento de Bariloche como Capital del Turismo Aventura. En realidad, no hacen falta etiquetas para consagrarla: la ciudad, que recibe unos 800.000 turistas al año, multiplicó en los últimos años su abanico de propuestas, tan versátiles como su variada geografía. Y 2015 no será la excepción, con muchas actividades nuevas o tradicionales.
NAVEGAR POR LAGOS Y RíOS
Carolina Souhilar es la timonel de El Orgulloso, el velero que nos lleva en el primer paseo, partiendo de Puerto Petunia para navegar por el brazo Campanario del lago Nahuel Huapi. Con las velas de la embarcación hinchadas por el viento, el día luce ideal para apreciar la península San Pedro y los vivos colores de la retama, cuyos tonos amarillos se entremezclan con la vegetación autóctona en la costa del lago.
La mística de las historias locales y de las actividades turísticas que atraen a visitantes de todo el mundo envuelven apenas se llega a Bariloche. Carolina –cuenta–, igual que otros miembros de la Asociación de Turismo Activo, dejó Buenos Aires para vivir en Bariloche. Aquí realiza, desde hace tres años, un paseo de tres horas hacia Puerto Venado e Isla de los Víveres, en Neuquén, pasando frente a la Bahía Serena, Isla Huemul e Isla de las Gallinas.
También desde Puerto Petunia, sobre la avenida Bustillo, se realizan las salidas de pesca embarcada. Desde allí nos subimos a uno de los botes de Víctor Katz, que ofrece distintas excursiones para pescar en los lagos de agua cristalina de Bariloche.
“La forma de pescar es de arrastre o trolling, y por ser pesca deportiva no se utiliza carnada sino señuelos con tres líneas diferentes: de superficie, líneas de plomo y con un down-rigger (un equipo que permite sumergir una línea liviana a la profundidad deseada)”, explica Katz, un experto que realiza esta actividad hace 15 años en la región.
A los pocos minutos de haber tirado las líneas en el agua una trucha arcoiris muerde uno de los anzuelos. Después de algunos minutos de tironeo de uno y otro lado de la línea, podemos por fin sacar el pez a la superficie. Y mientras aún comentamos la pelea, otra de las líneas ya anuncia nuestro segundo pique: esta vez había mordido el anzuelo una trucha marrón más grande que la anterior, que al sentirse fuera del agua instintivamente desprendió sus huevas al lago. Ella también volvería: en Bariloche, la devolución de los peces al lago es parte del trabajo que se realiza para la preservación de las especies y la conservación del entorno.
Terminamos nuestra tarde en el brazo Campanario del lago, comentando las propuestas de actividades turísticas para toda la familia con los miembros de ATAP. El presidente de la agrupación, Cristian Castex, aprovecha para subrayar la necesidad de “un trabajo en conjunto entre los prestadores privados con el Estado, para un mayor desarrollo de la actividad turística en Bariloche”.
Pero el fin de la tarde no es el fin de la adrenalina en la capital del turismo aventura, donde nos espera todavía el rafting por los últimos 10 kilómetros del río Manso Inferior, hasta la frontera con Chile. Llegamos al campamento base de Rafting Adventure junto con dos guías de la empresa –Juan y Javier– luego de tomar la Ruta 40, en la que pudimos observar los lagos Gutiérrez y Mascardi.
Antes de comenzar la travesía, recibimos indicaciones sobre cómo remar y una charla técnica sobre las medidas de seguridad necesarias para disfrutar de la excursión. Vestidos con traje de neoprene, chaqueta, salvavidas, casco y remo en mano nos subimos al gomón para andar por el río Manso. La primera parte de nuestro recorrido lo realizamos por un tramo tranquilo del río, que nos sirvió para poner en práctica las indicaciones recibidas. Y luego comenzaron los rápidos, bautizados con nombres como Bienvenido, Picapiedras, Vaselina, Extasis y Relax, que van desde clase II a IV y generan saltos emocionantes: para descansar, entre rápido y rápido, el río tiene tramos tranquilos donde los visitantes se arrojan y se dejan llevar por la corriente, mientras los guías comentan sobre el paisaje circundante. Podemos identificar algunas especies como coihues, cipreses, arrayanes y maitenes entre la vegetación que bordea el río, para darnos un respiro de tanta aventura. Esta excursión, vale recordar, se puede realizar desde los 14 años entre diciembre y abril, cuando el nivel del agua es adecuado.
CABALGAR POR LA ESTEPA
Bariloche también invita a pasear a caballo por la estepa patagónica. Mónica y Chango Hanek nos reciben en su propiedad ubicada dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, donde después de presentarnos a cada uno de los caballos comienza la cabalgata por un bosque de ñires, retamas, palos piche, radales y lengas.
Mientras nos acompaña en el paseo, de casi dos horas, Chango cuenta que su familia está en la región desde 1890, cuando Herman Hanek formó parte de la expedición del Perito Moreno como cocinero. Las tierras por las que realizamos el paseo fueron el pago recibido por Hanek a cambio de su trabajo. Chango es el nieto de ese primer Hanek en Bariloche y junto a su familia organiza esta excursión que permite apreciar los cerros Las Buitreras y Carbón, y el valle del río Ñirihuau.
Finalmente, por si no alcanzara andar por la tierra y por el agua, Colonia Suiza es otro de los lugares imperdibles de Bariloche y es perfecto para quienes deseen volar entre los árboles. En este caso hay que ascender a una de las camionetas hasta la plataforma donde comienza la excursión de canopy o tirolesa. Arnés de seguridad mediante, los visitantes recorren 1500 metros de cables “volando” entre los árboles. Esta auténtica aventura puede realizarse durante todo el año, en un paisaje siempre cambiante, ya que el bosque se cubre de nieve en invierno, vira al rojo en otoño y se pinta de verde en primavera.
Cuando finaliza el día, los amantes del turismo activo tienen sus lugares de encuentro en Bariloche, como la cervecería De la Cruz, donde se puede disfrutar de cervezas artesanales en su variedad de rubia, roja y negra; o el refugio Berghof, ubicado en el cerro Otto a 1400 metros del nivel del mar. En este lugar puede disfrutarse de una cena a la luz de las velas, música y un enorme ventanal con vista al lago, para un momento de merecido relax después de tanta aventura.