Crisis radical y falta de liderazgo
Viedma (ADN).- El resultado de la convención radical de ayer en Darwin tendrá distintas lecturas, algunas de ellas planteadas desde la derrota de un sector y el triunfo de otros. Si se observa de qué manera se fue dilapidando el poder ejercido durante 28 años, no queda menos que fijar responsabilidades en toda la dirigencia de la UCR, un fenómeno que es nacional pensando en la imposibilidad de mantener aquel legado de Raúl Alfonsín cuando llegó al gobierno en 1983.
El radicalismo rionegrino sólo aprendió a regenerar poder desde el propio poder, incluso con algunos dirigentes que desde el llano no podrían conducir ni siquiera el club de su propio barrio. Una rápida mirada por la galería de rostros radicales muestra -no sólo canas y arrugas- sino también agotamiento. Este radicalismo no cautiva a los jóvenes como si lo hizo Alfonsín hace 33 años cuando la dirigencia actual lucía cabellos, agilidad física y mental y abdomen de deportistas, aunque siempre las excepciones confirman la regla.
Qué sucedió, además de un patético gobierno de los últimos años de la gestión de Miguel Saiz, las denuncias de casos de corrupción, que aún están en resolución judicial, y la latente interna entre sectores.
Hubo orfandad. Faltó liderazgo porque el último gobernador jugó su capital en un candidato que no logró mantener al radicalismo en el gobierno y además Saiz se fue a su casa sin convertirse -porque no pudo o no supo- en el líder de la oposición y en el conductor de la política radical desde el llano.
El último caudillo radical rionegrino, Pablo Verani, se fue sin dejar legado, igual que Raúl Alfonsín. Nadie tomó el testimonio, por incapacidad, voluntad de servicio, espíritu de sacrificio o carencia intelectual de formular un proyecto de poder viable, creíble y atrayente para los rionegrinos.
Tampoco pudo Horacio Massaccesi, actual presidente del partido, que tenía como mandato reconstruir al centenario partido. Darwin fue el ejemplo que avala este comentario. Faltó liderazgo que conduzca con firmeza y sin desconfianza.
Ahora hay que lograr una fórmula para representar al radicalismo en las elecciones del 14 de junio. Quiénes la integrarán…los mismos nombres, las mismas caras…cuál será la propuesta generacional y sobre todo la propuesta política porque sólo mostrar logros de gobiernos anteriores es una muestra de caducidad. Nada es igual a lo anterior.
Liderazgo es el sinónimo de la crisis radical. Son líderes quienes persuaden desde una posición de poder, que se ejerce de forma activa e influyen en las decisiones del conjunto, otra cosa es manejar la “rosca” interna.
Esta falta de liderazgo también generó una fractura en ciernes, porque será casi imposible desde la conducción del partido impedir que existan dirigentes, afiliados y simpatizantes de la UCR que busquen una alianza en el Frente Progresista, Ari, socialistas y Libres del Sur, e incluso otros rumbos cercanos al gobierno provincial.