¡Sí, que se rompa, pero que no se doble! ● Enrique Minetti
“Los radicales conservadores se irán con don Bernardo de Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Irigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña, y los radicales intransigentes nos iremos a la mismísima mierda”.
Esto escribía en 1895 Leandro Alem, a un año de suicidarse.
Cinco años antes había encabezado junto con Bartolomé Mitre la llamada Revolución del Parque para expulsar al régimen de Juárez Celman. Y lo hacían con la siguiente proclama “No derrocamos al gobierno para derrocar hombres y sustituirlos en el mando: lo derrocamos para devolverlo al pueblo, a fin de que el pueblo lo reconstituya sobre la base de la dignidad nacional y con la dignidad de otros tiempos, destruyendo esta ominosa oligarquía de advenedizos que ha deshonrado ante propios y extraños las instituciones de la República”.
Para desplazar del gobierno al régimen de Juárez Celman se constituye la Unión Cívica en 1890. Denunciaba emisiones clandestinas de billetes y negociados de todo tipo para beneficiar a su círculo íntimo. Sus banderas eran el sufragio libre, decencia y el cumplimiento de la Constitución.
Mitre extrañamente se ausentó del país y la Revolución debió se comandada sólo por Alem, quien luego de tomar el Parque de Artillería llegó a presidir un gobierno provisorio.
Un revolucionario que participó de la asonada, el insigne Don Lisandro de La Torre, relató la traición del Gral. Campos quien, debido a un supuesto pacto con Roca, no cumplió con los planes de atacar como se había establecido haciendo fracasar la revolución.
Pese a la derrota Juárez Celman debió renunciar y los radicales conservadores de Mitre, traicionaron la revolución y en un entente con Roca hicieron asumir al vicepresidente Pellegrini recuperando para ellos el poder y el manejo de los negocios que antes usufructuaba Juárez Celman. Alem, por el contrario, quería elecciones libres.
Don Leandro inicia su militancia política en el Partido Autonomista de Adolfo Alsina con fuerte raigambre popular, ya enfrentando a Bartolomé Mitre. Eran tiempos de fraude y Alem lucha contra ello y por la instalación de una auténtica democracia, contribuyendo a la creación del Partido Republicano donde las decisiones se tomaban en Asambleas populares. Concretada la federalización de Buenos Aires a la que se opuso tenazmente enfrentado a Julio Argentino Roca, renuncia a su cargo de Diputado y decide dejar la política. Era el año 1880. Predicó con su propia conducta. Todo un ejemplo a seguir.
Hasta que en 1889 motivado por los jóvenes que, politizados, se movilizan en contra de la decadencia y la entrega que encabezaba el régimen de Juárez Celman, decide volver a la política. Dijo en el mitin donde quedaría constituida la UNION CÍVICA DE LA JUVENTUD: “Quiero, ante todo, saludaros con el mayor entusiasmo, y luego, de inmediato, pedir a esta altiva y generosa juventud que me perdone por el juicio que de ella me había formado, pues confieso que no hace muchos meses, expresaba la profunda decepción que me inspiraba la actitud de la juventud tratándose de la cosa pública.
-Ya no hay jóvenes en la república -decía; -los ideales generosos, las iniciativas patrióticas no cuentan con su apoyo ni con su entusiasmo; los que se titulan jóvenes no lo son sino en la edad, porque cuando se les habla de la patria, de los sacrificios patrióticos o del cumplimiento de los derechos cívicos, reciben esas palabras con un solemne desprecio, considerando que tales asuntos sólo pueden preocupar la mente de los ilusos, de los líricos, cuando no dicen de los tontos; y agregan que en nuestros días la política ha cambiado de giro y que hay que ser más prácticos, adoptando otra política basada en el positivismo, y titulándose, los que de tal manera piensan y proceden, hombres prácticos, grandes políticos, sabios y de talento.
Fue, señores, en presencia de estos hechos que mi espíritu entrevió los grandes males que surgían del falseamiento de las instituciones, y que yo creía que la juventud miraba indiferente y por eso me expresaba en palabras tan amargas con respecto a la situación política del país.
Pero ahora, y en presencia de este movimiento reaccionario iniciado por la juventud, he comprendido mi error, y al comprenderlo me complazco en exhortar a esta misma juventud valiente y decidida, a continuar con orgullo la senda que señalaron con su sangre y con su ejemplo todos nuestros gloriosos antepasados!
Señores, nada satisface más íntimamente y retempla mejor el espíritu, que recordar con acentuada veneración los esfuerzos desinteresados y patrióticos de aquella juventud, que abandonando la cuna de sus más caras afecciones, cortando algunos el curso de sus carreras universitarias, y despreciando todos sus intereses personales, corría, llena de bríos y de santo patriotismo, a formar en las filas del ejército, que se coronaba de gloria en las batallas libradas por la libertad y el honor nacional!”.
He trascripto estas palabras de Leandro Alem porque me parece que tienen una vigencia fenomenal en la vida de la política y particularmente en la de la UCR de nuestros días. Sus dirigentes no sólo han perdido el norte sino que, como se ve, traicionan a sus padres fundadores y a las nobles ideas que le dieran origen.
Esa juventud junto a los opositores al régimen dan nacimiento en 1890 a la UNIÓN CÍVICA.
Julio Argentino Roca líder del Partido Autonomista nacional, arregló con Mitre una fórmula encabezada por este último. Al enterarse del acuerdo, Alem se opone fuertemente al mismo, y le dice a Mitre una frase que quedará en la historia:
“Yo no acepto el acuerdo, soy radical en contra del acuerdo, soy radical intransigente”.
Este pacto realizado por Mitre lleva a la división de la Unión Cívica. Los anti-acuerdistas, liderados por Alem, forman la Unión Cívica Radical. Los acuerdistas, liderados por Mitre, forman la Unión Cívica Nacional.
Alem reivindica la idea de intransigencia radical hasta constituirla en un principio de su acción política.
Y si fue la juventud la que devolvió la esperanza de Don Leandro, reintegrándolo a la vida y haciendo que volviera a creer en los ideales por los que luchó toda su existencia, parece justo que sean los actuales jóvenes radicales quienes deban luchar para que sus dirigentes vuelvan a las fuentes de su ideología y pongan de pie a su partido, recobrando la dignidad que parecen haber perdido poniéndolo virtualmente en alquiler. Así lo hizo Don Raúl Ricardo Alfonsín junto a los jóvenes que lo acompañaron en el movimiento que lideró.
En este orden de ideas justo es reconocer la existencia de un sector de la juventud radical que se hace llamar Los irrompibles liderada por el polítólogo Leandro Santoro, inspirados en Raúl Alfonsín pero también en Arturo Illia, Honorio Pueyrredon, Leandro Alem, el Subcomandante Marcos, Mario Abel Amaya, Hipólito Irigoyen, Patricio Rey, Arturo Jauretche, Crisólogo Larralde y Eduardo Galeano.
Tras lanzar la consigna SANZSEACABÓ, sostienen que: “A esta altura de las circunstancias ya no queda ninguna duda, la conducción de la UCR ha dado por muerto al partido y trabaja para satisfacer las necesidades particulares de sus dirigentes. La cumbre de San Fernando no ha sido el inicio sino el final de un proceso que se inició desde la conformación misma del Frente UNEN. Sin estrategia unificada ni proyecto de país, desde hace meses la sociedad viene siendo testigo de las andanzas de quienes, a través de declaraciones amigables, fotos en común y gestos públicos, demuestran coincidencias y complicidades con los sectores representados en las figuras de Sergio Massa y Mauricio Macri.
Hoy está absolutamente claro, ya no son especulaciones, a la luz del día Sanz se desespera por salvar sus propias pilchas pretendiendo llevar a su partido como furgón de cola del Macrismo y se ha enfrentado a Cobos quien con un andar “no positivo” no le hace asco a nada y quiere sumar a Macri a Massa, a quien venga. – Cuando digo todos, es todos, aseveró sin ponerse colorado. Gerardo Morales también es un primerísimo actor en este sainete tragicómico.
Eso sí, de política, programas, economía, finanzas, buitres, educación, seguridad, ciencia y tecnología, cultura, vivienda, ferrocarriles, rutas, obra pública, federalismo, medios de comunicación, poder mediático, inclusión sí, inclusión no, política exterior, integración latinoamericana, planes, algún atisbo de discusión de idas: tolerancia cero. Sólo política espectáculo. Cuando Ud., estimado lector, lea estas líneas ya se habrá llevado a cabo la convención radical de Gualeguaychú y definido la estrategia de alianzas.
Hace ya varios años el Dr. Raúl Alfonsín, padre de la recuperación democrática, afirmaba con coraje y sinceridad que el radicalismo se está derechizando y si es así -sostuvo- deberemos prepararnos para perder elecciones pero a mi no me van a encontrar entre los que han decidido arriar las banderas que dieron origen al partido. Hablaba también de que el político tenía que ser docente, tensionar el sentido común.
Alem deja escrito en su testamento político:
“He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!
He luchado de una manera indecible en los últimos tiempos; pero mis fuerzas, tal vez gastadas ya, han sido incapaces para detener la montaña… ¡y la montaña me aplastó!
He dado todo lo que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir de un hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado… y para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. Entrego decorosa y dignamente todo lo que me queda: mi última sangre, el resto de mi vida. Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas y los propósitos de mi acción y de mi lucha en general, en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto, será una desgracia que yo ya no podré ni sentir ni remediar.
Ahí están mi labor y mi acción desde largos años, desde muy joven, desde muy niño, luchando siempre de abajo. No es el orgullo el que me dicta estas palabras, ni es debilidad en estos momentos lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado en un solemne recogimiento.
Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente.
En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción en bien de la patria. Esta es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie. Yo mismo he dado el primer impulso, y, sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales. ¡Adelante los que quedan! ¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores!
¡No importa! Todavía puede hacer mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra: ¡deben consumarla!”.
Nuevas generaciones que no pueden desoír el desgarrador pedido que llevó a Leandro Alem ha quitarse la vida y que deben persuadirnos que sí hay jóvenes en la República que no lo sean sólo por la edad, sino que lo sean porque encarnen vivencialmente los valores e ideales que han sido de la esencia de la juventud a través de los tiempos.
Es la sangre nueva que ciertamente corre por las venas del más que centenario partido, quien ¡debe consumar la obra! iniciada por Don Leandro. Quien aspire a ponerlo de rodillas, con alianzas vergonzantes con la derecha, deshonra su vida y su muerte. Por el bien de la Patria la UCR debiera volver a ser el partido popular y progresista que supo ser.
ENRIQUE MINETTI