El discurso político-ADN
Mañana termina el plazo para presentar las listas de candidatos y comienza formalmente la campaña electoral hacia el 14 de junio, fecha en que los rionegrinos votaremos por el futuro gobernador y vicegobernador, legisladores y en algunos lugares también para intendentes.
Formalmente, porque es el punto de partida oficial y de reconocimiento legal ante la Justicia Electoral, pero en realidad la habitualidad del discurso político nos pone a todos los votantes frente a reiteradas y cotidianas promesas políticas.
Cómo se define este discurso. Hay premisas que caracterizan también a los candidatos y a los partidos o alianzas que representan y una de ellas es que a la “gente no le interesa la política” y que hay que decir “lo que el ciudadano quiere escuchar”. Definiciones extraídas de la fuerte presencia mediática, sobre todo la televisión, oportunistas, vacías de contenidos y “discursos de ocasión”.
Si bien el mundo cambió con la caída del Muro de Berlín, en 1989, no es menos cierto que el impacto de los cambios del 2001 tienen una consecuencia más directa, sobre todo en lo económico y en países emergentes. Lo vivimos en el país y el caso de Grecia es importante.
Los cinco candidatos ahora tienen que convencer al votante no sólo de sus virtudes personales, en cuanto a eficiencia y honestidad, sino además sobre las propuestas políticas que modificarán, para bien, la calidad de vida de los rionegrinos, no sólo en un discurso disfrazado de buenaventuras sino tangible en la proposición.
Es posible que los candidatos o sus asesores, opinen que hay que pivotear sobre la coyuntura, estructurar un mensaje naif, sin agitar las aguas y anunciarse como salvadores de las cosas simples.
Esto es apuntar a lo inmediato y no plantearse la discusión del largo plazo y el proyecto del futuro. “El hoy” es el centro de la sociología moderna.
No son pocos los problemas. Río Negro padece una crisis estructural del complejo frutícola y la solución solo aparece con aportes de fondos millonarios tanto de Nación como de la provincia, sin que se encuentre la solución.
No hay alternativas a esta producción primaria y no todos los planes de reconversión dieron resultado.
En los últimos 40 años la fruticultura se llevó miles de millones de pesos del erario púbico rionegrino, inconmensurable frente a otras economías como el turismo, la pesca, la producción pecuaria y agropecuaria y las inversiones en bienes de capital.
Hoy los hidrocarburos están a la cima. Dólares que se destinan a gastos de equipamiento e incluso corrientes, obras y funcionamiento del Estado ¿quedará algo para apuntalar una mirada hacia el horizonte y el largo plazo, o sólo vivir el presente?
Río Negro tiene petróleo y gas, somos parte de la cuenca neuquina, se usa “fracking” y se avanza sobre las chacras. Si vive, principalmente en el oeste provincial, la fiebre del oro negro. Ningún sueldo es comparable a los que paga el petróleo, tienta a los jóvenes, a las empresas subsidiarias y a los inversores extranjeros. Sin duda que puede ser un momento para aprovechar, pero no para malgastar sino para prever para que cuando las generaciones venideras vean agotarse el recurso tengan alternativas viables.
Río Negro tiene 360 kilómetros de costa, el 10 por ciento del litoral marítimo argentino, y sólo un puñado de profesionales y expertos conocen el tema. Nadie cuenta con proyectos y todo se limita al negocio de la captura sin importar el recurso.
Río Negro tiene turismo y las propuestas son siempre limitadas a la paridad cambiaria y a la promoción de nuestras costas y montañas, con poca inversión nacional y provincial, y así se podría mencionar a la ruta 23 y la posibilidad de construir un corredor interoceánico que una el atlántico con el pacífico y de esta manera se puede continuar enumerando una larga lista de sueños que nos ilusionaros desde los albores de la creación de la provincia.
No se define y no se utilizan los recursos que brindan las dos universidades localizadas en Río Negro. Hay recursos humanos, se pagan investigaciones, no se tiene en cuenta la planificación y salvo el polo tecnológico de Bariloche se está lejos de pensar el futuro desde la ciencia.
Los cinco candidatos a gobernador que se proponen para las elecciones del 14 de junio fueron protagonistas, en más o en menos, de la política rionegrina de estos últimos 32 años. Un pasado que marcó conductas y posicionamientos nunca alejados de las disputas políticas nacionales. Responsabilidades, aciertos y errores que como en los espejos de los viejos parques de diversiones nos reflejan imágenes deformadas y lejos de la realidad actual.
El ciudadano aparece como un mero espectador de tránsitos y mutaciones políticas, pero sabe que tiene un poder en sus manos de un valor inestimable: el voto.
El partido del gobierno tiene la responsabilidad de explicar lo hecho y por qué debe seguir al frente de la administración del Estado y tiene además ese plus de gobernar con la plata de todos.
En los partidos de la oposición se abre la expectativa de la esperanza y el cambio, que como dicen los encuestadores siempre aparece como una posibilidad, frente a lo conocido.
Cuál será entonces el debate político en Río Negro. La oferta electoral rionegrina es variada y con distinta inserción en el territorio provincial.
Por otra parte el debate nacional se cristaliza entre el FpV y el PRO. Massa es un híbrido a quien le cuesta terciar en esta pelea.
En Río Negro la cuestión nacional tiene distintas variantes. El FpV continuará formulando propuestas calzadas a la gestión de la Casa Rosada y difícilmente deje esa ruta ya que no se cumplieron los pronósticos fatalistas, es más una encuesta del miércoles pasado en Viedma, de una conocida consultora, arroja un 65% de imagen positiva de la Presidente.
El gobernador despejó totalmente la aventura massista y el radicalismo no tiene anclaje nacional que le brinde protección, el Frente Progresista tracciona a través de la senadora ya que la fuerza está menguada frente a los proyectos nacionales de Sanz y Macri y por último el PRO tratará de ser subsidiario del auge del macrismo en todo país.
Es posible que esta campaña electoral ofrezca a los rionegrinos un debate serio y responsable sobre proyectos de gobierno que implique una confrontación de ideas donde sea posible conocer que hará cada candidato sobre la seguridad, la reforma constitucional, la reforma del Estado, la explotación hidrocarburíferas y minera sustentable, la pesca, el turismo y otros, con propuestas claras y alejada de la cháchara proselitista.
Propuestas que hablen de la distribución de la riqueza, de la creación de fuentes de trabajo, de combatir a la pobreza para terminar con la utilización de la necesidad del que menos tiene, práctica habitual en tiempos electorales.
Aún es posible creer que los candidatos a gobernador por la provincia de Río Negro no maten las ilusiones de los rionegrinos. (ADN)