Jon Lee Anderson, periodismo en primera persona
Buenos Aires (Télam).- El norteamericano Jon Lee Anderson, una de las figuras de la crónica periodística y uno de los corresponsales de guerra más relevante de los últimos 40 años, brindó en el Encuentro de la Palabra en Tecnópolis una rica entrevista donde reveló su lado más aventurero, una faceta de su personalidad que lo llevó a conocer a los personajes más importantes de la historia reciente y ser testigo activo de los sucesos clave de los últimos tiempos.
Reconocido por haber escrito una de las biografías del Che Guevara más exhaustivas editadas, Anderson, especializado en temas latinoamericanos, es corresponsal de guerra, escribe para la emblemática revista The New Yorker y realizó perfiles de Gabriel García Márquez, Augusto Pinochet, el rey Juan Carlos, Saddam Hussein y Hugo Chávez, en tanto que está preparando una biografía de Fidel Castro.
Pero detrás de un especialista, en Anderson, de 58 años, se revela un verdadero aventurero, que ya desde pequeño se lanzó al mundo para explorarlo. Cansado de la vida universitaria en Estados Unidos, llegó a Perú para embarcarse en un buque pesquero.
«Estaba viviendo la vida de un explorador, pero nací en el siglo equivocado. Siempre sentí que debí haber nacido en 1810. No quedaban muchos sitios por descubrir, pero el mundo siempre está por descubrir. El hecho que haya sido transitado no quiere decir que no haya sido explorado», contó ante 120 personas.
Fanático de Tintín, Anderson se crio en el extranjero. A los cuatro años vivió en Colombia y recordó que «mi primera memoria es en castellano, mis padres no me creían. Tenía muchas memorias de diálogo. Conocía el español pero no podía hablarlo. Recuperé el idioma contenido en España», dijo en un castellano con giros latinoamericanos.
Anderson fue naúfrago con escorbuto, subió el monte Kilimanjaro, recorrió Uganda solo a los 13 años y trabajó como machetero en Honduras a los 17. «Tengo deseo de conocer, siempre he buscado ir a lugares donde mi condición social no me sirva para nada. Estoy programado así y no sé por qué, llego al lugar donde soy el marciano en la Tierra, y tengo que comunicar», le confió a su entrevistador, el periodista Martín Pérez.
Sus primeras crónicas fueron para un periódico de habla inglesa en Lima. Todo ese background contenido en sus primeros años de «explorador» lo desplegó en palabras, más tarde llegó la hora de convertirse en periodista free lance y de vender los primeros reportajes para la revista norteamericana Time.
«Iba a los lugares más peligrosos y lejanos, era la época de Malvinas, de los escuadrones de la muerte, de las guerrillas. Entendí la lógica de la guerra y quería entender más, me mude a El Salvador y conseguí trabajo en la revista Time, pero no era para mí, era conservadora», indicó.
“Mucho de lo que vi e intente reportear no estaba a gusto de la revista. Yo quería reportar la verdad como que Ronald Reagan solventaba los contrarrevolucionarios del régimen sandinista y supe que estaban ejecutando gente, Time no quería eso, el editor almorzaba cada lunes con Henry Kissinger. Empecé a filtrar cosas a grupos de Derechos Humanos, un poquito de garganta profunda. Era un deber ético público y personal. Dejé Times», contó.
Entre sus libros están «Inside the Liga» (1986), «Zonas de Guerra: voces de los campos de matanza del mundo» (1987), «Guerrillas (1992)», que ahora se reeditará en español; «Che Guevara: Una Vida Revolucionaria»(1997); «La tumba del León: Partes de guerra desde Afganistán» (2002)y «La caída de Bagdad» (2004).
Su mirada sobre los guerrilleros fue clara: «Ellos estaban creando historia, quería entender y profundizar mis conocimientos en sus motivaciones, entendí que tenían una historia no escrita. Una vida en el monte donde la única certeza es la inminencia de la muerte. Era una historia oral, era como descubrir una tribu perdida y yo quería contarlo», dijo.
Mientras investigaba para «Guerrillas» encontró que la figura del Che era una constante. «Me iba topando con él, estaba muy presente en los frentes guerrilleros del mundo, era un santo Patrón. Me di cuenta que tenía que profundizar en su vida, había lagunas que rellenar. Era un desafío intelectual y personal», contó.
Anderson vivió tres años en Cuba para recolectar información, y ya en la primera página revela cómo fue el verdadero nacimiento del Che.
«La madre del Che, Celia, le confió en su lecho de muerte a una amiga astróloga que él había nacido un mes antes. Nadie lo quiso reconocer públicamente, pero me sirvió como un dato. Y decidí comenzar el libro así, qué curioso que el guerrillero más icónico nació camuflado y murió en las mismas circunstancias», dijo Anderson, el hombre que también señaló el sitio con los restos de Guevara, en Bolivia.
Sobre su futuro proyecto, la biografía de Fidel, el periodista, de 58 años adelantó que el libro será “el resto de la historia de la revolución cubana a través de Fidel. Siempre supe que tenía otro libro sobre Cuba dentro de mí. Fue pasando el tiempo. Pienso biográficamente y es una figura con quien comparo a otros líderes. Pienso que puedo aportar algo. Voy a dar la intentona. El ha dictado muchos libros, discursos, estamos apartados de la guerra fría y podemos ver mejor quien ha sido”.
Tras el 911 en Estados Unidos, Anderson sintió la compulsión de ir a Afganistán. «Tenía que estar ahí. Era como si todo lo que había hecho antes servía para eso. La primera vez me tuve que ir porque los yihadistas árabes querían matarme. Era Bin Laden, pero nadie entendía aún quiénes eran. Tras el atentado, yo quería humanizar lo que iba a ser un frente de guerra, quería mostrar al mundo occidental que los afganos tenían recursos propios para conciliar. Para hacer la paz».
Anderson cubrió todos los conflictos en Medio Oriente y perdió ocho amigos personales. Al respecto, sostuvo que en Libia, por ejemplo, «Isis está abriendo un nuevo frente, con un iphone y una cuchilla matan a un occidental y se hacen famosos. Hay mucho odio del musulmán hacia el mundo occidental, no soy islamófobo, pero hay un problema, es un fundamentalismo sin reforma. Isis y el yihadismo con su voluntad de matar son el nazismo de nuestra era», remarcó.
«Están los hechos y nuestra pasividad ante ellos, por cada mil que miran esos videos de muerte y se horrorizan, hay uno que quiere sumarse. Los humanos somos capaces de todo, pero lo peor es cuando comienza a correr la sangre, ahí es cuando el diablo sale a la calle y camina a sus anchas, y todo tenemos algo del diablo adentro», reflexionó.
¿Por qué ir a la guerra, entonces?, le preguntaron. Y Anderson, con su espíritu explorador, respondió: «Porque desde muy joven observé que la guerra era una constante de toda la historia de la humanidad y me pareció que tenía que verlo en primera persona».