“La situación está controlada”
Buenos Aires. Julián Blejmar-Miradas al Sur.- Durante la entrevista que mantuvo con Miradas al Sur, el célebre economista Aldo Ferrer, brindó su mirada sobre la actual coyuntura y la política económica desarrollada durante la gestión kirchnerista.
Fue ministro de Economía entre 1970 y 1971, embajador en Francia entre 2011 y 2013, uno de los fundadores del Plan Fénix de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y autor del clásico La economía argentina, que desde 1963 ha agotado treinta reimpresiones en sus versiones castellana, inglesa, portuguesa y japonesa.
Pero esta frondosa trayectoria no le impide a Aldo Ferrer utilizar un lenguaje llano y directo para brindar su visión sobre la coyuntura económica, afirmando que “la situación está controlada, el Gobierno logró evitar golpes de mercado, resistir al complejo escenario que habían creado los fondos buitre y controlar el mercado cambiario. Para esto último, fue importante también la última colocación de los bonos en dólares por parte del Tesoro y de YPF, que si bien fueron a una tasa de interés alta, demostraron que nuestro país podía acceder al mercado de crédito internacional.
De todas formas, aún no se ha resuelto el problema de fondo, que es las insuficiencia de dólares y la brecha en su cotización entre el mercado formal e informal, lo cual no es el mejor de los escenarios para la inversión y el buen funcionamiento de la economía. También la política fiscal plantea problemas, pues es menos sólida que en años anteriores, más allá de que acá también influye el escenario internacional.
–¿Estas últimas cuestiones pueden llevar a crisis en el mediano plazo?
–El Estado es mucho más fuerte que en el pasado, la economía está desendeudada, parada sobre recursos propios, y existe además un nivel de reservas importante, lo cual impide el descarrilamiento. Pero si se desea sostener una política de signo nacional y popular, que sin dudas genera confrontaciones, la macroeconomía debe ser sólida, y en este sentido existen en la actualidad problemas de gastos deficientes en parte de los subsidios a la energía y el transporte, lo cual dificulta la situación fiscal, además de problemas en los precios relativos y en el sistema tributario que carece de la equidad y progresividad deseada.
–¿Cómo evalúa, en términos generales, la política económica desplegada durante el ciclo kirchnerista?
–El objetivo político consistió en lograr una posición de pleno empleo sobre la estructura preexistente, abandonando la política neoliberal de apertura indiscriminada y desmantelamiento industrial, y de hecho, tanto la producción como el empleo aumentaron significativamente. Pero existió un déficit fundamental vinculado con la política industrial, porque la estructura sigue teniendo el mismo déficit que en el pasado, como es el insuficiente desarrollo en los sectores de alto contenido tecnológico y de valor agregado como las autopartes, los bienes de capital, los productos electrónicos y los químicos. Y esto lleva a una situación no sustentable para un desarrollo de largo plazo; por eso, el gran tema pendiente es la transformación industrial, que es la causa principal de la restricción externa.
–¿Por qué cree que no se avanzó lo suficiente en estos aspectos?
–Porque desde mi punto de vista, el Gobierno tuvo un planteo insuficiente en esta cuestión; por un lado, puso mucho énfasis, como corresponde, en una política científica y tecnológica creando un ministerio para tal efecto; se avanzó en la política nuclear y se puso foco en la capacitación de recursos humanos, todas cuestiones fundamentales, pero creo que no advirtió la importancia de cerrar ese déficit fenomenal en las manufacturas de origen industrial, y por lo tanto, subsiste una vulnerabilidad de la economía.
A esto se suma el no haber podido revertir la extranjerización de la economía, porque hubo sin dudas una recuperación de las pymes y del empresariado nacional, pero hace falta avanzar en ciertos sectores donde hay un gran vacío de producción local. Siempre insisto en que el sector automotriz es clave, es fundamental una empresa terminal de capital argentino que lidere el mercado, para evitar que la cadena de valor se integre mayormente con componentes importados y se genere este déficit de divisas fenomenal en las autopartes. Lo mismo con el sector electrónico, no sirve sólo montar componentes importados. Si no se avanza en la integración de la cadena de valor y en la exportación de bienes que permitan que la industria genere divisas, el desarrollo industrial está muy comprometido.
En definitiva, creo que existió por parte del Gobierno una política correcta en relación con la ocupación de la capacidad instalada, pero insuficiente para la transformación industrial.
–A las dificultades internas se suma un contexto de procesos productivos globalizados. ¿Considera igualmente posible llevar adelante una política industrialista de sesgo nacional?
–Argentina tiene los recursos materiales y humanos como para llevar adelante una gran política de transformación industrial, posee una fuerza de trabajo capacitada, cuadros técnicos que han demostrado que pueden gestionar el conocimiento en la frontera, como por ejemplo ha sucedido en el sector agropecuario, con una enorme cantidad de avances tecnológicos que se han desarrollado aquí, como el de la siembra directa. En definitiva, existen recursos materiales y humanos como para un gran proyecto de transformación, y para eso es necesario políticas públicas con la lucidez necesaria para detectar cuáles son los puntos estratégicos para apoyar e impulsar.
Se ha avanzado mucho en este sentido, con la recuperación de la soberanía, el desendeudamiento, la recuperación de YPF, la nacionalización de las AFJP, por citar sólo algunas cuestiones, pero falta mucho por hacer, recordando siempre que para una política nacional soberana y transformadora hay que tener la casa en orden, que significa un contexto macroeconómico funcional a la transformación, fundado en el superávit primario en la cuenta corriente de la balanza de pagos, la fortaleza fiscal para bajar la inflación y frenos a la fuga de capitales.
–¿El Estado es determinante o los empresarios son corresponsables en estas cuestiones?
–Cada uno en lo suyo, no hay empresario nacional sin Estado, ni hay desarrollo sin empresarios. Vivimos en una economía de mercado donde la iniciativa e inversión privadas son componentes esenciales del desarrollo; por lo tanto, acá hay dos protagonistas fundamentales que son el Estado y el empresariado nacional, y tiene que haber una convergencia de políticas públicas y de iniciativa privada con sentido nacional para innovar, crecer, exportar y resolver la restricción externa, porque en ningún caso el desarrollo nacional con inclusión social se puede fundar en la inversión extranjera, porque cuando se extranjeriza una economía y depende del crédito externo, termina como terminamos nosotros.
Por eso, nadie habla de dejar de importar y llegar a la autarquía, sino de generar una capacidad exportadora para poder importar más pero cubriendo esas importaciones con bienes de creciente valor agregado y tecnología, es decir, estar abierto en la economía mediante una industria nacional integrada y competitiva, que importa mucho y exporta más.
–Por último, señala que se considera parte de un pensamiento nacional, como en su momento lo fueron Vicente Fidel López, Carlos Pellegrini, Raúl Prebisch y Arturo Jauretche. ¿Cómo definiría ese pensamiento?
–En lo económico, se basa en la interpretación de la realidad argentina y en tratar de continuar lo que es una experiencia histórica en materia de desarrollo, que descansa siempre en la gestión del conocimiento, la tecnología y el ahorro interno, junto a la soberanía para hacer una política de transformación con inclusión social. Es ver el país desde las propias perspectivas, no quedar sometido a lo que Raúl Prebisch llamaba el pensamiento céntrico, como lo es el neoliberalismo o el Consenso de Washington, que son construcciones ideológicas de países dominantes, de las cuales hay que independizarse, porque sino, no se logra la emancipación. El pensamiento nacional es un proyecto nacional a partir de una visión crítica y realista de las posibilidades y de la defensa del interés nacional.
Consultado sobre su visión sobre los recientes acuerdos firmados con China y Rusia, Ferrer opina que “hay que andar con mucho cuidado con los créditos que provienen de proveedores, porque no sería bueno que ello implique una declinación del componente nacional, que por el contrario tiene que avanzar para ganar la autonomía tecnológica. Hay que diseñar argentino porque los proyectos de afuera vienen con altos componentes de insumos importados y en los acuerdos firmados se pondrá a prueba el alcance de estos créditos de proveedores. En el caso de Rusia, aparecen acuerdos nucleares muy interesantes, con la opción de mantener y aumentar la tradicional y gran política nuclear argentina, que ha sido pionera en el mundo en desarrollo, al punto que ahora se está terminando de construir el núcleo de reactores a partir de tecnología argentina, como es el caso del Carem.