Qué tienen Cariglino y Giustozzi
Buenos Aires (Télam-Fabián Rodríguez).- Malos conocidos o no tan buenos por conocer, esa es la disyuntiva que atraviesa hoy al Frente Renovador. Una decisión tomada «con los números en la mano».
«Se fueron porque no medían», simplificaron durante el fin de semana los dirigentes del Frente Renovador que salieron a plantear la postura oficial del massismo ante las deserciones de Jesús Cariglino y Darío Giustozzi, a quienes además acusaron -vaya paradoja- de tener actitudes «ambiguas» hacia el espacio político que conduce Sergio Massa.
¿Es así? ¿Pueden dos dirigentes de tradición peronista que fundaron una fuerza política, uno de ellos presidente de bloque en el Congreso de la Nación, abandonarla porque su líder no les habilita una candidatura a la gobernación? La hipótesis, facilonga pero asimilable para algunos, se vuelve bastante inverosímil cuando uno empieza a preguntar y contrasta las explicaciones de uno y otro sector.
En principio digamos que más allá de cierta vanidad que con justa razón puedan endilgarle sus ahora ex compañeros del Frente Renovador, Cariglino y Giuztozzi son plenamente conscientes del lugar que ocupan entre las preferencias de los bonaerenses, porque además de hacer política hace muchísimo años hacen lo que en la actualidad hace cualquier dirigente con aspiraciones a un cargo electivo: leen encuestas, sondeos de opinión y resultados de focus groups.
La provincia de Buenos Aires se encuentra dividida en ocho secciones electorales y dos de ellas, la Primera y la Tercera, son las que contienen a los partidos que integran el conurbano bonaerense, un conglomerado de 28 municipios que con casi siete millones y medio de electores representa, voto más voto menos, casi un 27 por ciento del padrón nacional y más del 70 por ciento del bonaerense.
La Primera Sección electoral está conformada mayoritariamente por los partidos de las zonas norte y oeste del Gran Buenos Aires, que en orden de número de electores son: Merlo, Moreno, San Martín, Tigre, Tres de Febrero, Malvinas Argentinas, Morón, Pilar, San Isidro, San Miguel, Vicente López, José C. Paz, Escobar, Hurlingham, Ituzaingó y San Fernando.
En tanto que la Tercera está compuesta por los partidos de la zona sur del Gran Buenos Aires más La Matanza, el segundo municipio más poblado del país. Así, el orden de importancia empieza lógicamente por La Matanza y sigue con Lomas de Zamora, Quilmes, Almirante Brown, Lanús, Florencio Varela, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría, Presidente Perón y San Vicente.
En las elecciones de 2013 votaron en la provincia de Buenos Aires 9.404.249 personas, de las cuales 195.844 lo hicieron Malvinas Argentinas y 331.334 en Almirante Brown, es decir un 2,08% y un 3,52% respectivamente, de los votos válidos bonaerenses. En ambos municipios triunfaron por amplio margen las listas del Frente Renovador que respondían a los intendentes Cariglino y Giustozzi.
Hablando de medir o no medir, lo que motivó el abandono del Frente Renovador por parte de Cariglino y Giustozzi fue el orden de prioridades que le asignó Massa dentro de su espacio a dirigentes que no tienen los votos que ellos sí tienen, ya sea porque gobiernan distritos mucho más pequeños en términos electorales (como por ejemplo San Miguel o Hurlingham), o porque han alcanzado una silla en la mesa de decisiones del massismo por estar en condiciones de realizar un despliegue publicitario más cercano a los de una empresa multinacional que a los de un dirigente bonaerense, sin siquiera haber sido probados en la gestión.
Para decirlo de otro modo, cada uno a su manera, Carilgino y Giustozzi están «calientes» con Massa por haber privilegiado «los fierros» a la Política.
Conocedores como son del territorio y la política bonaerense, ambos barones del conurbano saben perfectamente que son los dos extremos de la boleta, Presidente e Intendente, los que traccionan votos para ganar una elección en «La Provincia», por eso les resulta inaceptable el destrato de Massa -que también conoce de esto- eligiendo a Francisco De Narváez y a Mónica López como precandidatos a la gobernación, con el argumento de que cualquiera de ellos podría llegar a incidir en el resultado general de la elección de octubre.
Es una realidad que ni De Narváez ni López, aun suponiendo que midan bien, están en condiciones de aportar una cantidad significativa de votos, ya sea al proyecto presidencial de Massa o a la candidatura de algún intendente.
Pueden hacer, en cambio, otro tipo de aportes, lo que en definitiva enfurece tanto a Cariglino como a Giustozzi, quienes a esta altura saben que la decisión de dejarlos afuera se tomó «con los números en la mano», pero no precisamente de las encuestas, sino de los otros.