Felicitar a quienes ganaron y también a los que votaron al FpV
(Por Osvaldo Nemirovsci).- Las elecciones del domingo 14 permiten felicitar a quienes ganaron con la contundencia de un importante apoyo popular y también a los miles de peronistas que, aun con debates internos no saldados, sufriendo subestimaciones y con dudas en algunos candidatos, votaron sin mezquindades ni especulaciones al Frente para la Victoria.
Esta derrota no puede achacarse sólo al candidato -quien sin duda alguna era el que más quería ganar- aunque es titular de errores en donde no es menor la pésima decisión tomada en soledad para elegir su vice y la cerrazón ante aperturas con sectores internos y sociales que garantizaban mas cobertura territorial y más voces que hablen en la campaña. Pero el candidato no estaba solo y no debe ser el único receptor de las broncas y las críticas. Hay una amplia gama de dirigentes partidarios e institucionales que no lograron conformar una sólida estructura de funcionamiento partidario que imponga mejor ritmo a la campaña, que integre a todos los sectores, que entusiasme a la militancia y que garantice la musculatura política suficiente para discutir el poder provincial.
No existe, y esto es desde hace años, un PJ fortalecido en su vinculación con la sociedad y preparado con “entrenamiento intenso” para acceder a la administración y conducción de Rio Negro. Entonces lo único que queda son las candidaturas como expresión visible de una propuesta política. Y si esas candidaturas no logran quebrar las durezas de la empatía con los electores, como sucedió este domingo, se pierde.
El tema central de la etapa no pasa por cargar las tintas sobre los errores pero sí tal vez en que queden claros cuáles fueron para evitarlos en el futuro. Lo realmente preocupante es la falta de confianza que el electorado en general y el voto peronista en particular van a tener respecto a quienes no pudieron satisfacer sus expectativas, y esto no recae sólo en algún candidato. Y en ese sentido se complican algunas elecciones próximas en ciudades donde la derrota fue rotunda y es lógico suponer que la defensa de espacios nacionales y municipales deberá pasar por otras referencias y por necesarias reformulaciones de los instrumentos de organización y electorales como PJ y el Frente para la Victoria.
La responsabilidad de quienes conducen partidos y campañas reconoce la satisfacción del poder cuando se logran los objetivos pero también la inexcusable necesidad del silencio, la autocrítica y el renunciamiento cuando se fracasa en la obtención de ese objetivo. Tal cual lo ocurrido en nuestra provincia.
No es bueno que ahora aparezca una dirigencia absolutamente comprometida con la derrota electoral pretendiendo que esa derrota se debe solo al candidato y creer que hoy pueden criticar, como límpidos ángeles recién llegados del cielo, lo que hasta ayer bancaban y aprobaban sin dudar.